Diario de dos

Capítulo 11

Querido diario, me estoy enamorando de Denzel Derricks, y lamentablemente no se lo he dicho a Joe...

Cerré el diario y recargué mi cabeza en el árbol.

Esa noche después de hacerlo con Denzel terminé llorando en un rincón de mi habitación, después de bañarme y después de la cena ligera que hice porque el estómago se me había revuelto. ¿Así se sentía estar enamorada y nerviosa?

Saqué una pastilla para el dolor de cabeza y tomé un sorbo de jugo.

Esto es lo que me obligas a hacer, Denzel Derricks.

—Hola, Rebecca —la vieja Rebecca se hubiera muerto de nervios al verlo y hubiera fallecido de un ataque al corazón, pero cuando vi a Jayden Foster solo sentí tranquilidad—. ¿Aún te acuerdas de mí?

Asentí, apreté el diario entre mis manos, quería esconderlo, pero no me dio tiempo, y para entonces ya lo había notado.

—Solo vine a decirte que nada entre nosotros va a ocurrir —me mordí el interior del labio y enarqué las cejas. ¿Se ha vuelto un completo idiota?

—No quiero nada contigo, Jayden. —y así era, la nueva Rebecca estaba enamorada de otro.

—Eso no es lo que dice tu diario —rodeé los ojos irritada, pero aun así él continuó—. No deberías estar acostándote con Derricks mientras tienes algo con Joe.

¡Es un maldito idiota!

—Ese no es tu asunto, Jayden. —cogí mis cosas y me alcé, pero él fue tras mí.

—Por cierto, es mejor que corras o tus dos novios se darán una paliza ahora que volvieron al instituto. —comentó finalmente.

Apreté mi mochila contra mi hombro y comencé a correr con el diario aún en las manos.

Lo había olvidado por completo, ya era lunes.

Salón 101, nada. Pasillos, nada. Baño, nada. ¡¿Espera qué?! ¡¿Por qué busqué en los baños?!

Si algún chico me vio, volvería a humillarme yo solita.

Estúpida nueva Rebecca distraída.

Solo se me ocurrió un lugar, y fue donde todo comenzó.

Cuando llegué al gimnasio los chicos estaban jugando ligeramente, me detuve agitada y divisé a Denzel lanzando la pelota, los chicos de su equipo gritaron entusiasmados y luego lo vi acomodarse el cabello rizado; y cuando menos lo esperaba, nuestras miradas se conectaron.

Las imágenes de todo lo que había ocurrido hace ya varios días cruzaron por mi cabeza, si me viera en un espejo ahora mismo diría que estoy ruborizada.

No puedo seguir engañándome a mí misma, me estoy enamorando de él.

Hola —se acercó, su voz estaba tan ronca que me preocupaba. ¿Se habría enfermado?

No dije nada, en realidad no quería decirle nada, no estaba lista para enfrentar esto...

— ¿Qué sucede, Rebecca? —me di la vuelta y hui de ese lugar. No podía soportarlo.

Los nervios me estaban sumergiendo, me sentía demasiado extraña, sentía que lo que había hecho con él estaba muy, MUY mal...

—Rebecca —choqué con Joe, se veía mejorado por completo—. He vuelto, linda, ¿por qué huyes?

Porque acosté con tu peor enemigo.

—Hola, Joe, yo... de hecho estaba buscando a Anne, ¿está por aquí? —escondí el diario detrás de mí.

—Está en la biblioteca. —respondió.

—Gracias, necesito ir a buscarla.

—Espera, no comas ansias —tomó mi brazo suavemente—. Quiero hablarte de algo.

—Yo también tengo que hablarte de algo, Joe.

—Ven, vamos a hablar, Rebecca. —tomamos asiento en una banca cercana, y él comenzó—. Quiero confesarte que he estado viendo a otra chica, se llama Megan, pero te seguro que no sucedió nada entre nosotros, solo terminábamos algo que teníamos hace mucho, lo dejamos atrás, y debo decirte que ahora seré todo tuyo.

Joe encerró mis manos entre las suyas.

Dile, Rebecca.

—No he sido nada sincera contigo, Joe. —Alejé mis manos—. Quiero tomarme un tiempo.

— ¿Y eso por qué, bonita? ¿He hecho algo malo?

—Al contrario, yo soy la que ha hecho algo malo. —corregí, dejé caer mis hombros y esperé su respuesta.

—Está bien, te entiendo, Rebecca. Sé que no he estado para ti, no he sido el novio que esperabas que fuera... Todo sucedió tan rápido que no nos dimos tiempo de conocernos. Te vi y pensé que eras linda —Joe tocó mi rostro—. Lo pensé sin importar que todos dijeran cosas sobre ti, pensé que eras tan linda que debía ser tu protector...

Oh Joe, realmente eres demasiado dulce.

—Solo prométeme algo, Rebecca Eyre —lo escuché con atención—. Irás a una última fiesta conmigo, y después dejaré de molestarte.

(...)

Malditas fiestas clandestinas. No sé por qué acepté venir a esta bodega oscura.

Me puse mi mejor ropa, aunque era denigrante en comparación con los atuendos de otras chicas. Cayendo de Deorro comenzó a sonar, y las parejas se mezclaban entre sí. Era una fiesta neón, Joe se desapareció para traer bebidas y me quedé con Anne, quien observaba al chico que hacía los maquillajes detenidamente.

—Ve, habla con él —grité, ya que la música estaba muy alta.

—No lo creo —se acomodó los lentes.

No la quise presionar, Joe volvió con las bebidas y nos incito a bailar una vez que terminamos de beber los tragos. Anne no quiso ir con nosotros, pero se ofreció a cuidarme la bolsa.

Esto había pasado muy rápido.

¿Qué carajos estoy haciendo en esta fiesta?

El alcohol comenzaba a quemarme el torrente sanguíneo, fui por otro vaso y otro hasta quitarme el chaleco de mezclilla y quedarme en sostén.

Sentía demasiada adrenalina recorrer mi cuerpo, estaba sudando por todos lados, sí, por todos los malditos lados.

Sacudí mi cabello, miré el suelo, y al alzar mi vista perdí a Joe.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.