La mariposa se posa en mi mano, trato de no hacer movimientos bruscos para no espantarla, pero al final decide irse, es extraño ver a una mariposa en este día que está nublado, gris, triste, en especial en otoño. La mariposa vuela y se pierde en los árboles,al menos, por un momento le dio un toque de color a mi vida gris de los últimos meses que llevo aquí.
Hace dos meses que estoy en este lugar, mi estadía se debe a lo traumático que fue para mí presenciar la muerte de mi hermano menor en un accidente, me generó un estrés postraumático.
No me quejo de estar aquí, acepto que necesito ayuda, solo que a veces me pongo melancólico como hoy y extraño a mi familia, mi vida de antes, a pesar de no ser perfecta.
Paseo por los pasillos del psiquiátrico, algunas enfermeras ayudan a los demás pacientes, algunos más igual caminan por el patio mientras yo camino hacia mi habitación, quiero tener mi momento a solas.
Mi psiquiatra me dice que si sigo así en semanas podrá darme de alta, anhelo estar con mis padres otra vez, aunque me pesé la realidad donde mi hermano no está, en veces imagino que está de nuevo conmigo, solo tenía catorce años cuando murió.
Cierro los ojos, me niego a recordar esa noche.
Cuando voy por el pasillo que conecta las habitaciones, una de las pacientes sale de la habitación suya, su cabello me recuerda a alguien, es igual de castaño oscuro, lacio y a los hombros, a ella la veo a diario ya que se sienta enfrente de mi mesa a la hora del almuerzo, además de que puedo verla cómo se escabulle por esa habitación en las noches, ya que su novio habita en esa habitación, es extraño verla a esta hora cuando la pueden atrapar.
El psiquiátrico se divide en edificios de chicas y de chicos, solo compartimos comedor, era muy estrictos, los chicos no debían estar en el edificio de las chicas y viceversa.
Entré a mi habitación, tomé mi toalla y camine a las duchas, compartía baño con dos chicos más, sentí como el agua fría estremecía mi piel, me acostumbre a la temperatura unos minutos después. Salí del baño minutos después, no note nada raro camino de regreso, solo un extraño olor, un olor conocido.
Volví a entrar a mi habitación y había algo, una nota, la había deslizado por la puerta, me agaché a recogerla, desprendía un olor familiar.
Abrí la nota y no reconocía la caligrafía o…
Espera...
«Te encontré»
¿Mila?