Defender los derechos y hacer cumplir las obligaciones de las personas forma parte de la seguridad de una sociedad. Siempre lo pensé así y creí, de niño, que ser policía era eso y ya, pero las personas son buenas a la hora de hacer valer sus derechos, pero si se trata de cumplir con sus obligaciones... bueno esa ya es otra historia.
-Esto es fácil, seguro es un ladronzuelo de esos jóvenes que se creen que se llevaran el mundo por delante, le daremos una lección a penas lo pillemos- me dice mi compañero Carlos, el cual no para de taladrarme mi cabeza desde que recibimos la llamada.
-No podemos golpearlo- le respondo.
-Y él no puede robar ¿Verdad? Y helo ahí- y lanza una carcajada –Así es como se les enseña Gómez, esas sucias ratas inmundas solo aprenden a los golpes.
No estoy de acuerdo con él ya que según la Constitución Nacional de Merlín, entre otras cosas, aseguran los derechos de las personas, y si, también la de los que incumplen la ley.
-Okey, solo espero que lleguemos a encontrarlo- le comento.
-Las ratas son rápidas, seguro apenas vio que la señora hizo la llamada apresuró la marcha para escapar, pero él está a pie y nosotros en un móvil, es una ventaja.
Las calles de la ciudad de Fairol se ven tan vacías, es normal, teniendo en cuenta que tiene el tamaño de un pueblo, la mayoría de la gente tienen todo cerca. Esto me da la sensación de que el ladrón huyó y con la poca gente que hay por las calles en plena ocho de la noche, lo encontraremos fácilmente.
Mientras conduzco veo en la esquina de la calle frente a un negocio a una señora, su ropa es antigua, su piel bastante arrugada y su rostro, por dios, se ve tan asustada...
Nos detenemos en la esquina y vemos como la luz del auto la alumbra. Me percato de su expresión, casi hasta de felicidad al vernos, nos bajamos del auto y nos dirigimos a ella. Está llorando.
-Buenas noches señora- y yo no podía creer que él le haya dicho eso, ¿enserio piensa que es una buena noche para ella?
-Díganos hacia donde fue- le pregunto interrumpiendo a mi compañero. El cual solo hace un gesto con los ojos de desagrado.
-Creo... que se fue por la vuelta del negocio, oficial- me dice entre llantos. Sé que no debo pero me encantaría abrazarla y calmarla. Cómo alguien puede ser tan desalmado y hacer algo así, tal vez mi compañero tenga razón, son unas ratas.
-No se preocupe, solo denos una descripción rápida- le dice Carlos.
-Bueno... tenía una campera, un pantalón y zapatillas, todo negro, su rostro era blanco, casi pálido y note un mechón saliendo de su capucha el cual era pelirrojo al igual que sus cejas, era flaco... se cubrió con una bufanda de lana su boca.
-Típico- contesta –Bueno mi compañero Gómez irá tras él, empezaremos el operativo y pediremos más ayuda, yo me quedaré aquí, para que usted pueda realizar una denuncia formal.
-¿Denuncia formal?- le susurro dándole la espalda a la señora –Ah qué te refieres, ya nos dio los datos vamos tras el de inmediato.
-Las cosas no funcionan así, existe un procedimiento.
-Primero resolvamos el problema, luego vamos con las formalidades, ¿Entiendes?- le digo enfurecido.
-Como quieras- y mira a la señora –Bueno una compañera vendrá a tomarle nota y ayudarla en lo que necesite.
-Por favor oficial, ese muchacho se llevó mi cartera, tengo cosas importantes ahí, recupérelo- lo dice con tanta desesperación... maldita rata.
-Trataremos- le respondo.
-Atención hubo un robo, en la calle Belgrano al 320, afuera del local Klara se encuentra la víctima, procederemos a capturar al ladrón, solicitamos apoyo para la atención de la víctima, cambio- comunica a través el Woki Toki. Mientras nos subimos al móvil policial, enciendo la sirena y comenzamos la búsqueda.
-Entendido, de inmediato enviaremos apoyo- le responde.
-Veo que te emociona atrapar a esa rata, ¿verdad?- me dice entre risas.
-Solo quiero cumplir con mi trabajo.
-Claro todos lo queremos hacer, ¿o será que lo hacemos porque es lo que debemos?
-Pues yo no soy todos, Carlos.
-Okey Gómez. ¡Avance y atrapemos a ese inmundo animal!- grita.
Seguimos derecho, casi no veo por donde voy, simplemente avanzo con una adrenalina en mis venas, con un odio, mis ojos miran para todos lados parecen omnipresentes. Veo a pocas personas. Pero no a ese imbécil.
Ya vamos quince minutos buscando y no lo vemos. Tal vez... logró escapar.
-¡Mire!- grita mi compañero señalando hacia la plazoleta a una persona pelirroja, es una mujer, con una vestimenta diferente, sin buzo, con un pantalón corto y en chinelas, lleva con ella una mochila bastante cargada –No puede ser coincidencia estoy seguro de que es ella, frena.
-Okey- me detengo en la esquina de la plazoleta y nos bajamos rápidamente. La mujer sigue caminando normalmente, pero yo huelo a las personas nerviosas y ella lo está -¡Atención, tú, la pelirroja, detente, somos la pol...!- la muchacha de inmediato empieza a correr a toda velocidad.
-¡Mierda!- digo y empezamos la persecución, ella es rápida, pero tenemos ventajas al ser dos, la plazoleta esta desierta como todas las noches de semanas y solo somos nosotros tres que parecemos niños jugando, la maldita sigue corriendo a toda velocidad y toma un camino en diagonal que llega hasta la esquina de la calle y se cruza a la otra, un auto le toca la bocina al casi chocarla porque el semáforo se encontraba en verde.