Al llegar a casa me volví a encerrar en la habitación evitando que mi madre estaba en el comedor trabajando, pero ella estaba tan cansada que no había notado tampoco mi regreso.
Mañana sería la burla de nuevo en la escuela, y Jayden me odiaría.
Me hice una coleta y me dejé caer sobre la cama mientras pensaba en aquel beso peculiar.
Me rocé los labios con los dedos y entrecerré los ojos mientras lo volvía a imaginar.
¿En serio voy a pensar en ese idiota bueno para nada?
Abrí los ojos y apagué la luz para dormir. Si algo podía seguir haciendo bien era quedarme callada y no decirle a mi madre, porque sabía perfectamente que iría a reclamarle a Denzel sobre su acoso y yo no estaba segura de que él había publicado eso aunque todo apuntara a él.
(...)
Tomé asiento en una mesa solitaria cuando las sombras se apoderaron de los lugares vacíos y volví a sentirme incómoda. Las chicas de otras mesas pasaban sus miradas sobre mí con burla y asco mientras Joe se acomodaba en frente de mí.
— ¿A dónde fuiste anoche, Bec? —me frustraba tener que responder cosas, y más mientras sus otros amigos estaban invadiendo mi espacio privado.
—No me sentía bien.
— ¿Y por qué no me pediste que te llevara a casa? —preguntó desconcertado—. Pensé que yo era tu compañía, pero en cambio decidiste irte con Derricks.
—Es que tenía que hablar con él sobre algo.
— ¿Sobre mí? —la figura de Jayden se sentó a mi lado y me examinó con curiosidad de nuevo. Él siempre tenía esa mirada de... quién sabe qué demonios...
— ¿A qué te refieres...? —todo mi cuerpo tembló.
—Pues sobre que te gusto, Eyre, ¿qué más podría ser? —estaba a punto de salir corriendo cuando Denzel apareció.
—Deja a Rebecca en paz. —su tono me dio miedo. Ya no estaba borracho, pero sus pupilas estaban dilatadas. Joe se puso de pie a su altura y lo retó con la mirada, y luego lo empujó levemente.
— ¿Otra vez tú? ¿Por qué no dejas a mi chica en paz? —amenazó Joe, y Jayden volteó a mirarme de nuevo como si fuera una víctima.
—No es tu chica —Denzel me miró—. Le quité la virginidad de su boca ayer cuando la dejaste sola y prometiste cuidarla.
Mierda.
Jayden y Joe volvieron a mirarme junto a los otros chicos de nombres desconocidos. Todo estaba cayendo a mi alrededor. Me levanté de la mesa rápidamente antes de que alguien más me mirara por haber escuchado esas malditas palabras salir de su boca, pero caí al suelo y todas las risas se apoderaron de la sala.
—Deja a Rebecca en paz. —escuché decir a Denzel, y luego fue para ayudarme pero lo empujé y salí corriendo directo a un baño.
No sé qué demonios estaba pasando conmigo.
— ¿Rebecca? —escuché la voz de Anne, y en cuanto lo hice salí y la abracé mientras sollozaba descontroladamente. El maldito de Denzel me había humillado otra vez—. Denzel está allá afuera, quiere disculparse contigo.
— ¿Él dijo eso? —me separé de ella para limpiarme la cara y lavarme el rostro con agua fría. Después de haberme caído delante de todos no iba a volver a ese lugar definitivamente.
—No, pero quiere verte, y estoy casi segura de que es para disculparse contigo por todo lo que pasó allá afuera... ¿no quieres ver lo que dice por lo menos?
Negué con la cabeza.
—Vamos, Bec, no puedes solo ignorarlo. Es un estúpido, pero ha sido un gran amigo mío y...
— ¿Y qué? —Mi voz sonó ronca—. Me humilló, besó y me volvió a humillar de nuevo. No quiero volver a verlo.
—Al igual que Denzel, también creo que Jayden fue quien hizo público tu diario. Al menos deberías hablar con Denzel sobre todo. Me contó sobre anoche, y claro que mencionó el beso que te dio borracho. —se veía que Anne quería ayudar, porque era una muy buena persona, pero mientras siguiera del lado de ese idiota...
—Dijo que olía a ajo. —Balbuceé con odio—. ¿Qué clase de idiota dice eso?
—Bueno, estoy de acuerdo contigo. Él es la clase de idiota que lo diría. —sonrió—. Pero comienzo a pensar que le gustas de verdad, aunque no lo parezca.
—Es un maldito monstruo. —ambas salimos del sanitario, y sí, definitivamente Denzel estaba esperándome. Se encontraba recargado en la pared con los brazos cruzados sobre el pecho.
Maldito ángel caído.
Anne se fue, y él quiso que lo siguiera al salón 101 donde la magia de las burlas ocurría. Escribir en el periódico siempre había sonado divertido, pero cuando exponían tu vida privada se sentía de la mierda.
Denzel movió un par de cajas y subió una encima de la mesa.
—Toma —me extendió una libreta que sacó de la caja y el ambiente se volvió más incómodo de lo que ya era.
Me quedé unos segundos pensando cuál era su próximo movimiento. ¿Qué diablos estaba pensando hacer Denzel?
—Es mi diario —no pude evitar reírme cínicamente—. Tómalo, publícalo, enséñaselo a tus amigas, haz lo que quieras con él.
— ¿Por qué querría hacer algo como eso? —lo tomé—. No soy como tú.
—Fue Jayden quien te expuso, ¿Qué acaso no ves lo que esos idiotas intentan hacer contigo? Tal vez los conozcas desde la preparatoria y pienses que aquí se juega de la misma forma, pero conozco a esos tipos, a Joe y a sus secuaces desde hace años al igual que Anne. Y ella no se ha podido alejar porque él es su hermano, pero Jayden ¿en serio imaginabas ser su chica algún día? Tipos como él destruyen a las chicas buenas como tú.
Bajé la mirada hacia su diario y noté que si era uno de verdad, pero sentí que estaba siendo indiscreta al mirar.
—Supongamos que todo lo que dices es cierto —él alzó la mirada—. ¿Por qué carajos me besaste esa noche?
—Estaba muy ebrio —se defendió—. Pensé que eras otra persona, y ya. ¿Qué no te lo explicó Anne?
Coloqué el diario en la mesa y me crucé de brazos.