Y en el velo de la noche mientras todos yacían en el reino de los sueños, en una pequeña habitación estaba una joven mordiendo y abrazando con desesperación una de sus almohadas para contener el triste quejido que amenazaba con asomarse a su garganta.
Sollozo tras sollozo invadía aquella oscuridad infinita y tranquila acompañada por breves susurros de dolor y arrepentimiento por problemas ajenos, o propios miedos ya fueran por lo primero o por situaciones personales
Entre silenciosos llantos ella llamaba a su madre en busca de consuelo pero en su lugar solo obtenía una fría y distante imagen de la mujer que le había dado la vida, apartándose de ella, su hija, con total indiferencia.
Sin dejar la almohada para ahogar sus sollozos y susurros, ella coloco las manos sobre sus oídos en un intento por apaciguar las insistentes bombas verbales de sus demonios internos con aquellos recuerdos que le restregaban su inutilidad, el deseo por desaparecer de la existencia
-¡No es real, no es real!-le gritaba su mente en un intento por tranquilizarse a si misma, pero al sentir el húmedo calor emanar de sus ojos y rodar por las mejillas sabia que la debilidad ante esos recuerdos había vencido su voluntad.
Una extraña figura apareció en el único rincón que su lámpara no iluminaba, observándola con ojos ausentes mientras ella lloraba sumida en tristeza y desesperación
Al advertir su presencia, le suplico sin mirarle que terminase con su dolor, a lo cual la figura con voz indiferente pregunto
-¿Realmente eso es lo que quieres?
-Por favor-suplico ella- Ya no deseo sentir este dolor...
La silueta se acerco a la joven contemplándola de arriba a abajo y viceversa como si de una muñeca frágil se tratase. Con gran ternura tomo su rostro entre sus frías manos y beso sus mejillas para beber aquellas lágrimas para finalmente detenerse en su frente.
-Querida mía no habrá mas dolor para ti en lo que te sobre de vida, pues cada vez que el llanto te acose, tus lágrimas cristalinas han de tornarse oscuras como la noche para liberarte de aquellos demonios que asolan a tu corazón-dijo tras ver como esos pequeños ríos salados y transparentes se volvían oscuros y ascendían hasta sus ojos, que, al abrirse un momento ante tal estremecimiento se volvieron borrosos antes de caer nuevamente en el reino de los sueños
La criatura le miro dormir plácidamente, una parte de el yacía alegre por aliviar su pena, sin embargo el dolor en su pecho le advertía a ciencia cierta que al amanecer, tal como le habría prometido no sentirá mas dolor, pero no le advirtió que ya no formaría parte del mundo de los vivos...