La princesa tarareaba una canción nacida de su corazón, mantenía los ojos cerrados, tratando de descansar, más no dejaba de estar pendiente del pavo Real, una plumas oscura le comenzaron a brotar en diferentes partes de su cuerpo, algunas negras, otras cafés y unas más grises; A Imelda le disgustaron, no eran tan bellas como las que había arrancado y posaban a su alrededor, enfurecida se las arrancó con delicadeza, aún estaba débil el ave.
Aquellas plumas oscuras representaban al odio, rencor y amargura, visualizaba su interior mediante su plumaje; la princesa cambió de tonada y comenzó a cantar "Mi corazón entona la canción...", el ave lloraba amargamente, recordando su niñez, las heridas más profundas, era difícil descifrar cuál era el recuerdo, la doncella lo seguía consolando.
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Pasó un largo tiempo para que las plumas blancas de su cabeza volviesen a brotar con naturalidad.