—Hija, necesito que me hagas un favor. —mamá corría desesperada por la casa, llevaba una dona en la boca, un café en la mano y en la otra una carpeta—. Busca la grapadora.
Saqué una de mi mochila y se la di.
—Gracias cariño —mamá acomodó los papeles en la mesa y los ordenó para luego graparlos—. Cuando salgas de clases te quiero aquí de vuelta, recuerda que estás castigada. Nada de Joe, ni de Anne, ni de Denzel Derricks. En especial el último, no te quiero cerca de él.
No creo que él quiera alejarse de mí después de anoche.
— ¿Por qué no puedo faltar? —reproché.
—Ya hablamos de eso, Rebecca, no quiero que faltes a tus clases. Tienes que continuar con tu carrera, y la beca no se paga sola. —Mamá tomó su bolso—. Ya sabes, después de clases vienes de vuelta a casa.
Probablemente desobedecería, quien sabe.
Una vez que mi madre se fue a trabajar dejé la mochila en el suelo y saqué la laptop. Tenía qué denunciar las publicaciones de mis notas. Quien quiera que estuviera haciéndome esto tenía contacto cercano conmigo, sabía todos mis movimientos, ¿pero cómo carajos lo sabía?
La cuenta desde donde hicieron las publicaciones era anónima, no tenía seguidores ni etiquetas, no tenía información ni fotos. Esto era demasiado sospechoso.
Lo peor de todo es que averiguaron la clave de mi celular. O tienen un gran hacker o de verdad es alguien cercano. ¿Mi madre? No lo creo. ¿Denzel? Posiblemente. ¿Joe? Sospechoso. ¿Alessia y Jayden? Seguro que ellos trabajaban con esa persona de identidad oculta.
Me hice una cebolla y después de tomar mi mochila salí de casa. Esto era una mala idea como siempre.
¿Cómo seguiría con mi vida después de que Denzel sabía que yo... me estaba enamorando de él siendo un idiota?
—Hola, preciosa —me sorprendí al ver a Joe en el jardín de mi casa con un ramo de rosas naranjas. Mi color favorito.
—Hola, Joe, ¿qué haces aquí? —tomé el ramo y olí las flores, eran hermosas y olían delicioso.
—Quiero disculparme por lo que sucedió anoche. —Bajó la mirada—. No soportaría que te sucediera algo, Rebecca.
—No tenías que hacer eso, Joe, entiendo que no querías arriesgarme. Fui yo quien se puso ebria y le hizo caso a un tipo extraño. Si no hubiera sido por Denzel...
—Escucha, Bec, sé que querías que nos diéramos un tiempo, pero entre más te alejas de mí quiero tenerte cerca, quiero intentarlo de nuevo y no ser un idiota. —pero Denzel...
Sus malditos besos maniacos que me carcomían la sed, si es que se puede hacer eso, claro.
—Te quiero, Bec. Esta vez no habrá una Megan o un Jayden que se interponga. Y hablaré con tu madre, claro, pienso hablarle y pedirle que seas mi novia. —Joe se adosó hacia mí y asió mi mano furtivamente y me dio un beso en el dorsal.
Este es el chico perfecto, el que cualquiera quisiera tener.
«Deja a Joe, Rebecca. » escuché la voz de Denzel como un eco en mi mente.
Maldito y sexy Denzel, ¿qué carajos me estás haciendo?
—Di que sí —insistió Joe.
—Lo pensaré. —aclaré—. Ahora debo pensar en lo que voy a hacer, todo el mundo se burlará de mí si asisto a la escuela.
—Que no te importa lo que digan —seguí a Joe hasta su auto, pero vi el Acura NSX rojo de Denzel estacionado a unos cuantos metros de mi casa; llevaba una flor en sus manos, la gorra y su chaqueta favorita.
Espero que Joe no lo haya notado.
Yo no sabía si Denzel era quien estaba detrás de todas esas hojas y esa humillación, pero a pesar de que la noche anterior me había salvado, ya no quería seguir viéndolo, porque cuando lo veía volvía a caer en sus garras. ¡Era tan estúpida junto a él...!
Joe me llevó a la escuela, me prestó sus gafas y así fue la única manera para esconderme de los buitres de la universidad.
Ellos creían que no lo notaba, pero estaban buscándome con desesperación para burlarse.
Después de clases fui al salón 101 para seguir ayudando a Denzel y a Anne con el periódico, ya que tenía varias propuestas como una mejor alimentación como retirar el uso del microondas y las pastas.
Anne estaba trabajando cuando entré, y Denzel tenía una mano sobre la barbilla mientras miraba la pantalla. Estaba molesto. MUY molesto.
—Hola chicos —dejé mi mochila y tomé asiento.
—Hola, Bec. Estamos trabajando...
—Shh —la calló Denzel—. No le cuentes nada o le dirá a su novio perfecto.
—Eres un grosero —oscurecí la mirada. Saqué la laptop de mi mochila, pero Denzel habló de nuevo.
—Queremos que te vayas, Rebecca —no quiso mirarme, pero sabía que esto era por lo de hace rato—. Yo y Anne lo hablamos. No tienes dedicación, eres impuntual, tienes una mala reputación y tienes muchos escándalos. No eres apta.
— ¿Así? ¿Y quién demonios dijo eso?
—Yo soy el jefe —golpeó la mesa con su puño—. Y si te digo que no quiero que trabajes con nosotros no lo harás, ¿entendiste?
Retiré la mirada cuando una lágrima se resbaló de mi ojo. Eso había sido demasiado.
Volví a guardar mis cosas y me puse de pie.
Denzel no dijo nada más, y Anne me miraba con lástima, como si quisiera hacer algo pero sabía que no podía, y no la culpaba porque él era su mejor amigo.
—No quiero volver a verte —endurecí mi voz con cólera y salí de ese lugar.
Este día había sido una mierda.
(...)
Al llegar a casa, mamá y yo cenamos comida china. Sí, habíamos perdido la "dieta" y ya estábamos acostumbrándonos a comerla seguido. Me serví más comida y guardé silencio.
—Algo sucede, pero no quieres decirme —mi madre tomó un sorbo de su copa de vino y me inspeccionó a través de sus lentes—. ¿Qué ocurre, amor?