Diario de dos

Capítulo 15

 

—Esto estuvo mal —me llevé las manos a la cabeza mientras Denzel se vestía. ¿En serio, Rebecca? ¿Le dirás eso?

—A mí me pareció que te gustó mucho —dijo secamente. Eres increíble, Rebecca, has herido sus sentimientos.

—Lo lamento, pero no creo que tener sexo en mi habitación mientras mi madre y tu tío tienen una linda cena sea precisamente correcto —me deslicé la falda de nuevo por las piernas, la maldita me quedaba apretada...

—Te aseguro que lo que hacen allá abajo no es precisamente sano, Rebecca —me puse de pie y comencé a arreglar mi cabello.

—De todas formas esto no puede volver a pasar, no eres mi novio y no quiero que entiendas algo que no es, Derricks —Denzel se acercó a mí y me oteó con caución. Espero que lo que vaya a decir no complique las cosas.

¡Eres increíble mujer!

—Tienes razón, Rebecca. —Sacudió su nariz—. Solo somos extraños, pero nuestros cuerpos ya se conocen y no puedes evitar que nos atraigamos sexualmente.

Idiota.

—Solo es sexo —comentó finalmente—: Lo he practicado con muchas chicas. —al escuchar su comentario le lancé mi cepillo y apreté los ojos enfurecida. Eso sí que me sacó de quicio.

—Ya vete —mascullé, y él obedeció.

(...)

— ¿Qué tal tu noche, cariño? —no pude evitar la presencia de mi madre al siguiente día. Me estaba esperando en la cocina literalmente, con una ceja alzada, su taza de café y un periódico.

Debía estar furiosa.

— ¿Sabías que Denzel Derricks es un idiota, mami? —mi madre despegó la vista de su periódico y lo reposó sobre la mesa.

— ¡Rebecca! —me regañó.

— ¿Ahora lo vas a defender? ¿Qué pasó con "aléjate de él", mami? —Mi madre tomó un sorbo de café—. Me agrada su tío, pero no me agrada el hecho de que tú y él estén saliendo. Por dios, mamá, ¡has arruinado su matrimonio!

— ¡Yo no arruiné nada, Rebecca! —Mi madre golpeó la mesa y alzó la voz—. No me vuelvas a cuestionar sobre mis decisiones, ambos somos adultos y sabemos manejar la situación. Y por cierto, el director me llamó esta mañana, dijo que ya no podrías participar en la inauguración del baile de invierno y que quedabas suspendida por tres días.

Me estaba tragando las ganas de llorar, nunca le había reclamado a mi madre de una manera tan fuerte, pero yo sabía que tenía razón, ella no era ninguna santa y la única manera de explicar por qué están juntos es porque mi madre arruinó su matrimonio, debieron haberse conocido de jóvenes y debieron haber sido novios... ¿Qué otra explicación habría?

—Te cambiaré de escuela, Rebecca. —prosiguió.

—No puedo, ahí están mis amigos. —defendí.

—Harás lo que te digo, ya llamé a varios institutos para que revalides tus materias, tendrás un título en Letras y es todo. Quienquiera que te tenga rencor dejará de hacerte daño.

—No puedo irme ahora, mamá... —dejé caer la mochila que ya había preparado para iniciar mis clases—. He actuado maduramente y no he dicho nada, no le he tomado tanta importancia. Tengo muy buenas notas, ¿tú crees que les gustaría perder una alumna?

— ¿No lo entiendes, hija? Si sigues en ese lugar vas a terminar muy mal por culpa de alguno de ellos. No quiero y no haré que mi hija siga sufriendo.

¿Otro instituto?

Venga, Rebecca, que tu mundo se ha salido de control una vez más.

(...)

— ¿Van a cambiarte de escuela? —Anne sonó alterada. Me acomodé en mi cama mientras ella daba vueltas por la habitación—. ¿Ya le dijiste a Denzel?

—No le diré nada a él —rodeé los ojos—. Prácticamente me confirmó que era un maldito promiscuo, y de por sí mi madre y su tío tienen no sé qué...

— ¿Has pensado en mi hermano? —Preguntó Anne—. Sé que lo que hizo estuvo muy mal, ¿pero si quiera has pensado que no se trate de él? ¿Qué todo esto no está en sus manos?

—Es muy difícil creer eso, Anne. Primero Alessia, luego Jayden Foster y ahora tu hermano.

—Al único al que no hemos interrogado es a Jayden. Joe y tú los vieron a él y a Alessia en el auto cinema, pero yo propongo que hablemos con él. Si encontramos al culpable, puede que no te echen de la escuela. —propuso.

—Lo que dices suena interesante, Anne —me puse de pie—. Vamos a interrogarlo.

—Espera —abrió los ojos—. ¿Me estás diciendo que sabes dónde vive?

—Fui una enamorada enfermiza que lo seguía a todas partes —respondí no tan orgullosa de eso—. Obviamente sé dónde vive.

(...)

Toqué varias veces hasta que Jayden Foster abrió la puerta. Él se encontraba en ropa sencilla y su cabello largo estaba un poco alborotado.

— ¿Qué quieren? —sonó irritado.

— ¿Podemos entrar? —pregunté, la Rebecca de antes se estuviera muriendo de nervios.

—Estoy ocupado y no tengo mucho tiempo. Es en la puerta o no es nada.

—Bien, en la puerta. —Le dirigí a Anne una mirada absurda y luego volví a la de Jayden—. ¿Tú eres quien ha estado publicando fragmentos de mi diario?

Jayden comenzó a reírse engreídamente, se lamió el labio inferior y arqueó sus ojos.

—Es una pregunta muy idiota —tragué saliva.

¿Cómo es que pude enamorarme de este idiota por casi tres años?

—Solo responde, Jayden. ¿Tuviste algo que ver con eso? —insistí, esta vez irritada.

—Solo estás buscando a quien culpar —dijo—. No. No tengo absolutamente nada qué ver con eso, ¿por qué no le preguntas a Joe? Él es quien ha estado diciendo que tuviste un amorío placentero con él en su casa el otro día en la noche.

—Cierra la boca —me di la vuelta.

— ¡De nada! —gritó a lo lejos mientras nos alejábamos.

— ¿Le crees? —quiso saber Anne mientras nos alejábamos de esa maldita casa.

Gracias, investigación de amor enfermizo, sin ti no hubiera sacado mis dudas.




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