Ryan abre la puerta del todo terreno para mí, su mirada intentando entender qué pasa por mi mente. Camina delante de la camioneta con zancadas largas, al sentarse detrás del volante da un largo suspiro y sé que este viaje será eterno.
— Teniendo en cuenta que nunca eres de hablar voy a intentar ignorar el hecho de que estás más distante hoy. — murmura analizándome.
— No seas tan sentimental Ryan, nos hemos encontrado hace 5 minutos y ya estás haciendo escándalo. — cruzo mis brazos.
Ryan arranca el auto con una suave risa y se que todo el viaje va a preguntarme qué me pasa cuando ni yo sé qué es lo que está en mi mente, tengo el estómago revuelto y en mi cabeza solo recuerdo esos penetrantes ojos rojos mirándome fijamente.
— Nos conocemos de adolescentes Devyn, no puedes mentirme a mí. — giro los ojos ya que tiene razón, íbamos al mismo instituto aunque él es mayor que yo, nos hicimos amigos bastante rápido al igual que con Carlos.
— Piensas que estoy intentando poner excusas, simplemente no quiero hablar, Ryan.
Acelera un poco el todoterreno yendo entre los autos.
— Entonces algo te pasa, cuéntame. Siento que hace décadas no tenemos un momento de charla Devyn, siempre estás tan cerrada, la vida no es solo el trabajo y lo sabes.
Sonrío porque tiene razón, él, Cali y Carlos son los únicos amigos que tengo desde la adolescencia, nosotros tres somos más cercanos por mi trabajo pero Cali está bien sin saber sobre este mundo y el peso de trabajar en el lado malo.
— Solo conduce que tenemos trabajo que hacer amigo.
Su risa retumba dentro del auto. Tan risueño como siempre, su pelo rojo está más recortado de la última vez qué lo ví, y al igual que yo, va vestido todo de negro, sus ojos verdes se dirigen un segundo hacia mí y vuelve la vista a la carretera.
El departamento del detective que Igor tiene trabajando para nosotros es tan soso como él, no hay seguridad cerca, veo niños correteando en un parque frente a su casa, sí, totalmente idiota. Ryan camina delante mio, su cuerpo apenas entra por la pequeña puerta, el puto edificio ni siquiera tiene un ascensor que funcione, mediocre. Subimos cinco malditos pisos para encontrarnos con él.
— Abre la estúpida puerta Jones. — grita Ryan enojado al igual que yo por subir estas estúpidas escaleras. Escuchamos como saca los seguros de la puerta y apenas abre asomando su cabeza calva.
— Oh son ustedes, adelante… entren. – supongo que esperaba a alguien más o está tan paranoico por vivir en este edificio.
— ¿Algo asustado Jones? — saludo cuando paso a su lado, cierra la puerta tras de mí y arrastra sus pies.
— Para nada señorita Devyn, solo algo cauteloso, creo que sabe cómo es ésto.
Ryan vuelve con nosotros después de recorrer el lugar, su departamento tiene paredes amarillas como si la humedad viviera en ellas, un solo ser, papeles y latas de cervezas tiradas por todo el lugar, asqueroso.
— Bien, venimos a llevarte con Igor, no espero que te des una ducha o algo así pero puedes por lo menos ponerte una camisa decentes. Luces asqueroso Jones.
El detective asiente y sale corriendo a lo que parece ser su dormitorio, mi cuerpo detesta este lugar, es repugnante en las condiciones en las que vive, como un cobarde.
— Estoy listo. — nos avisa con una nueva camisa puesta, se puso sus gafas pero su piel y su pelo luce como que no ha tenido una ducha en bastante tiempo. Arrugo la nariz.
Salimos del departamento sin perder más tiempo. El aire afuera se siente más limpio en comparación con la peste a encierro de ese lugar. Ryan camina delante de nosotros con pasos firmes, sin apurarse pero tampoco perdiendo el tiempo.
— Vamos, tenemos que llegar a Casa Blanca antes de que Igor se impaciente. — dice, sacando las llaves del todoterreno de su bolsillo.
Una vez qué llegamos a la mansión Carlos nos espera en la puerta, escoltamos a nuestro detective hacia él
— Entrega recibida. — bromeo. Carlos sonríe de lado.
— Puedes volver a tu otro trabajo ya, Devyn. — asiento porque esperaba poder volver al taller con mi padre hoy, estoy ansiosa de tener las manos con algo grasiento.
Mis dos amigos y el detective entran en la mansión y yo me dirijo hacia el garaje donde dejé mi auto, aunque me gustaría volver a tomar prestada una motocicleta de Igor pero no voy a jugar con mi suerte.
Siento mi teléfono vibrar en el asiento de acompañante que está junto con mi bolso, lo ignoro porque si es urgente alguno de los chicos llamarían.
Mi padre me recibe con una gran sonrisa, sus ojos verdes se arrugan tras sus gafas, Su overol está lleno de aceites y manchas oscuras como siempre, ni siquiera termino de acercarme a él que ya envuelve sus brazos en mí, su olor tan familiar hace que vuelva a respirar con calma sintiéndome en casa.
— Hola a ti también. — digo en su oído sonriendo.
— Hace días que no apareces por aquí, pensé que tendría que ir a buscarte en casa de Cali. — mi papá sabe que mi otro trabajo el cual para él es de administración, toma demasiadas horas al día y no puedo pasarme por su taller, aunque ame este lugar.
— Lo sé y lo lamento, desde hoy intentaré venir más seguido aunque sean pocas horas, para ayudarte con el papeleo. — ambos escuchamos la puerta lateral abrirse y entra mi hermano pequeño, aunque ya tiene 17 años y ayuda a mi papá en el taller como yo lo hacía a su edad.
— Sister ¿cómo va? — su sonrisa flaquea al verme pero se que es solo la edad, es algo rebelde estos días.
— Ben, acércate a darle un abrazo a tu hermana.
Papá lo reprende y mi hermanito se acerca pesadamente hacia mi, yo sonrío como una tonta solo para cabrearlo, relación de hermanos.
— Pequeñín. — golpeo su hombro antes de que mi papá diga algo y haga esto más incómodo para él. — Bueno dejen que me cambie y podré ayudar un poco.
Dejo a los hombres de mi vida solos y corro hacia el pequeño baño en el fondo del taller para poder ponerme un overol como el de que tiene mi papá, amo esta vestimenta.
Editado: 19.02.2025