Diario de dos

Capítulo 20

 

Me vi al espejo con mi vestido rojo puesto. Hoy era el baile de invierno, lo que significaba que tendría que besar a Reed Derricks en frente de todos.

— ¿Quieres que te lleve al baile, cariño? —mi madre se probaba unos de mis aretes en el espejo de mi habitación.

—No será necesario.

Le había pedido a Anne que distrajera a Denzel para que yo pudiera irme con Reed y así todo sería "más fácil".

—Muy bien, tengo que irme, las ofertas de negocios se cierran este fin de mes y estoy muy alborotada con todo... ¿Denzel te traerá a casa de vuelta?

—Sí. —mentira, probablemente terminaría huyendo de ahí y tendría que irme caminando.

No sé qué es lo que estaba ocurriendo conmigo, usualmente no le ponía atención a este tipo de cosas, pero desde que mi diario se expuso al público, la gente opina lo que quiere porque realmente no sabe la verdad.

Una vez que mi madre se fue a trabajar, Reed Derricks llegó en el auto rojo que antes era de Denzel. Cerré la casa y subí a duras penas.

— ¿No vas a darme un beso de cortesía, Rebecca? —su voz sonó dramática como la de un villano de televisión. Al no responder, Reed tomó mi quijada con fuerza y me obligó a mirarlo—. Recuerda que estás haciendo esto para proteger a tu amorcito. —maldito estúpido.

Reed me soltó y yo solo me quedé quieta. Estaba temblando sin darme suficiente cuenta. Reed tocó mi pierna manoseándome y le di una palmada fuerte en la mano.

—No te atrevas a tocarme. —amenacé—. Tendrás lo que quieres, pero solo eso. No obtendrás nada más de mí, Reed.

Reed bufó y arrancó el auto.

—Esto no era necesario, Rebecca —arqueé la mirada irritada y vi su semblante; aquellas facciones atractivas no eran más que un placer tóxico, y veneno recorría su sangre.

—Tú eres quien me obliga —confesé—. Solo porque no quiero que...

— "Lastimes a mi novio" Sí, eso ya lo sé. —terminó por mí.

—No lo toques, Reed. Él es inocente en todo esto. —él abrió el cajón que estaba en frente de mí y sacó un diario con brusquedad. No era el mío, por suerte.

—Este es mi diario —me lo restregó en la cara—. Tómalo, Rebecca. —Lo tomé con presión y lo sostuve con fuerza entre mis manos—. Denzel siempre ha tenido lo que quiere, ¿y yo? Yo solo he sido la basura de la familia. La maldita basura que mandan a California. —Sus ojos rojos me miraron con profundidad—. Denzel puede tener todo lo que quiere, pero el amor no; y por eso hago contigo lo que se me da la gana.

—Yo no...

—Abre el maldito diario y ve lo que un niño de cinco años dibuja —lo hice con precaución, cada dibujo eran garabatos de tinta negra—: Todo lo que yo dibujaba eran sombras; muerte; depresión... Dime si algo de eso es normal.

—Yo no tengo la capacidad para definir algo como lo que me pides, Reed —mis labios temblaron—. Necesitas ayuda...

—La maldita ayuda no sirve de nada —masculló—. Todo en mí es envidia. Todo lo que yo deseo está en este auto, Rebecca, y vas a dármelo.

—No sé qué más quieres que haga.

—Oh, eso sí lo sabes —Reed detuvo el auto en el estacionamiento de la universidad—. Y vas a dármelo, Rebecca.

Reed me obligó a bajar del auto y me tomó la mano mientras yo apretaba su diario, que por alguna razón llevaba conmigo. Algunos alumnos notaban nuestra presencia y notaban lo tóxico que era, pero otros solo nos ignoraban. Era un día como otros, con el atardecer desvaneciéndose y la noche cayendo; excepto porque Reed Derricks no era tonto, y sabía jugar sucio.

—No me besarás hasta que tu novio llegue —mi cuerpo se volvió denso. Todo lo que yo, Joe y Anne habíamos planeado se estaba yendo a la mierda.

— ¿Por qué él tiene que ver esto? —sollocé con dureza.

Reed me atrapó en un pasillo, me empujó fuertemente contra los casilleros y tomó mi mentón. Maldita sea, nunca hay nadie cuando lo necesito.

—Por mi maldito deseo, Rebecca. —por dios, Anne, no llegues con él...

Reed me soltó, y por suerte, vi la sombra de una chica acercarse.

— ¿Todo bien? —la chica se trataba de Megan Gray, quien tenía un lindo vestido azul y un cabello reluciente. Anne tenía toda la razón, Megan era dos personalidades.

Me mordí el labio, Reed me miró y respondió:

—Solo estaba hablando con mi novia. —él pasó su brazo por mi espalda.

—Ella no es tu novia —Megan se cruzó de brazos—. ¿Eres Rebecca Eyre, no es así? Joe me habló mucho de ti.

Megan volteó hacia Reed y lo miró de una manera peculiar. ¿Le gustaba, acaso?

—Mira bonita, será mejor que te largues. —Megan se puso tensa y caminó hacia él. Por suerte, ella estaba de su misma estatura.

— ¿Sabes quién soy, niñato? —carraspeó.

Reed la atisbó de pies a cabeza y sonrió maliciosamente.

—Megan Gray —su voz sonó irónica, aproveché y me zafé de su agarre. Por favor, Megan, sálvame de este idiota, te lo suplico.

—Así es. —Megan me miró—. Aléjate de ella si no quieres que mi novio te rompa la cara.

—No le tengo miedo a Joe.

—No Joe, idiota. Kai. —Reed alzó la quijada serio—. Así es, apártate de ella. Ahora.

Reed me miró con advertencia y se fue alejando.

— ¿Estás bien, Rebecca? —suspiré agotadoramente y la abracé. ¿Por qué carajos hice eso?

—Ese idiota me estaba asfixiando. —literalmente lo estaba haciendo—. ¿Por qué hiciste eso?

—Porque vi cómo te asfixiaba. —me alejé un poco—. ¿Dónde está Denzel?

—Pues... —díselo, Rebecca.

Le terminé de contar el resto de la historia y fuimos a tomar algo. La noche ya estaba cayendo y por suerte, Denzel Derricks no estaba ahí para ver el caos.

—No puedes hacerlo, Rebecca, Denzel va a matarlo. —Advirtió Megan—. Joe me contó que ustedes han sufrido mucho para estar juntos.




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