Yacía sola en la recepción escuchando el eco de los estudiantes en el "salón" de entrenamiento que se encontraba a unos pasos de la mesa donde torpemente intento mantener mis ojos abiertos pues se que en algún momento deberé atender al personal y los alumnos que saldrán a cenar.
Pese a que el volumen de la música en mi celular esta casi al 100% de su capacidad y los gritos roqueros de los cantantes golpean mis tímpanos, el cansancio se abre terreno en esta batalla que estoy cerca a perder.
Me reclino de manera perezosa en la silla estirando los brazos hacia arriba en un vano intento por mantenerme despierta, al cerrar mis ojos debido al pesado bostezo me doy cuenta que algo ha cambiado...
El ruido del salón de entrenamientos al igual que en la calle e incluso la música en mi celular han sido sustituidos por un profundo silencio, ¿donde están todos?.
Recorro el enorme pasillo hasta llegar a la cocina/oficina pero esta vacía al igual que el cuarto de limpieza que yace frente a dicho lugar, y lo mismo ocurre cuando reviso los baños. No hay nadie. ¿Estarán todos en el salón?.
Vuelvo a la improvisada recepción y llamo a la puerta del aula con la esperanza de recibir respuesta, pero todo lo que recibo es silencio. Quizás estén en la cúspide del entrenamiento de hoy, sí eso debe ser.
Luego de estirarme un poco y continuar mi charla cibernética siento que ha pasado una eternidad pues no ha salido nadie del salón ni ha habido otro ruido salvo el de mis leves risillas debido a mi conversación que extrañamente...he olvido en que consistía. El silencio es bueno, sin embargo al pasarlo en soledad, este puede llegar a incomodar e incluso descarrilar, por suerte -¿o por desgracia?- la presión en mi sien, al inicio el cosquilleo se vuelve imposible de ignorar. Coloco mis manos a los costados de la cabeza e intento masajearla para reducir el creciente dolor, pero mis intentos son en vano.
Intento volver a la oficina/cocina para buscar algún medicamento que me sea de ayuda, sin embargo la presión se vuelve sobrecogedora al grado en que debo sostenerme de la pared para regresar al escritorio de la pequeña recepción. Curiosamente mientras mas me acerco, el dolor se reduce considerablemente, quisiera decir lo mismo de la presión, pues paso de estar en un punto fijo a moverse circularmente entre mis dos cejas, como si de una moneda se tratase.
-Concéntrate-me digo
Al principio, la presión se dispara provocando que encaje mis uñas en la pared y maldiciendo entre dientes.
-¡Maldita sea, concéntrate!-me repito
-Ahí estas.
Volteo en dirección al salón y al fondo de la sala pero no hay nadie afuera, al principio ignoro aquel susurro e intento volver a concentrarme para evitar que el dolor en mi sien regrese sin embargo lo que encuentro es mucho mas aterrador.
Estresada por el malestar miro nuevamente en todas direcciones, al ver que no hay nadie llego a la conclusión de que debe haber alguien en la entrada...pero no veo ninguna sombra en el cristal.
Cuando me acerco a la ventana, en lugar de estar mi reflejo todo lo que puedo ver es a él...quien con una aterradora sonrisa susurra
-Te veo...