¿Llegarás tarde a casa? – Le preguntaba él, la forma en que decía casa le ponía la piel chinita. Casi vivía con él, cada vez que Luke iba por ella le insistía en que se llevara ropa puesto que siempre se quedaba en su casa a pasar la noche desde que había decidido darse una segunda oportunidad hacía tres semanas. Ella protestaba, pero él acababa convenciéndola, tenía más ropa en casa de él que en la de ella.
- Eso me temo. Poner las luces de tal forma que quedaran bien fue todo un reto. – Las luces se miraban desde la habitación en la cual se haría la propuesta, estaba de más decir que las luces formaban letras y decían las palabras claves. Había quedado estupendo.
- Una novia feliz más gracias a ti.
- Así es, soy genial, ¿no?
- Eres más que genial.
- Adulador. No llegaré demasiado tarde, después de todo mañana tengo que ir al noticiero. – Lo oyó resoplar, él detestaba que ella trabajara allí por las miradas e insinuaciones que a su manera de ver le hacía el conductor. En realidad, no estaba tan equivocado, pero ella ni loca se lo diría, aun así, era algo divertido verlo celoso.
- Irás a renunciar ¿cierto?
- No. Deja tus celos paranoicos.
- ¿Quién rayos está celoso?
- Tú. – le dijo riendo.
- Es verdad, pero también es verdad que ese tipo te quiere saltar encima y terminaré rompiéndole todos los dientes.
- ¡Que salvajismo!
- Deja de burlarte.
- Llegaré pronto. – Le dijo ella aun riendo.
- Como siempre, te estaré esperando. – Y como siempre que le oía, que lo tenía cerca, que estaba a su lado, cuando no era así y un largo etc., ella suspiró y se estremeció.
******
- ¡Cielos! ¿Cuándo se lo dirás? – Le dijo Natalia en cuanto vio que ella llegó a trabajar temprano al día siguiente antes de ir al foro del noticiero, era sumamente temprano y ya todos trabajaban, la mayoría tenia cara de muerto viviente pues la carga había sido tremenda en cuanto al trabajo, pero Krista andaba fresca como una lechuga, feliz, divertida y en general el amor se despedía por todos los poros de su piel.
- ¿Qué cosa?
- Que lo amas, claro.
- Así estamos bien Nat, ¿para qué complicar las cosas?
- Él te quiere ¿lo sabes, verdad?
- No, no lo sé porque no me ha dicho nada.
- Eres de las que necesitan palabras, pero los actos cuentan y mucho.
- Me gustan las dos cosas, las palabras y los actos. Dejémoslo así, estamos bien, no quiero apresurar ni complicar nada innecesariamente.
- Como tú digas Krista. No diré una palabra, nada de nada. Me quedaré callada viendo cómo se comportan como un par de tontos, como desperdician esta nueva oportunidad, viendo impotente que ustedes...
- ¡Ay, ya por favor! Yo no te digo nada de Julio ¿no? Mira, que hacer que terminara con su novia... no sabía que eras toda una mujer fatal.
- ¡Yo no tengo nada que ver con él! Él es el que no me deja en paz.
- Si, sí. Lo que tú digas.
- ¿Qué no ya es hora de que te vayas al noticiero? – Le dijo imperiosa logrando que Krista riera y se olvidara por un segundo de que Natalia tenía algo de razón en insistir en que le dijera a Luke que lo amaba, pero tenía tanto miedo de no ser correspondida, todo indicaba que él si sentía algo por ella, pero la inseguridad estaba arraigada en todo lo que concernía a él.
- Rompecorazones, levanta pasiones... - Siguió diciéndole a Nat mientras se dirigía a la salida, Nat le sacó la lengua con actitud de niña de párvulos belicosa.
Estando con Luke se sentía como en casa, segura, protegida, como si estar a su lado era lo que su alma y su corazón habían estado esperando todo ese tiempo. Cada noche y cada día durante esas tres semanas le habían confirmado que era el único hombre que había amado y el único que amaría, sí, así de cursi sonaba, pero cuan cierto era. Esa noche se atrevería a decírselo, tenía que hacerlo. Si él no la amaba podría aceptarlo, aunque doliera, pero al menos no se esforzaría más en ocultarlo, en morderse la lengua cada vez que salían las palabras temidas: te amo. Sacó su teléfono para hacer una reserva en un hotel de la ciudad, la suite llamada Las Mil y una noches era sensacional y la preferida de los dos, desde que hubieran pasado su primera noche juntos después de cinco años allí. Con decepción escuchó que la suite ya estaba reservada y que estaría libre hasta el lunes, era viernes. Tendría que esperar todo el fin de semana. Ella quería ir allí y decírselo todo. Pero no podía esperar más tiempo, se lo diría esa noche en casa.
Llegó al set y le entregaron el guion que ella misma había elaborado. Ese día hablaría de los sitios más románticos del país, el destino ideal para celebrar aniversarios y cosas por el estilo. Aun no se acostumbraba al teleprompter* [1] prefería improvisar que ir leyendo sentía que se notaba que leía y no que solamente miraba hacia la cámara, pero, en fin, las reglas eran las reglas.
- ¿Algún día me dejarás llevarte a uno de esos lugares? – Le dijo Carlos cuando hubo una pausa para un comercial.
- ¿Qué pensaría tu actual novia de tu propuesta? – le dijo sin siquiera mirarlo.
-No es mi novia, solo una amiga. Tú sí serías algo formal.
- Que honor. – Le respondió con sarcasmo. – Si quieres que sigamos siendo amigos, te recomiendo no seguir por ese camino.
- ¿Por ese tal Luke?
- Exacto. – No pudo decir nada más pues les indicaron que en segundos estarían al aire de nuevo.
- Nunca hemos hecho esto antes, pero hemos pensado que nuestro amable auditorio tiene muchas preguntas para la Srita. Love, así que llámennos y ella encantada les responderá sus dudas románticas. – Carlos no le había avisado nada sobre eso, ella ocultó la sorpresas y compuso su mejor sonrisa. – Mientras tanto dinos Krista ¿Qué tiene de encantador el Caribe?
- Les recomiendo ampliamente seguir la ruta Maya, hay cabañas rodeadas del mar y de vegetación, atendidos por personal discreto y eficiente, casi sentirán que están en una Isla desierta. – El teleprompter parpadeó y se apagó, Carlos frunció el ceño y checó sus notas, ella no se puso nerviosa pues en realidad prefería seguir únicamente el guion impreso e improvisar.