Diagnóstico Final: Mila

Capítulo cinco

La oficina del doctor Anderson esta pintada de color verde menta, todo ordenado de una forma que te trasmita paz y tranquilidad, en otras ocasiones me hubiera funcionado, pero ahora estaba alterado, con nervios y dudas.

El doctor entra al consultorio, se sienta en su silla enfrente de mí, trato de ocultar mis nervios y que no los descubra tan rápido

—¿Cómo te va Dante?

—Bien —solo respondo eso.

—¿Qué hemos hablado de decir solamente bien cuando te pregunten cómo estás?

Miro mis manos por un segundo, siento cómo si hubiera hecho un delito.

—Estoy... —no lograba hallar una palabra que describiera cómo me sentía—. Me siento confundido, lleno de preguntas.

—¿Se puede saber por qué?

Dude en hablar de Mila, la podría meter en problemas, igual que a mí.

—Hay una chica que creo que no la he mencionado en terapias anteriores. Se llama Mila, no convivimos mucho, pero sé que me gustó.

—¿Qué sucede con ella? —su tono era calmado.

—Ella... vino a verme —contesté dudoso.

—¿Sucedió algo malo?

—No... —hablaba a pausas—, ella me dejó una nota primero diciéndome que me encontró.

—¿Tienes esa nota?

Esa también es una incógnita, no encuentro la nota, pero recuerdo haberla leído.

—No, la perdí.

—De acuerdo, ¿qué más sucedió?

—Ella entró al psiquiátrico... sin autorización.

Solo quise decir eso, no quería hablar más, sobre el beso, la posibilidad de escaparme con ella.

—Dante... —hace una pausa—. Lo que pasó está muy mal. Estás encubriendo una ruptura de normas, pero lo que realmente me preocupa ahora... es tu mente. ¿Estás seguro de que viste a Mila?

—Sí. La sentí. Sentí su aroma —dudo en decir más, sobre el beso.

—En ocasiones, cuando extrañamos a alguien, la mente juega con nosotros. Cosas que nos recuerdan a esa persona pueden hacernos creer que realmente convivimos con ella. Y que no encuentres la nota...

—Yo la recuerdo, doctor. Lo juro.

El doctor Anderson se queda en silencio. Sus ojos se pierden por un momento, como si estuviera conversando con su propia mente. Como si estuviera buscando algo... o decidiendo si debía decírmelo.

Mi cabeza estaba llena de dudas, mi mente me quería castigar, después de la terapia con el doctor Anderson me dejo la cabeza llena de dudas sobre si en realidad Mila me visitó o solo es producto de mi mente por que la extraña y que el olor de la c...

Mi cabeza estaba llena de dudas, mi mente me quería castigar, después de la terapia con el doctor Anderson me dejo la cabeza llena de dudas sobre si en realidad Mila me visitó o solo es producto de mi mente por que la extraña y que el olor de la chica me hizo recordarla.

Pero es imposible que sea producto de mi mente se sintió tan real.

Hoy tocaba llamar a mis familiares y quise hablar con mi mejor amigo, él debe saber algo sobre Mila.

Marqué su número en los teléfonos que el psiquiátrico tenía, esperé a que contestará, solo le he llamado dos veces, con esta tres.

—Hola.

—¿Iván?

—Dante, amigo ¿cómo estás?

—Yo bien, espero que estes bien. Amigo tengo que preguntarte sobre algo.

—¿Qué sucede?

—¿Sabes algo sobre Mila?

—Pues... no sé mucho sobre ella, pero lo que me cuenta Aitana es que se cambió de ciudad a Canadá y creo que conoció a alguien, es lo que me ha contado ella.

Me quedé helado, ¿cómo era eso posible? Si hace unas horas estuve con ella aquí.

—¿Pasa algo? Me contaste que pasaste la noche con ella cuando la conocimos, sé que te debe de doler enterarte de que ahora ella está con alguien más.

—Yo ... —estaba mudo, sin palabras—. Lo siento tengo mucho que procesar.

Y colgué.

¿Era posible eso?

¿Mila será producto de mi imaginación? ¿Una pésima broma de mal gusto?

¿O Mila es la que ha estado mintiendo?

¿Quién eres Mila?




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