Siempre me agradaron los paseos en la naturaleza debido a que relajan el alma y tranquilizan la mente...
Pero aquella tarde durante el crepúsculo, fui invadido por el terror...
Camine hasta la floresta mientras el atardecer avanzaba y el viento mecía las copas de los arboles alrededor de aquel circulo de pasto...entonces lo vi...
Parado de manera imponente, portando sus ropas negras, bajo aquellas gafas percibí su mirada impasible e indiferente mientras una socarrona risa escapaba de sus labios...
Su movimiento fue tan repentino que mi cuerpo apenas percibió el terrible dolor que atravesó mi pecho con aquella vara metálica...
Su risa rompió el silencio del bosque mientras yo me ahogaba con mi propia sangre, se acerco a mi retirándose los lentes, aumentando su risa.
-¿porque haces esto?-pregunte, mientras los borbotones de sangre emanaban de mi boca
el viento soplo con fuerza agitando las copas de los arboles anunciando una gran tormenta acompañada de risas salvajes, al principio pensé que se trataban de hienas moviéndose entre los arboles pero al salir al campo bañado en la luz de la luna, supe que eran sus compañeros no solo por la vestimenta negra sino por los movimientos predatorios que ejercían a mi alrededor como perros entrenados esperando la orden de su amo
-¿p-porque...haces esto?-volví a preguntar con mas dificultad debido al desangramiento.
Con calma se abrió paso entre las bestias de rostro humanos y ejerció mayor presión en la varilla que atravesaba mi corazón
-Ella-dijo él con calma y una socarrona sonrisa- ahora sabes lo que ella me hizo a mi.
El otro extremo de la varilla es encajado en fértil pasto con un solo empujón provocan dome aun mas dolor, ¿Cómo es que puedo seguir con vida?, me pregunto con gran terror...
Él me da la espalda y se coloca en el sitio anterior, mientras las risas de las bestias aumentan y se abalanzaban sobre mi desgarrando, devorando mi carne; primero atacan los brazos, después el cuello finalmente devorando mi torso.
Aquella noche el bosque fue impregnado de gritos, sangre y bestias que con placer desmembraban aquel sacrificio, cuyo rostro al amanecer no seria recordado salvo por "ella"