Diagnóstico Final: Mila

Capítulo tres

—¿Mila? —pregunto en cuanto creo que es ella, voltea.

—Dante —alguien más me llama antes de que pueda descubrir quién es esa chica—. ¿Qué haces? —una de las enfermeras del psiquiátrico me habla, yo me pongo nervioso y tartamudeo.

—Yo... este... estaba... —murmuro.

Volteo hacia atrás y ya no hay nadie, ninguna chica castaña está sentada en el patio.

—Terminó la hora de descanso, debes volver a la habitación —me tomó del hombro y me guía a mi habitación, yo me quedo confundido, ¿cómo pudo desaparecer tan rápido? ¿Si era ella o solo la confundí?

—Terminó la hora de descanso, debes volver a la habitación —me tomó del hombro y me guía a mi habitación, yo me quedo confundido, ¿cómo pudo desaparecer tan rápido? ¿Si era ella o solo la confundí?

Esa noche no dormí, las incógnitas de mi mente no me dejaban en paz, ¿si era ella? ¿Qué hace aquí? ¿Qué pensará ahora de mí?

Después de aquella noche, ya no la volví a ver, sucedió el accidente de mi hermano y no pude iniciar las clases, ya no supe qué pasó con ella, solo la ví esa noche, pero mi mente la recuerda como si la conociera de siempre.

Ya pasaron dos días, sin rastro de esa chica, hasta ahora...

Era de noche, casi las diez y me quise dar una ducha, me encerré en el baño, cuando me quité la camisa del psiquiátrico alguien entró, pensé que era algunos de los chicos los cuales compartía baño, pero no, su aroma era dulce, como de una mujer.

Como Mila.

Entre en trance, no sabía qué hacer o qué decir, tomé la cortina y la corrí, ahí estaba ella.

Mila

Se dio la vuelta y la volví a ver, su rostro era igual a como lo recordaba.

—¿Mila?

—Dante —ella atravesó el baño y me dio un abrazo fuerte —. No sabes lo preocupada que estaba.

—¿Qué haces aquí? ¿Cómo supiste que estaba en este lugar?

—Lo supe por tus padre e Iván, lo demás no es de importancia.

—¿Cómo es que...? —ya no continué por que ella me besó, me tomó del rostro y juntos nuestros labios, me sorprendió el acto que tardé unos segundo en responder, tomé su cintura y la acerqué a mi cuerpo.

—No me quitó de la mente la noche que nos conocimos.

—Yo igual... —dije entre el beso—, lo recuerdo cada noche.

—¿Y si la repetimos?

Me tentó su propuesta, pero nos podían descubrir y meternos en problemas.

—Aún no, nos puedes descubrir.

—¿Eso significa que volverá a suceder?

Sonreí de lado

—Sí, sucederá de nuevo.

Nos volvimos a besar durante un rato, hasta que ella decidió alejarse, tomó el pomo de la puerta, antes de irse se volteo hacia mí, sonrió ladina y dijo:

—Recuerdame, acuérdate. Nos vemos —y salió del baño.

Me dejo agitado, me acerqué a la puerta a seguirla, pero cuando me asomé por la puerta, ya no había nadie, el pasillo estaba vacío.




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