Empezó a escribir nuestra historia que lo había dejado hace 5 meses y me puse a pensar en un final.
Bajo una noche nublada, tendí un mantel con algunas velas a su alrededor y sobre ella había una botella de vino o un termo con café mas galletas, cuando ella salió puse un cojín para que se sentase y bebiera, mientras tocase una bella melodía que acompañase la noche.
Le dediqué un bello poema y luego inclinándome ante ella le di un ramo de rosas junto a estas palabras:
-toda historia debe de tener su final. ¿Aceptas ser mi novia?
Ella respondió:
Porque eres así, si somos amigos.
Pues estoy preparado para un no, así que dilo.
Me dijo que no, y decidí quedarme un poco, mientras se iba a su casa.
Ese pudo haber sido un buen final.
Pero lo cierto es, que el final es ella, no es una historia con un final feliz como mucho, ni un final triste como otros.