—Hola cariño. —me saludó mi madre al llegar a casa con una bolsa de comida china. Era prácticamente nuestra comida favorita de los viernes. Ese día le había pedido a mi madre que llamara a la escuela para decirles que me había dado temperatura y que el doctor me había sugerido quedarme en casa.
—Hola mami —dije inocentemente mientras acomodaba los platos sobre la mesa.
Si tuviera mi diario, seguramente habría escrito el suceso pervertido entre yo y Denzel Derricks, pero no, por suerte todos esos secretos verdaderamente vergonzosos estaban en mi cabeza—. ¿Cómo te fue en la junta?
—Me fue bien —sacó la comida de la bolsa—, excepto por la llamada que hice justificando tu falta donde me dijeron que alguien te estaba acosando. —Me miró a través de sus lentes de contacto—. ¿Quieres explicarme, Bec?
Mierda.
—Iba a contártelo. —tragué duro, tomé asiento y comencé a servirme comida.
— ¿Y se podría saber cuándo?
—No quería interrumpir tu trabajo por mí, es todo. Pero, ahora que lo sabes, quiero que sepas que no me incomoda. Lo he tratado con madurez. —eres una pésima mentirosa, Rebecca.
—Rebecca, tú eres mi hija. Me importa saber todo lo que ocurre contigo. —mamá dejó sus cubiertos en la mesa y volvió a mirarme—. Hablaré con el director, no me gusta que te estén molestando.
—Por favor, no lo hagas —entrecerré los ojos—. Eso solo empeorará las cosas. Déjame resolverlo yo sola, por favor, mami.
—Está bien, Rebecca —bufó y comenzó a comer—. Pero si me entero de que siguen molestándote, hablaré con el director, ¿entendido?
Asentí.
— ¿Esa es la verdadera razón por la que no quisiste ir hoy? —asentí nuevamente, ella hizo frunció los labios y luego hice la pregunta que esperaba hacerle en cuanto tuviera tiempo.
—Mami, ¿tú de casualidad conoces a los Derricks? —ella dejó de mascar y tomó un sorbo de agua de sabor.
—Sí. Tyler Derricks, fuimos amigos en la preparatoria. Después de la graduación él abrió un taller, se casó con Cindy Roberts y fue todo lo que supe de ellos. —respondió—. ¿Por qué la pregunta, hija?
—Bueno, yo... —díselo, Rebecca—. Conocí a su sobrino.
Mi madre, como si hubiera dicho algo muy malo, dejó de comer y me miró con seriedad.
Aquí viene.
—Aléjate de él, Rebecca. No quiero que los Derricks te influyan oscuridad, ¿me has entendido? —su léxico fue duro, incluso para alguien tan dulce como ella.
—Denzel me agrada.
¿Qué carajos estás diciendo, Rebecca? ¡Él te besó y manoseó!
—No quiero que lo veas más. —Apartó la mirada—. Esa familia solo lleva problemas consigo.
—Pero... ¿por qué debo hacerlo, mami? —dudé.
—Es mejor que no lo sepas nunca, Rebecca. Sólo haz lo que te digo, no quiero que veas a ese chico más. No quiero enfadarme contigo si descubro que sigues hablándole.
Asentí y guardé silencio.
Por la reacción de mi madre, había algo que me estaba ocultando y debía de descubrirlo antes de seguir hablando con Denzel.
Después de la comida me quedé en mi habitación viendo The OC, ya casi llegaba al final cuando alguien tocó mi puerta.
—Pase —dije.
Joe apareció en la puerta y se acercó hasta mí con una caja de chocolates. Lo que él no sabía era que yo tenía alergia al cacao.
—Hola linda —tomé la caja y la dejé en el otro extremo de la cama—. Dijeron que estabas enferma y me preocupé. Anne también vino, pero le dije que nos diera un poco de espacio. Está abajo hablando con tu madre.
—Hola, Joe... —me mordí el labio, nerviosa—. Tal vez mi madre se desconcierte, no le he hablado de ustedes.
—Bueno, supongo que no era necesario. Le encanté a tu madre.
¡¿Qué carajos hacia éste en mi casa?!
—Quiero que sepas que no me importa lo que dicen de ti, Rebecca —mencionó, y de pronto sentí su mano sobre mi pierna—. Quiero cortejarte.
Joe era una buena opción, era un gran chico y le agradaba a mi madre, pero...
Denzel.
¡¿Qué carajos haces al pensar en él?!
—Ya está la cena —Anne me salvó al aparecer por la puerta, me dio un leve abrazo y me arrastró hacia el primer piso.
Durante la cena todo había sido un poco incómodo, mamá le hacía preguntas a Joe y él respondía sin temor alguno, y Anne lo halagaba. Pero yo quedaba fuera.
Lo único que hacía era pensar en el maldito de Denzel y sus labios. En esos malditos labios que me carcomían la boca de deseo. Lo acababa de conocer en mi primera semana de la universidad y ya estaba ocasionándome problemas y estúpidos deseos sexuales.
—Disculpen —me levanté de la mesa y me dirigí hacia mi habitación. Cerré con seguro y me dejé caer sobre la cama.
Lo único que quería era permanecer un día con tranquilidad, ¡pero los problemas venían a mí!
— ¿Cansada, Rebecca? —abrí los ojos y lo vi. Denzel estaba sentado en mi balcón sin miedo a caerse.
—Denzel —me levanté—. ¿Qué crees que haces?
— ¿En serio piensas que invitándolo a tu casa a comer con tu madre y recibirle chocolates va a asegurar una relación con él?
—Ese no es tu problema. Vete de mi casa, ahora.
—Eres tonta —él vino hacia mí—. No fuiste a clases para evitarme.
—Lárgate, Denzel, o le diré a Joe que te saque de aquí. —lo amenacé—. Quiero que te vayas.
—Solo vine a entregarte esto —me extendió una hoja roja. Esto debía de ser una broma.
Sin mirarla, la tomé, la arrugué y la tiré.
—Ya veo. —Se dio la vuelta—. Me iré antes de que tu novio venga y tenga que darle explicaciones de más.
—Sí es mi novio. ¿Y qué? —Se subió al balcón—. ¿Acaso te importa, Denzel?
Denzel no respondió y solo se marchó. Esa noche despedí a mis amigos y le dije buenas noches a mi madre para dejarla trabajar en su proyecto, y terminé de ver el capítulo final de mi serie. Me encontraba en ese momento en que no sabes qué hacer con tu vida después del cierre de una etapa. Tomé mi celular y comencé a ver las publicaciones de mis amigos de Facebook, y por alguna razón busqué a Denzel.