Devyn

Capítulo 11

Con el corazón acelerado, corro hacia mi baño principal y me miro en el espejo. Sonrío. Tengo las mejillas coloradas. Miro la hora en mi teléfono: todavía es temprano, pero no sé a qué hora debería estar lista ni qué ponerme. ¿Iremos a un lugar de lujo? Con lo impredecible que es este hombre, no tengo idea de a dónde podría llevarme.

Abro mi armario y paso la mano por la ropa, pero nada me convence. ¿Algo elegante? ¿Casual? Maldición, debería preguntarle. Me muerdo el labio, indecisa. No quiero verme demasiado arreglada ni demasiado informal.

Suspiro y agarro mi teléfono, dudando si escribirle. "¿Cómo debo vestirme?" Es simple, directo… y totalmente innecesario, porque sé que no me va a dar una respuesta clara.

Dejo el teléfono a un lado y me cruzo de brazos. Bien, Devyn. ¿Qué usarías si tuvieras que impresionar a un hombre imposible de leer?

Con casi todo mi armario esparcido sobre la cama, vuelvo a tomar el teléfono. No soporto no saber qué debería ponerme, así que le envío un mensaje corto a Aaron.

—¿Cómo debo vestirme?

La respuesta llega casi de inmediato.

—Elegante. Sorpréndeme.

Segundos después, otro mensaje.

—Paso por ti a las ocho.

Bien. Mi pecho se afloja un poco con la ansiedad. Miro la montaña de ropa y suspiro, descartando la mayoría de las prendas que uso para trabajar y apartando los pocos y pequeños vestidos que tengo.

Llamar a Cali no es una opción esta vez. No quiero que sepa sobre Aaron todavía, ya que él implica mi trabajo con Igor. Por ahora, quiero esos ojos rojos solo para mí.

Salgo del baño con una toalla envuelta alrededor de mi cuerpo y diviso el vestido largo colgado frente al espejo. Negro, simple, pero con un gran corte en el costado que deja ver mi pierna con cada paso. Unos pequeños zapatos de tacón lo acompañan. Me acerco con pasos cortos, con la sonrisa tonta todavía en mi rostro.

Me siento frente al espejo y saco mi neceser de maquillaje. No suelo tardar tanto en arreglarme, pero esta vez quiero que cada detalle esté perfecto. Mientras paso la base por mi piel, mi mente vuelve a Aaron.

¿Por qué me pone tan nerviosa? No es la primera vez que salgo con alguien, pero con él todo se siente diferente. Como si cada mirada suya pudiera desarmarme sin esfuerzo.

Suspiro y continúo delineando mis ojos. Algo sutil, pero lo suficiente para resaltar mi mirada. Con los labios pintados de rojo y el vestido ajustado a mi cuerpo, me levanto y me observo en el espejo.

—Nada mal, Monroe —murmuro con una sonrisa.

Justo en ese momento, mi teléfono vibra con un mensaje.

—Estoy afuera.

Mi corazón salta un latido. Es ahora o nunca.

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Apoyo la cabeza contra el reposacabezas del auto y exhalo con fuerza. Miro la hora en el tablero. 19:58.

Dos minutos. Dos jodidos minutos y ni siquiera estoy seguro de por qué me siento así.

Mis dedos tamborilean sobre el volante mientras desvío la mirada hacia la puerta del edificio. No sé qué espero ver si todavía no ha salido, pero mi pecho se siente apretado de todas formas.

No suelo esperar a nadie. No suelo ponerme nervioso. Pero esta es Devyn. Y Devyn tiene la maldita habilidad de hacerme perder el control sin siquiera intentarlo.

Me paso la lengua por los labios y me acomodo el cuello de la camisa. Elegante. Se lo pedí yo, pero ¿y si se siente fuera de lugar? ¿Y si piensa que esto es demasiado?

Sacudo la cabeza. No. No voy a cuestionar cada decisión que tomo como un adolescente inseguro. Le pedí que me sorprendiera, y lo hará.

Miro la puerta otra vez y entonces la veo.

Mierda.

Salgo corriendo del Jeep, tomo el ramo de flores del asiento de acompañante mientras la espero.

Devyn se acerca con pasos firmes, el vestido negro pegado a su cuerpo como si estuviera hecho para ella. La abertura en su pierna hace que mi mandíbula se tense, y por un instante, olvido cómo respirar.

Joder.

—¿Te sorprendo? —pregunta con una media sonrisa, su tono cargado de diversión.

Le entrego el ramo que elegí para ella.

Abro la puerta del auto sin poder formar una oración y se desliza dentro, su perfume llenando el espacio reducido. Cálido. Dulce. Desesperante.

Trago saliva y la observo, mi mirada recorriendo sus labios con un tono rojo, su cuello expuesto, la manera en que el vestido resalta cada curva.

— Siempre. —respondo, con la voz más grave de lo que esperaba.

Devyn sonríe y se acomoda el cinturón, ajena a la lucha interna que estoy librando. Porque lo único en lo que puedo pensar en este momento es en lo fácil que sería inclinarme y besarla.

Y lo jodidamente difícil que es contenerme.

Intento cerrar la puerta delicadamente pero mi control está al límite, escucho su pequeña risa mientras yo tomo aire para llenar mis pulmones e ir hacia el lado del conductor.

— Realmente estoy sorprendido pequeña, estas hermosa esta noche.

Ella está abrazando el ramo como si alguien se lo quisiera robar, su mirada va desde mis manos en el volante hacia mis ojos y sonríe.

— Realmente estoy sorprendida. —su voz intenta imitar mi tono, que hoy es un poco más áspero de lo normal.

—¿Te gustan las flores?

Devyn vuelve a oler el ramo y sus mejillas se sonrojan un poco más, la vena de su cuello resalta.

—Si, gracias. Tengo que confesar que son las primeras flores que recibo.

Intento no sonreír de más, pero internamente me doy unas palmadas en la espalda, orgulloso. porque esa información ya me fue dada hace un tiempo atrás. Hacer las paces con su amigo Carlos unos días antes de la venta de Scarlet hizo que consiga este pequeño secreto.

— Me alegra ser el primero que te da flores, no sabes cuánto. —ella alarga la mano para darme un pequeño golpe en el hombro, —ouch eso duele, pequeña.

— La cita es fuera de mi edificio o piensas conducir. —su voz es juguetona y solo quiero presionar mis labios contra los suyos pero salgo hacia nuestra cita.



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En el texto hay: mafa, robos y autos, apuesta drama romance

Editado: 31.03.2025

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