Diálogos inconclusos. Inari Masga.

15. Dragón.

Imelda volvió a aparecer en el laberinto, caminó por el recorrido de la derecha, viró a la izquierda y nuevamente continuó por la izquierda en la intercesión siguiente. El trayecto estaba oscuro, comenzaba a hacer frío, y en algún momento notó dos sombras, se acercó con precaución, eran imponentes figuras; el dragón soltaba bocanadas de fuego en dirección al cielo, como si de algún modo aquello calentara el ambiente, sin embargo, también iluminaba escasamente el lugar, ¿Con quién estaba?

La princesa se acercó más sin hacer ruido, su corazón latía con demasiada adrenalina, y al descubrir el rostro del acompañante del dragón, paró en seco; ¿por qué estaba él ahí? ¿Cómo había entrado al laberinto? ¿Por qué estaba atado? ¿Qué influencia tiene el dragón sobre él?

A la doncella se le hizo un nudo en la garganta, sus piernas temblaban y al sostenerse de las paredes estas comenzaron a temblar, en un segundo el laberinto cambió su color, dándole un toque más cálido al lugar, la vista coral y el aroma a cerezas llamaron la atención de aquel preso, más el dragón se enfureció y soltó otra bocanada, pero ahora, en dirección a la princesa. Ella trató de esconderse, de huir, pero se detuvo al mirar la melancolía de aquel ser... - ¿Dónde está tu orgullo? ¿Dónde está tu dignidad? - gritaba el dragón, ella no respondió, lo analizaba con la mirada - ¿Por qué no entiendes que solamente tú eres la culpable de este frío? - volvió a hablar el ser al no recibir respuesta - ¡Es tu culpa que haga frío! ¡Me robaste a mi pequeña! - la doncella notó el dolor en los ojos de aquel preso, quería acercarse, tomar su rostro y liberarlo de aquellas cadenas, pero el dragón le impedía el paso, ¿Cómo ayudarle?

La princesa se mantuvo en su sitio, cantaba melodías dulces, tratando de consolarlo a la distancia, le recordaba su fuerza, su nobleza y su amor; el preso se tapaba los oídos, cerraba los ojos y hacía muecas, llevaba una lucha en su interior.

El tiempo fue indefinido, aquel muchacho no lograba concretar nada, y el dragón le observaba, cada vez que del joven brotaba una llama, el dragón la absorbía; hasta que por fin brotó un fuego demasiado denso. Ese fuerte guerrero estaba brotando como el fénix. 



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En el texto hay: experiencias de vida, aventura y fantasia

Editado: 30.03.2022

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