Al salir del despacho doy un respiro tranquilo ya que Carlos no está a la vista, se que él se daría cuenta de mi estado de ánimo o de que estoy alterada y correría a preguntar o amenazar a nuestro jefe por como me hizo sentir. Algo así como un hermano mayor sobreprotector. Salgo de la sala y entro al garage pensando qué motocicleta debería llevarme, escojo la favorita de Igor, solo para molestarlo un poco pero él me dió permiso. Amo escuchar el ronroneo en el garage, salgo despacio hacia la calle principal, acomodo mi casco y chaqueta, arma en orden también.
La carretera tiene bastante autos a esta hora, podria esquivarlos para ir más rápido, pero tomo mi tiempo, siento nervios lo que es ridículo, no soy una maldita adolescente enamorada. Pero aquí estoy queriendo golpearme por sentirme así.
Al estacionar la motocicleta justo en la puerta del bar, hay pocos autos, al parecer todavía no es un horario para beber pero eso no importa cuándo debo buscar al misterioso hombre de ojos rojos. La puerta no tiene ningún seguridad como la noche pasada así que simplemente entro, registro todo el lugar aunque no lo recuerdo igual que ayer, es todo más tranquilo, luces rojas son bajas, gente bebiendo en las mesas privadas y otras simplemente en la barra, doy un vistazo a la zona vip la cual también está vacía. Me dirijo a la barra esquivando algunas pocas personas bailando, cuando lo veo. De espaldas a mí secando algunos vasos.
– ¡Buenas! – saludo para que alguien me atienda, al parecer solo son él y una pequeña pelirroja atendiendo en la barra, ella se da vuelta hacia mi pero noto cuando él se da cuenta de mi, los pelos de mi brazos se me erizan, siento su mirada profunda en mi, juego con mis dedos en la barra.
– ¿Ya me extrañaste, muñeca? – él se apoya en la barra, su voz baja, el aire entre nosotros se carga de algo que no puedo identificar. Mis ojos se quedan atrapados en su pecho.
– No me digas muñeca y por qué debería de extrañarte. – cierro mis ojos un segundo oliendo su perfume, siento algo a lavanda y cigarrillos. Mi cuerpo tiembla como si fuese mi primer baile de graduación. – Quiero una cerveza si puede ser.
El simplemente se queda viendome con una ceja levantada, trago saliva y su mirada baja a mi cuello, sus ojos parecen marrones con esta luz no se si será a propósito pero le sienta muy bien, lleva una camisa negra hasta los codos y sus brazos están repleto de tatuajes.
– A la orden. – se da la vuelta para buscar una botella de cerveza y la desliza hacia mí, alguien se sienta en el taburete a mi costado y él pasa de mirarme intensamente a casi ignorar a su nuevo cliente, tomo mi cerveza y escucho algo de lo que conversan.
– ¿Puedo invitarte otra cerveza? – me pregunta él hombre a mi costado, le sonrio solo por cortesía pero amaría golpear su puta nariz.
– Ella no está interesada. – corta el misterioso de ojos rojos, levanto una ceja hacia él pero me entrega otra botella de cerveza.
– No hables por mí, puedo cuidarme sola – bebo un poco de líquido. – ¿Igor? – susurro acercándome un poco a él sobre la barra, su cara se transforma completamente, sus ojos se vuelven más serios pero me da una sonrisa de lado.
– Sé que puedes cuidarte sola, pero no hay que dar falsas esperanzas, eso está mal muñeca. – más gente se acerca a la barra y él simplemente los ignora mirándome fijamente.
– ¿Podemos hablar en privado? – miro a mi alrededor, en la barra ya hay demasiadas personas y no me gusta que él haya ignorado el nombre de mi jefe.
– Claro, claro tener una charla en privado. – hace comillas con las manos, pero hay algo en su sonrisa que no puedo leer. No es arrogante, ni amistosa… algo más oscuro. Mi instinto me grita que me aleje, pero no lo hago. Él sigue adelante, como si todo estuviera bajo control, pero sé que esa calma es solo fachada. – Sígueme.
Toma mi brazo y me arrastra hacia el fondo del bar, caminamos por un angosto pasillo hacia una puerta dorada. Aunque él realmente no está haciendo presión sobre mí sé que está algo exasperado o emocionado. Abre la puerta con un golpe y me empuja dentro, mi cuerpo automáticamente se prepara para pelear.
–¿Qué sabes de Igor? – pregunta inclinándose hacia mí, su rostro queda frente al mío, sus cejas fruncidas, pero sus ojos, dios mío aquí puedo ver que son realmente rojos.
– Solo vine a retirar un sobre, no a responder cosas sobre mi jefe, así que si podemos hacer esto rápido. – miro el reloj en mi muñeca y doy un paso atrás porque realmente necesito respirar, todo en él me hace poner alerta y mis piernas se sienten débiles.
El tranquilamente camina hacia su escritorio y se sienta en el sillón frente a montones de papeles y su portátil, veo un poco más de su oficina, no hay nada acogedor aquí, todo está en cajas y lleno de polvo.
– Tu jefe no me dio detalles de que tú vendrías. – se queja aunque parece que solo es algo que quería mantener en su mente, suelto una risa sarcástica.
– Yo solo vine a retirar el sobre, lo que mi jefe diga o no, no es mi puto problema hombre y ya estoy perdiendo un poco la paciencia. – cruzo mis brazos y doy un suspiro. este niñato de mierda.
Estira el brazo en su escritorio y saca un gran sobre amarillo, lo tira sobre los demás papeles.
– Primero, quiero saber tú nombre. – se acomoda o casi acuesta sobre su sillón con una sonrisa triunfante, pero mi sonrisa es más grande.
– Supongo que eres nuevo en este mundo y negociar mi nombre no es algo que planeo hacer está noche y si no quieres una bala en el medio de tu frente mejor que me des el maldito sobre en las manos niño guapo.
Giro los ojos al darme cuenta que lo llame guapo, su sonrisa es totalmente brillante y solo quiero golpearme a mi misma por eso, pero amaría volver a ver esa sonrisa.
– No puedo saber tu nombre pero tú puedes decirme niño guapo, eso no me parece justo, aunque agradezco que seas totalmente consciente de mi belleza. – su voz totalmente arrogante y oscura.
Editado: 19.02.2025