Devorando Almas

⸸ 5.¿La conoces? ⸸

ETHAN

Releí el mismo párrafo por quinta vez, pero nada. No se adhería a mi memoria, siquiera era capaz de comprenderlo, estaba demasiado nervioso. Mis dedos se contorsionaban inquietos, golpeaba la superficie del escritorio, jugaba con el bolígrafo y trataba de serenarme sin conseguirlo. Quizás estuviera a días de conocer el paradero de mi madre.  De verla incluso, si me dejaba guiar por la bola de ensoñaciones que emergían en mi mente. Verla, cuantas veces había creído verla en otro cuerpo, otra persona. Cuantas otras imaginé que regresaría por mi, con una disculpa y un abrazo hubiera sido suficiente, incluso solo el abrazo.

La última imagen que tenía de ella se había grabado en mi memoria más que cualquier otro recuerdo, y ardía mucho. Porque sabía que se iría, lo vi en sus ojos carmesí, lo vi cuando sorbió su nariz y me miro. Trataba de recordar mi rostro, intento acariciar mi mejilla pero asustado retrocedí. Tenía esa clase de mirada que anuncia una despedida, una fatídica despedida. Hasta ahora.

Tenía cita con el psicólogo como cada jueves, pero esta vez no iría. Había iniciado terapia poco después de primer ataque de ansiedad, cuando se fue. Ansiedad generaliza dictaminó el terapeuta, eso terminó de hundir a mi padre. Creo que sentía que no podía conmigo, todo iba de mal en peor, y acumulaba cada cosa dentro de sí para explotar con botella en mano y hediendo a alcohol mientras insultaba a mi madre. 

Destruyó muchas de sus cosas. Hizo una montaña de ropa y fotos en el jardín y les prendió fuego en una noche de borrachera. Por suerte las cintas que ella había grabado para mi cumpleaños, en un paseo en la playa y cocinando, descansaban intactas debajo de mi cama. Tenía diez años y me asustaba mucho verlo así. Entonces no comprendía, él estaba deprimido, la amaba y ella se había marchado sin decirle nada. Eso lo consumía por dentro. Ni una nota, ni un correo de voz, nada. Se había esfumado.

 "Ella estaba tan enferma." Lo oí decirle una vez a mi abuela. No estaba enferma, no tenía ningún trastorno, se refería a su gen medio furia.  

Las citas fueron en decadencia cuando todo mundo me exigía afrontar aquello como una pérdida de carne y hueso, o con miradas piadosas y una mano en mi hombro me recomendaban seguir adelante, pero no lo haría. Tomé las llaves de mi coche decidido.  No podía contenerme más, quería gritar, golpear o arrojar algo, decirles que estaban equivocados.

Gwendolyn había sido pesimista, pero siendo esta mi única oportunidad, le cedía toda la esperanza que había acumulado desde niño. Dijo que iría en la tarde, con un poco de suerte aún estaría allí. Apretaba los dedos al rededor del volante hasta que se ponían blancos por la presión, deje caer mi cabeza hacia atrás y acelere. Mierda, al fin estaba pasando.

Sonreí al estacionar casi derrapando en la entrada del bloque de apartamentos. Eran seis puertas con una ventana a su lado. Tres arriba y tres abajo, en medio una escalera delgada y de un metal retorcido y sucio que se extendía hasta el piso superior. No sabía cual era su puerta, ¿Pero cuanta gente podía vivir allí? Entonces, antes de tener tiempo de golpear una a una, un señor con short blancos y una bata colorida salió cargando un gato flaco en brazos.

-¿Crees que esto es una pista?-gruño el calvo.

-Lo siento mucho, señor...

-Raggi. 

-Señor Raggi, estoy buscando a una chica que vive aquí. Gwen-

Entonces una puerta del piso de arriba se abrió. El cuarto apartamento. Ella frotaba su frente con tedio en tanto se colgaba una mochila de pana.  Tensa camino hacia mi.

-¡Tienes visita!-gritó demasiado alto el hombre.

Pese a no oírla por la distancia que se interponía entre ambos, me pareció que murmuraba más de una maldición. No trato de disimular lo mucho que le desagradaba mi presencia, pero estaba demasiado emocionado como para que me importase si tenía ganas de verme o no. Estaba tan cerca, no podía creerlo, nada más me importaba.

-No.-atajo apenas se planto frente a mi.

-Pero no te he dicho nada aún

-Puedo imaginarme por que, y mi respuesta es un rotundo no

-Tienes que llevarme.

-Mmh.-fingió que dudaba.-Nop

-No te pedí permiso. Iré contigo.

Si verme le había provocado mal humor, ahora este desbordaba por sus ojos, pero no iba a poder deshacerse de mi. Quería asegurarme de que si estaba buscándola. 

-Si quieres suicidarte existen formas más agradables.-sentenció pasando frente a mi sin verme de reojo.

Tampoco me asustaba, no si comparaba el riesgo con la oportunidad de ver a mi madre, nada ni nada se iba a interponer. 

-Te recuerdo que no estas en posición de poner condiciones.-se detuvo en seco. 

-Y te recuerdo que mi respuesta fue y es un no.

La hice retroceder hasta mi coche, donde la acorrale apoyándome en el techo de este. Trato de separarse aún más aunque no nos estábamos ni rozando.

-Gwendolyn...-hablé fuerte y claro. Sonó a una amenaza, y eso estaba bien porque lo era.

 No quería escucharla, no me interesaba, pero lo hacía tan difícil. Su frustración fue evidente, le costaba mantener un rol dominante, al primer regaño regresaba a su papel de chica vulnerable, voz dulce y gestos berrinchudos. Sus ojos pardo titubearon sin centrar algo en lo que concentrar la mirada ya que evitaba la mía a toda costa. 

-Solo deja de hacer esto.-se quejó empujándome y no se lo impedí. Había tardado casi medio minuto es armarse coraje. 

Estábamos en silencio en la parada de buses. Ella no me había vuelto a dirigir la palabra y yo no tenía intenciones de oírla. Se negó a ir en mi coche, porque según ella podían identificarlo, rastrearlo y llegar hasta Devour a asesinarme. Ya no creía que fuera con intenciones de que me retractará y la dejara partir sola, en verdad aquello era una posibilidad. Cada minuto todo se volvía más real. Se intensificaban todos los sentimientos, las cosas de movían muy de prisa pero mi cerebro iba dos pasos atrás tratando de procesar.




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