En definitiva no pude negarme, ¿una fiesta? ¿Mi primera fiesta? ¿Con Joe?
Le dije que lo pensaría, pero yo estaba muy convencida de que iría a esa fiesta.
Vamos, Bec, ¿a quién intentas impresionar?
Al llegar a mi habitación encendí la laptop y comencé a escribir en mi blog personal, (aunque anónimo) y registré algunos datos importantes para informar a mis lectores de lo que estaba sucediendo en mi vida. Lo sé, suena estúpido el hecho de que quiera ¿demostrar que estoy dejando de ser antisocial? No lo sabía...
Tal vez Joe, Denzel y Jayden se olvidarían de mí para mañana.
Solo era cuestión de tiempo para volver a ser la antipática y aburrida Rebecca Eyre que escribe en un diario.
Al día siguiente pasé por los pasillos del instituto, a los costados se encontraban los cerebritos, y al otro extremo el equipo deportivo donde Jayden se encontraba.
—Quién diría que Rebecca Eyre fuera un diamante en bruto —dos chicas, una asiática y la otra americana, se detuvieron frente a mí y me extendieron una de las hojas rojas que estaba circulando por toda la universidad.
Miré el dibujo primero, se trataba de mí en caricatura y tenía unas espantosas letras que decían "Los marginados también se enamoran" y lentamente bajé la vista hacia el resto.
Mi nombre es Rebecca Eyre, vivo en Seattle con mi madre y mi hermana, pero escondo un secreto oscuro: estoy enamorada de Jayden Foster, y cada día es más difícil llevarlo conmigo por el simple hecho de que él es el chico popular y yo sigo siendo la chica invisible desde que tengo memoria. Solo fui aquella que lo ayudó con cálculo en la preparatoria, y ahora lo único que deseo es que el me mire como mira a otras chicas, por eso este año he decidido acercarme y tal vez... tal vez pueda enamorarse de mí...
Un pedazo de mi vida se había expuesto en el periódico escolar.
Rebusqué en mi mochila rápidamente, y no lo encontré. Mi estúpido diario no estaba.
Me marché de allí rápidamente mientras la gente me oteaba con burla, fui hacia el salón 101 donde se encontraba Denzel al lado de Anne, y los cientos de hojas estaban sobre la mesa.
No lo dudé más y le di una bofetada, le quise dar otra pero él tomó mi mano deteniéndome.
— ¿Te has vuelto loca? —clamó con rabia, su cara estaba roja y sus ojos ardían de cólera.
— ¡Eres un imbécil! —grité—. ¡¿Cómo pudiste hacerme algo así?! ¡¿Qué carajos te hice?!
—Bájale de huevos —me solté al escucharlo—. No tengo nada que ver con estos estúpidos dibujos. —Tomó una hoja, me la extendió en la cara y luego la arrugó en su puño y la lanzó al suelo—. ¿Crees que sería capaz de hacer algo como eso, Rebecca?
— ¡Tú eras el único que pudo haber hecho esto! —Anne me miró con temor, ella tenía que estar enterada de esto.
Denzel escudriñó su estúpida mirada de niño sexy y se arrimó para intimidarme, me miró a los ojos y habló.
—No sé en qué mierda estés metida, Rebecca —su aliento sopló contra mis labios y se sintió tanta oscuridad que aterraba—. Pero no me vas a estar culpando como una niña mimada y tonta, averigua quien lo hizo antes de acusarme, ¿entendiste?
—Me vale una mierda lo que digas —tomé las hojas y las tiré al cesto—. Tú estás a cargo del maldito periódico, no me vengas con que no fuiste tú porque no te creo ni una...
—Fue uno de los amigos de mi hermano, Rebecca —comentó Anne—. Anoche entraron a la escuela e imprimieron las hojas, ni Denzel ni yo somos culpables de esto.
Joe no pudo haberme distraído para que ellos tomaran mi diario, ¿o sí?
Las lágrimas escurrían de mis mejillas como si fuera una niña pequeña de cinco años. ¿Por qué carajos me sentía tan malditamente débil?
—Al menos tenía razón en una cosa —habló Denzel con molestia.
— ¿En qué, según tú? —me crucé de brazos.
—Uh, dejaré que lo descubras tú misma. No voy a facilitarte la vida. —cruzó a mi lado y chocamos los hombros.
—Sé que Joe no lo hizo —comenté antes de que se fuera—. Sé que lo hiciste tú.
— ¿Y cómo estás tan segura de eso?
—Le voy a preguntar cuando me lleve a su fiesta. Entonces sabré que fuiste tú.
—No vas a ir —se volteó—. En esas fiestas abusan de las niñas tontas como tú que creen que tipos como Joe las toman en serio.
—Aun así iré. Joe es mi amigo. —Denzel soltó una carcajada amarga.
—Adelante. Diviértete. Solo que no quiero que vengas llorando para que te salve.
Y luego se fue.
Cuando llegó la noche, Joe me había recogido en mi casa y me había llevado a esa dichosa fiesta que había organizado. Me ayudó a bajar del auto y luego lo hice detenerse para preguntarle a cerca de esa publicación.
—Joe —él me miró con curiosidad—. ¿Puedo preguntarte algo?
Él sopló una risa carismática y asintió.
— ¿Tú publicaste mi diario? —su sonrisa desapareció.
—No. —respondió—. No tengo ni idea, Rebecca. ¿Por qué me preguntas algo como eso? ¿Crees que yo lo hice?
—No, claro que no. —Apreté mi bolso—. Pero Denzel cree que sí.
— ¿Y tú quieres creerle a ese maldito? Vamos, es una fiesta, Bec, quiero besarte y pasarla bien. ¿No quieres eso?
— ¿No te importa lo que dicen de mí? —soné avergonzada.
—No, porque él jamás va a interesarse como lo hago yo. Y no veo amenaza. —Joe me tomó de la mano y me guio hasta el interior de la casa.
Zayn sonaba en la bocina mientras los jóvenes superdotados bailaban junto a chicas con vestidos escotados y demasiado cortos que mostraban sus traseros.
Esto era realmente patético.
Joe me dejó en una esquina para ir por unas bebidas y saludar a sus amigos. Por suerte Jayden no se encontraba por ningún lado, pero los ojos de Denzel me atraparon con misterio cuando me distraje.
— ¿Tú qué demonios quieres? —Él no dijo nada y tomó un sorbo de su vaso color rojo—. Te hice una pregunta, Denzel.