Tuve que quedarme a cenar en la mansión, mi cuerpo se siente cansado, como si no hubiese tocado la cama en semanas, mis manos se sienten frías desde ese encuentro con Aaron.
Odio tanto el no controlar mi cuerpo.
— ¡Ahí estás! — Igor me llama al verme bajar las escaleras.
— Aquí estoy. — digo en modo de broma. Me espera en el gran salón bajo su araña con lo que parecen ser diamantes.
— La cena está casi lista, pero sentémonos en la mesa. — entrelaza su brazo con el mío y me guía al gran comedor, donde la mesa ya está preparada para todos.
Es una costumbre para Igor cenar con la gente que trabaja, al no tener hijos se puede decir que nos tiene un gran cariño a cada uno de nosotros. Me lleva hasta la cabecera de la mesa y me señala el asiento a su izquierda, Carlos ya está sentado frente a mí, ese es su lugar desde pequeños.
De a poco, todos van llegando. Reconozco sus caras, pero en su gran mayoría no sé sus nombres, soy muy mala en eso y tampoco es qué comparta mi tiempo de trabajo con ellos cuando solo estoy con Ryan y Carlos.
— Extrañaba tenerte en la mesa, Devyn. — mi jefe tan impecable que es, me mira con cariño en sus ojos, su gran mano toca la mía y me da un apretón.
— Debo admitir que extrañaba esto también. — le devuelvo una tímida sonrisa.
— Yo le ofrecí que vuelva a mudarse aquí, jefe. — Ryan habla con su voz entusiasmada y se sienta a mi lado.
Noto como Igor sopesa esa idea en su cabeza, su cara, ahora algo arrugada por la edad está seria.
— No estaría mal. — habla y toma su vaso de whisky que no había notado antes.
Niego con la cabeza porque sé que no va a dejar ir esa idea de ahora en adelante, le hago un gesto a Carlos para que me salve pero solo sube sus hombros.
— Ya tuvimos esta conversación Igor, no va a pasar.
Una gruesa risa sale de él, sus ojos se relajan al igual que sus hombros, todavía va vestido con una camisa negra. nunca lo vi vestido de forma informal, jamás.
La comida va llegando a la mesa, las copas de vino se llenan y el murmullo comienza, el ambiente es totalmente familiar. Observo a cada uno de mis compañeros y están tranquilos, riendo y bebiendo. se siente bien estar aquí.
— Realmente ¿cuándo comienza la venta de Scarlet? — pregunto ya que yo no tuve tiempo de hablar sobre eso.
Mi jefe traga un pedazo de carne, mastica un poco más lento de lo que me gustaría y luego bebe su vino.
— Este viernes. — es lo único que me dice.
Igor no dice más y sigue comiendo con la calma de siempre. A mi lado, Ryan charla con uno de los muchachos sobre la pelea de boxeo del fin de semana y Carlos está entretenido con su vaso de vino.
Yo solo mastico y dejo que las voces a mi alrededor se mezclen con mis pensamientos. Viernes. Faltan pocos días para la venta de Scarlet, y aunque no es mi problema directo, no puedo evitar sentir que lo es.
Cuando terminamos de comer, los platos desaparecen de la mesa como por arte de magia y la cena comienza a dispersarse. Algunos se quedan bebiendo, otros salen al patio para fumar. Ryan y Carlos se levantan al mismo tiempo que yo.
— ¿Nos toca ronda hoy? — pregunto, aunque ya sé la respuesta.
— Sip — responde Ryan con una sonrisa. — Vamos, nena, que hace frío y no quiero estar afuera más de lo necesario.
Salimos por la puerta trasera de la mansión y el aire nocturno nos envuelve de inmediato. La brisa es fresca, pero se siente bien después del calor del comedor. Los perros de Igor al verme corren a mi lado.
Estamos por dividirnos cuando mi celular vibra en mi bolsillo. Lo saco sin pensar y veo el número desconocido en la pantalla que ya reconozco.
Dudo.
— ¿Y eso? — Carlos pregunta, notando mi expresión.
— Nada. — bloqueo la pantalla, porque él ya vio suficiente hoy.
— ¿Segura? — su tono es neutro, pero lo conozco demasiado. Me está tanteando.
Ryan nos mira con curiosidad, pero no pregunta.
— Sí — admito, sin más.
Carlos asiente, como si analizara algo.
— ¿Y por qué tienes esa cara?
Miro el celular otra vez, pero todavía no abro el mensaje.
— No tengo ninguna maldita cara, Carlos.
— Entonces, ¿vas a leerlo o vas a quedarte mirando el teléfono toda la noche? — suelta Ryan con una sonrisa burlona.
Lo miro, después a Carlos, y finalmente deslizo el dedo por la pantalla para abrir el mensaje.
"Piensa en lo de la cita, Devyn XX”
Acaricio la cabeza de la pequeña Daisy bajo los ojos de mis dos amigos.
“Mi respuesta es NO”
Comienzo a caminar hacia el lado izquierdo del patio, siento los pasos de Carlos detrás mío, sé que no va a dejar pasar lo que vio hoy y este es el momento para preguntar.
— Habla. — espeta caminando a mi lado.
— No hay nada que contar… — se detiene en seco y me mira serio, sus cejas están fruncidas.
— Entonces no hay nada entre tu y ese tal Aaron. — hay diversión en sus ojos, y yo siento el calor subir por mi cuello hacia mis mejillas al recordar aquel beso.
— Nop. — él da una pequeña risa y seguimos caminando alertas con Daisy acompañándonos.
Una vez que terminamos la ronda de dos horas, nos encontramos con Ryan en la puerta principal, hace pucheros apenas nos nota.
— No es divertido si ustedes van por un lado y yo quedo solo, hasta el estúpido perro fue con ustedes.
Una risa sale desde mi estómago, y el se cruza de brazos realmente enojado con nosotros.
— Está bien, mañana te lo compensaré. Pero ahora debo irme. — acomodo un poco de cabello detrás de mi oreja.
— Avisa cuando llegues. — Ryan murmura con sarcasmo porque se que va a estar viendo mi ubicación todo el tiempo.
— Nos vemos mañana, Devyn.
Ambos entran a la casa y yo corro hacia el garage, siento mi teléfono vibrar otra vez.
“Esa no es la respuesta correcta, tienes otra oportunidad”
Este idiota y sus mensajes, mi paciencia ya es totalmente nula cuando se trata de él.. Pero mi cuerpo reacciona totalmente diferente a lo que pienso, quiero volver a sentir el calor de sus manos sobre mí.
Editado: 31.03.2025