Diario de dos

Capítulo 26

— ¿En qué trabajas? —tomé asiento a un lado de Denzel.

—Nada importante. Me pidieron escribir sobre la contaminación en la escuela, demasiados condones en los basureros que tenían nuestro nombre, Rebecca.

Me reí por lo bajo y luego vi que deslizó su silla para venir hacia mí y darme un beso cálido.

—No me provoques —susurró en mi oído.

—No lo hago… —mi voz sonó débil, y de pronto, como si lo estuviera esperando, noté que me empujó contra su cuerpo. Mi pecho subía y bajaba con velocidad. Sentí una especie de temblor entre mis piernas, me estaba volviendo débil de nuevo ante él.

Denzel conocía todas las partes de mí y ya sabía qué hacerme y cómo hacerlo. Nos hemos vuelto tan unidos que hasta nuestra piel nos reclama.

— ¿Vamos a hacer eso aquí?

— ¿El qué? ¿El follarte, Rebecca? —me atrajo subiéndome en sus piernas. No le presté atención a sí la puerta estaba cerrada y comencé a desabrocharle el pantalón. Bajé a sus piernas, pero él hizo la silla hacia delante de improviso y yo tenía su miembro entre mis manos.

—Pensé que Rebecca estaba aquí —mencionó una voz femenina.

¡¿Esa era la profesora de teatro?!

—No ha llegado, señorita Gwen —la voz le tembló cuando lamí la punta de su miembro. Esto era demasiado sexual.

—Bueno, avísame cuando llegue —lo metí dentro de mi boca presionando mis labios en su carne, él se relajó y habló.

—Por supuesto que sí. —Luego oí la puerta cerrarse y Denzel gimió casi como un gruñido—. No querías esperar, ¿verdad, Rebecca?

Seguí lamiendo su miembro debajo del escritorio saboreándolo y rodeándolo con saliva. Él estaba moviendo su pierna desesperadamente, y noté desde abajo que se estaba mordiendo el labio. Salí de ahí abajo y me deslicé las bragas, —que por cierto no eran la gran cosa—, y me monté arriba de él. Por suerte llevaba falda. Comencé a moverme mientras él sujetaba mis pechos que saltaban con rapidez, y luego noté cuando el líquido comenzó a bajarme por los muslos. Él bajó la mirada y me sobó mi parte íntima con suavidad y luego tomó más rapidez.

Sigue, sigue, sigue —comencé a gritar, los gemidos salían de mi boca naturalmente—. ¡Ah, ah, ah, ah!

Mis piernas se estaban moviendo como si conocieran perfectamente los ejercicios. Denzel estaba moviendo su miembro dentro de mí endureciéndolo y presionándome la carne por dentro.

— ¡Ah!

Me voy a correr, Rebecca —gimió mientras me dio una nalgada.

Comencé a moverme conforme sentía las sensaciones, fui hacia atrás con suavidad y luego tomé más ritmo. La silla estaba rechinando de alguna manera, pero aun así seguí moviéndome una y otra vez alocadamente. Comencé a tocarme yo sola mientras lo montaba y él se recargaba hacia atrás bufando de una manera sensacional al ver mi cuerpo moviéndose encima del suyo.

Más adentro —comencé a saltar mientras entrecerraba los ojos del placer y luego lo atraje hacia mí para besarlo con demasiada intensidad. Me acarició la lengua con la suya y luego me ayudó a moverme más rápido sujetando mis caderas y empujándome más fuerte contra él hasta que nuestros cuerpos dieron aplausos.

Mientras chocaba me estaba ahogando en gemidos. Luego sus manos siguieron recorriendo mi cuerpo. Me levantó y me recargó contra los estantes para metérmela de pie. Sostuve su cuello, y cuando se le cayó la gorra, introduje mis dedos en el fondo de sus rizos negros. Él comenzó a besarme el cuello y presionó más adentro de mí. Me cargó una pierna y se puso más duro, me penetró con fuerza y después me cargó la otra pierna para seguir introduciéndola hasta que sentí el líquido escurrirse en mi pierna y él apretó su rostro mientras gemía con dureza.

(…)

—Alguien debió habernos escuchado… —me acomodé la falda, él ya se encontraba sentado de nuevo y trabajando.

—Me gusta follarte en lugares públicos —comentó—. Ya es un don mío.

—No el mío. —acepté—. No quiero que todos los de este instituto sepan que…

— ¿Qué te acuestas con Denzel Derricks?

—Ya basta de sarcasmos, sabes a qué me refiero. —Encendí mi laptop—. No quiero otra humillación.

—Solo relájate, amor. —sonreí cuando me llamó así—. Eres mi novia, soy tu novio, ¿cuál es el problema de follarnos un poco?

—Creo que un poco no basta para nosotros. —admití.

—Poco o mucho, no es su problema, Rebecca.

—Hola chicos —Anne entró, se veía algo preocupada, pero sobre todo incómoda. ¿Anne habrá escuchado nuestros gritos desde afuera?

Me enderecé. No era capaz de dirigirle la palabra. ¡Ella estaba encubriendo a alguien!

—Hola, Anne. Toma asiento. —la alentó Denzel. Lo volteé a ver de mala gana, y Anne se dio cuenta de ello, pero aun así tomó asiento en el otro extremo de la mesa—. Ya no habías venido al periódico, ¿algo que deba saber?

—He estado ocupada. —se aclaró la voz mientras encendía la computadora. Mentirosa, estás viendo a alguien.

— ¿En qué? —me crucé de brazos, ella alzó la mirada.

—Esas cosas no te incumben, Rebecca. —afirmó la chica. ¿Ahora era yo a quien no le incumbían?

Maldito destino, ¿a qué estabas jugando?

—Por cierto, deberían ser más cuidadosos a la hora de tener espacio —comentó—. Algunas personas se dieron cuenta incluyendo la profesora Gwen. Nos podrían correr a la próxima de aquí.

—Gracias por tu consideración. —Hice una sonrisa forzada y devolví mi mirada hacia la computadora—. Mejor saldré a tomar el aire. —y me fui de allí.

—Deberías estarte cuidando, Eyre. —se acercó Megan Gray, quien se veía mucho mejor que la última vez que la vimos—. Sí, escuché tus gritos de “dame más, Denzel, oh sí” —se rio—. No pero en serio, deberías cuidarte.

—Hablando de eso, yo… —vacilé un poco—. No nos estamos…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.