El panda y la pantera siempre se encontraban juntos, cuando uno hablaba el otro guardaba silencio, pocas veces entraban en discusión, eran completamente diferentes, uno pensaba en los demás con ternura y el otro sólo pensaba en los demás como presas - ¿quieres que una guerrera se vuelva panda? No hablarás en serio, ¿o si? - bufó, el panda se encogió de hombros - ella se convertirá en lo que decida - respondió tranquilamente, confiando en su intuición - no puedes convertirte en panda, los guerreros no son tiernos, los guerreros son feroces, destruyen a todo aquel que pretenda humillarlo, robarle o incluso, matarle - rugió orgulloso, el panda le pegó en el hocico con su vara de bambú, logrando que la pantera le rugiese furioso - no se peleén... - intervino Imelda - los pandas son irresponsables, perezosos y CONFORMISTAS - le acusó la pantera con rabia - en cambio, las panteras somos feroces, conseguimos nuestra presa cueste lo que cueste, eso es ser un felino, fiereza, orgullo, trabajo duro, sigilosas, pero sobretodo, cazadores... - se regordeaba afilando las garras - sé un felino, una pantera y gobernarás el mundo - la princesa se miraba las manos endurecidas, se enfureció misteriosamente cuando la pantera llamó conformista al panda - ¿cómo puedes llamar conformista al panda? Su alimento es más sencillo de conseguir que cazar presas - comentó conteniendo un suspiro - los pandas son así, conformistas y sumisos - repuso burlón, Imelda se enfureció y en su mirada ardía la ira contenida - ¡Eso es! Enfurece y destruye todo, conviértete en un felino - la pantera se reía a carcajadas, la princesa se detuvo, suspiró. No iba a permitir que su corazón se enganchara en un sin sentido, era guerrera, más no iracunda, no se iba a endurecer por algo tan insignificante.
Se propuso buscar una forma de convertirse en ambos seres, tierna como un panda y feroz como la pantera.