Día de tormenta

1. Truenos

Estaba solo en el salón, sentado cerca de la chimenea, con el crepitar del fuego como única compañía en aquella sala. Desde el despacho contiguo me llegaban las voces del amigo y del doctor, que acababa de bajar tras examinar al abuelo. Supuse que le estaría comentando la situación, aunque no sabía por qué no estaba también la hija del abuelo con ellos.

Mientras esperaba, mi mente volvió al mediodía, cuando llegué a la casa. Entonces, el abuelo se encontraba despierto, y había comido algo antes de volverse a dormir. Sin embargo, conforme avanzaba la tarde, su estado de salud había decaído y el doctor había recomendado no molestarlo mientras descansaba. Ahora, en el salón, me hundía en uno de los dos sofás que flanqueaban la pequeña mesita de cristal, que tenía un par de velas sin encender. El fuego de la chimenea y la lámpara colgante proporcionaban una luz amarillenta a todo el salón.

La televisión, situada enfrente de mí, estaba encendida, aunque apenas le prestaba atención. Hablaban continuamente de un temporal que estaba alcanzando la zona. Al mirar por la ventana que daba a la calle vi que ya estaba bastante nublado y oscuro a pesar de ser media tarde. Normalmente, cuando llegaban temporales como el que anunciaban, se cortaba la electricidad. Por eso había unas cuantas velas y candelabros que descansaban repartidos por rincones de la casa listos para usarse.

Soplaba un viento fuerte que se colaba por el conducto de la chimenea y agitaba las llamas. También se escuchaba silbar a través de las ventanas. Parecía traer susurros de la tormenta que estaba por llegar. Me di cuenta de que las contraventanas de madera, las que daban a la calle, seguían abiertas. Bueno, no era urgente, pero habría que cerrarlas antes de que llegara lo peor.

Al abuelo no le gustaban los hospitales; solo había pisado uno una vez en su vida. Siempre insistía en que un doctor viniera a casa, y tenía que ser el mismo, uno que su amigo le presentó hace años. Desconocía la razón. Tras un acuerdo, aquel doctor se convirtió en el único al que llamaban cuando la salud del abuelo empeoraba. Su estado era grave; tal vez no llegaría al amanecer.

Oí los pasos de alguien alejándose por el pasillo tras salir del despacho. De pronto, recordé que tenía que hablar con la novia, la hija del abuelo. Así que me levanté, y cuando salía del salón, escuché hacía la derecha: desde la cocina, oí que empezaba a llover fuerte. La lluvia golpeaba las baldosas y la tierra de fuera. Probablemente estaría abierta la puerta trasera que daba al patio. La cerraría después. Enfrente, el salón-comedor estaba vacío y silencioso.

Eché a andar por el corredor, con el eco de la lluvia resonando desde la cocina. A mi izquierda, la puerta del despacho estaba entreabierta, dejando escapar un hilo de luz. Me asomé al resquicio y vi que estaba el doctor dentro. Toqué suavemente con los nudillos y empujé la puerta.

—¿Qué tal está el abuelo? —le pregunté preocupado.

El doctor levantó la vista de unos papeles, mirándome por encima de sus gafas. Sus ojos parecían cansados.

—Bueno… No muy bien, la verdad —suspiró—. Tiene mucha fiebre y sudores por todo el cuerpo. Le he dado unas pastillas para ello. Ahora está durmiendo profundamente. Esperemos que la tormenta no lo despierte.

Una serie de truenos retumbaron fuera, haciendo temblar todos los cristales.

—Madre mía la que se avecina —murmuré.

—Tiene pinta de ser una noche larga —dijo con una voz apagada. Asentí notando su cansancio y tristeza. Me atrevería a decir que sabía más de lo que decía, o eso me parecía.

—Pues sí —contesté.

Salí del despacho entrecerrando la puerta como me la había encontrado y fuí a buscar a la novia.

***

Subí las escaleras hasta la primera planta, donde se encontraban la mayoría de las habitaciones, excepto la del abuelo, que estaba en la segunda. Me acerqué a la puerta de la habitación de la hija. No hubo respuesta. Desde el fondo, me pareció oír el goteo de un grifo, como si alguien estuviera en el baño.

—No está ahí. Se está dando un baño — dijo el novio a mis espaldas.

Me giré. Llevaba el pelo revuelto y la camisa arrugada, como si acabara de levantarse de una siesta.

—¿Cómo lo está llevando ella? —pregunté, bajando la voz.

—Estaba bien hasta hace nada —respondió—. Pero después de ver cómo está su padre, se ha venido abajo. Intentó convencerlo de ir al hospital, pero ya sabes cómo es… Ahora está en el baño, dándose uno, intentando calmarse. Perder a tu padre justo antes de la boda… —su voz se apagó, y miró al suelo.

—¿Crees que aguantará hasta mañana? —pregunté, con un nudo en el estómago.

—Es algo mayor, está algo débil… Quiero creer que llegará a ver la boda, pero… —cerró los ojos y suspiró.

—Ojalá se ponga mejor —dije, dándole un par de palmadas en el hombro, aunque mis palabras sonaban vacías.

Lo dejé en el pasillo y bajé las escaleras, con el rumor de la lluvia y del viento envolviéndolo todo. El cansancio me pesaba en los hombros. Regresé al salón, junto a la chimenea, y añadí un par de troncos al fuego, que chisporroteó con fuerza. Me dejé caer en el mismo sofá de antes, apoyé la cabeza en el respaldo y cerré los ojos.

***

Un estruendo de truenos me despertó del sueño. La lluvia seguía cayendo con furia, y el viento aullaba fuera. Lo peor aún estaba por llegar. La televisión estaba apagada, y el reloj de la pared marcaba que había dormido apenas quince minutos. Entonces oí la puerta del patio golpearse contra la pared. Cierto, se me había olvidado cerrarla. Qué raro que nadie más lo hubiera notado. Me levanté despacio, con un dolor en el cuello por la mala postura que había adoptado en ese momento.

Desde la entrada del salón, el comedor se veía vacío frente a mí. Dudo que nadie tuviera ganas de cenar esa noche. A mi izquierda, el pasillo; a la derecha, la puerta cerrada de la cocina. Siempre estaba fría por la ventilación que se le daba tras cocinar. Aquel día no se había usado mucho. Me apresuré hacia la parte trasera, donde estaba la puerta que daba al patio. El suelo ya estaba húmedo, salpicado por las gotas que se colaban.



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En el texto hay: misterio, crimen, suspense

Editado: 18.04.2025

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