Llegaste como un susurro entre las hojas mecidas por el viento en un día de invierno trayendo el eco de un olvidado sueño.
Y al igual que muchas cosas, hice caso omiso a tu llamado, deseando que aquel eco fuese desechado.
Pero tus palabras continuaron llegando a mi alma como la luna asomando su luz en medio de un cielo nocturno parcialmente nublado.
Desee responderte, pero la niebla me impide verte.
Te escucho llamarme, sigo tu voz, pero cuando finalmente estoy cerca te desvaneces.
De nuevo te escucho y ansío correr a tu lado.
Avanzo entre niebla y oscuridad pero no te veo.
Continuo en mi vano recorrido en la negrura de la nada, la infantil esperanza de encontrarte es lo único que me ilumina mientras avanzo.
Finalmente diviso una silueta a lo lejos, se que eres tu pues siento como mi corazón me da un vuelco.
Extiendes tus brazos en señal de bienvenida, me acerco con cautela dejando que la luz de mi esperanza me permita ver tu rostro.
Cuando finalmente estamos frente a frente tu cara aun es cubierta por la oscuridad.
Extiendes tu mano esperando a enlazarse con la mía, pero cuando ambas están por rozarse, nuevamente desapareces y quien me tiene en sus brazos es un ser amorfo con ojos destellantes como carbón.
Intento liberarme del abrazo de aquella criatura pero es inútil...pues entre los afilados punzones que tiene por dientes, con gran placer lo escucho susurrarme
"Te tengo"