Diario de dos

Capítulo 6

 La chica pelirroja dejó caer las hojas al suelo y comenzó a correr, pero de inmediato, el guardia la apuntó con la linterna y ella se detuvo.

—No vas a escapar, Alessia —me sorprendió al escuchar a Denzel. ¿Acaso la conocía?

—Yo no tuve nada qué ver con esto —dijo al instante.

—Sí, claro —ella se volvió hacia nosotros, y luego dejó caer sus hombros—. ¿Vas a decirnos por qué lo hiciste?

La chica guardó silencio, fui hacia ella pero Derricks me detuvo y negó con la cabeza. ¿Qué demonios estaba haciendo al hacerme a un lado?

—No lo hice sola, alguien da las órdenes —habló al fin—. Me pagan por imprimir y pegar las hojas, ese es todo mi trabajo. No tengo su diario.

— ¿Cómo sabes que hay un diario? —interrogó Denzel, ella se tensó.

—Bien. No sé si es un maldito diario, pero alguien da las órdenes, yo solo las ejecuto. No tengo nada más qué ver con eso. —Se justificó Alessia—. Si fueras más inteligente, te alejarías de esta zorra, Denzel.

Perra.

—No le llames así —enfureció—. Discúlpate con ella, Alessia. Ahora.

La chica, que tenía un buen estilo de la moda, se acercó a él y le acarició los labios con sus dedos mientras sonreía.

—El próximo secreto a revelar te va a gustar mucho Denzel. —Alessia me miró—. Pero estoy segura de que ella se enfurecerá contigo. Tengo más de esas en mi casa, y te aseguro que todos van a tenerlas.

Después de ese aterrador comentario, él se inclinó y tomó una de las hojas y después se la arrebaté.

Esto no podía ser posible.

Esto se había pasado de la raya.

Querido diario virtual, así es, por primera vez un chico me hizo sentir en las nubes, su nombre es Denzel Derricks, el chico que me está poniendo el mundo de cabeza...

La sangre se me bajó a los pies, el señor Hamilton, —quien era el guardia—, se quedó perplejo a punto de decirnos que nos fuéramos cuando salí corriendo y él fue tras de mí.

— ¡Rebecca! —comencé a correr a más velocidad, pero de pronto caí y me rocé los hombros. Denzel se inclinó y me ayudó a levantarme, pero me sentía muy débil por la caída; e incluso mareada por toda la situación que me estaba avergonzando.

No podía ni siquiera mirarlo a los ojos.

— ¿Quieres que te lleve a un hospital? —lo empujé.

—No me toques. —me quité su chaqueta y se la di—. Me voy casa.

Antes de que pudiera irme, Denzel me tomó del antebrazo y me volvió hacia él.

Pensé que diría algo estúpido acerca de lo que yo misma había escrito para avergonzarme, pero no lo hizo después de todo.

—Vamos a la cafetería, te compraré algo de comer para que te suba el azúcar.

No sé por qué demonios acepté, pero lo seguí.

(...)

Una vez que llegó mi malteada de fresa con plátano y hielo comencé a absorber el líquido por el popote de metal en forma de caramelo. El lugar al que Denzel me había llevado era realmente hermoso, tenía un estilo retro fantástico que te hacía vivir en otra época.

— ¿Ya estás mejor? —preguntó él mientras tomaba un sorbo de su café.

Asentí, aún sin poder mirarlo a los ojos.

No puedo creer que el lunes todo el mundo leería ese pedazo vergonzoso de mi vida. Sin poder controlarlo, comencé a llorar. Mis manos y piernas estaban temblando.

Estaba siendo víctima de acoso, ¡mis propias palabras me estaban destruyendo!

—No —su mano tocó la mía—. No llores, por favor, Rebecca.

Alcé la mirada.

—No voy a permitir que Alessia, o quien sea que esté detrás de esto se atreva a humillarte de nuevo, ¿entiendes? —los labios me ardían al igual que la herida de los brazos y las rodillas. Iba a tener que usar sudaderas para esconder las cicatrices o mamá haría demasiadas preguntas, y lo menos que quería era que ella también se involucrara en todo esto...

—Tengo mucho miedo de que sigan usando mi propia información en mi contra —murmuré—. Son mis secretos, es mi maldita vida privada. ¿Cómo supieron esa información si se encontraba anónimamente?

—Ellos tienen mucha información, tienen contactos en todos lados. Quien lo está haciendo tiene poder, pero yo tengo más. Haré lo que sea necesario para que Alessia sea la única que tenga esa información.

—Joe... —retiré mi mano de debajo de la suya y retiré la mirada—. Él no puede enterarse de nada, Denzel. Joe me quiere, al menos lo está demostrando al ser tan lindo conmigo. No puedo quitarle eso, nunca nadie me había hecho sentir tan especial.

Noté la incomodidad en su cara.

Se terminó de beber el café y respondió.

—Pensé que después de esto, te olvidarías de ese idiota. —musitó sin apartar sus ojos verdes de mí—. Después de lo que pasó en la cochera...

—No hablaré de eso —me levanté de la mesa—. Pudimos haber tenido ese momento, pero ambos sabemos que Joe es con quien debo estar.

Una vez que terminamos, él me fue escoltando a un metro de distancia hasta mi casa. Parecía sencillo pensar en todo lo que los dos habíamos pasado juntos esta semana, pero no era así cuando estábamos cerca. Él y yo sabíamos perfectamente que todo eso fue una fantasía cumplida y ya...

(...)

El fin de semana había salido con mi madre a algunos centros comerciales y habíamos pasado un gran tiempo juntas, pero eso había pasado demasiado rápido; y el lunes a las 7am había llegado.

Me preparé, llevaba puesta una gorra, lentes y una chamarra de mezclilla nueva que había comprado este fin de semana. Al recorrer los pasillos, no divisé ningún movimiento extraño. No había hojas pegadas en los casilleros de todos ni nadie me buscaba con la mirada para burlarse.

¿Qué había sucedió?

—Aquí estás —Joe se acercó, y me besó en la mejilla con cariño—. Tengo qué preguntarte algo y no puedes negarte, Bec.




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