Todos estábamos en el comedor del psiquiátrico, era la hora del almuerzo, yo jugueteaba con mi comida, no me sacaba de mi mente la imagen de Mila conmigo en el baño, ¿era posible que ella estuviera aquí? ¿cómo logró entrar? Tengo que resolver esas dudas, la tengo que encontrar.
Alguien se sienta a mi lado, es Jack, un amigo que he logrado hacer en el tiempo que llevó aquí. Él padece de depresión, no he hablado con él el porqué está aquí, pero por lo que cuenta en la terapia grupal, se autolesionaba, lo confirma las cicatrices en sus brazos.
—¿Qué pasa amigo? Te noto pensativo.
—No es nada —le resto importancia.
—Vamos, dime en que te puedo ayudar —sonrió enseñando su dentadura. Me imagino lo que puede costar sonreír pasando por una depresión. Además, él me puede ayudar a buscar a Mila.
—Yo... anoche una amiga —no sabía cómo catalogar a Mila—, entró al psiquiátrico.
—¿Recibiste visita?
—No, ella entró sin autorización, el caso es que se encerró conmigo en el baño.
—Uy, ya me imagino lo que pasó.
—No es lo que imaginas, solo nos besamos, el caso es que cuando la quise alcanzar ya no estaba y necesito saber que ha pasado, como dio conmigo.
—Bueno, por lo que me dices entró sin autorización, eso significa que no la registraron en recepción. Además sabes lo estrictos que son aquí con el tema de las chicas en el área de los hombres, así que esto puede ser muy difícil o muy fácil. Debes hablar con algún amigo que saben de ella.
—Si, sería más fácil —regresé la vista a mis alimentos, no comí mucho, dejé la bandeja en el contenedor y caminé por los pasillos, estaban casi solos ya que la mayoría estaba comiendo.
Giré hacia mi habitación, escuché como alguien me llamaba.
—Dante.
Me giré hacia donde creía que provenía la voz, no había nadie. Seguí caminando, alguien me tomó del brazo y halo al área de intendencia donde guardaban todo lo de limpieza, era un cuarto oscuro, alguien cerró la puerta, había una bombilla que apenas alumbraba, pude distinguir el rostro, era Mila.
—Hola —saludó como si nada.
—¿Cómo logras escabullirte por el psiquiátrico?
—Con inteligencia y astucia.
—Mila, es peligroso que estés aquí.
—Lo sé, pero es que quiero verte, te volviste mi necesidad.
—Mila...
—Debemos irnos de aquí, tú y yo...
Sentí una opresión en el pecho, la oportunidad me tentaba, pero no estaba listo para afrontar la realidad allá afuera.
—Aún no...
—Piensalo ¿sí?
Abrió la puerta y salió, yo me quedé un rato más analizando lo que me dijo, ¿quería irme de aquí? Analicé los pros y los contras. Pros: estaría con ella y saldría de este lugar que a veces me ahoga. Contra: Aún no estoy listo para vivir mi realidad, sin mi hermano. Alguien me sacó de mis pensamientos, era la señora de intendencia.
—¿Qué haces aquí muchacho?
—Yo... —me quedé sin argumentos, que podía decir.
—Sal de ahí y ve a tu terapia.
Eso me recordó que tengo que ir a terapia con mi psicólogo. Tal vez deba hablar con él sobre Mila.