25/12/17: “NAVIDAD, AMARGA NAVIDAD, JULIETA VIENA”

No me gusta la Navidad, la respeto por el simple hecho de que Dios nació ese día; sin embargo es una época de lo más terrible por el significado erróneo que le dan los humanos a esta fiesta. Si midiéramos la hipocresía y falsedad que rodea este día, posiblemente romperíamos el medidor, no habría ni números ni porcentajes que llegaran a medir tan altos sentimientos.

Me da asco solo imaginarme a todos esos hipócritas sentados en una mesa fingiendo ser la familia perfecta, invitando a gente que no aguantan, abrazándose a las doce con quienes hablan mal de ellos, compartiendo la comida bendecida con aquellos que más detestas.

Siempre preferí las fiestas pequeñas, solo mamá, papá y yo. Odiaba cuando invitaban a las cretinas de mis tías. Las dos eran hermanas de mi padre y yo no las aguantaba. No nos unía nada, excepto la maldita y desgraciada sangre que corría por nuestras venas, la cual tenía diferentes razas, nuestros antepasados estaban mesclados entre sí formando la peor de las guerras por las traiciones que habían cometido distintos países entre sí, todo eso corría por nuestro torrente sanguíneo en forma de un misterioso veneno jamás consumido por un humano, excepto por la persona que lo portaba.

Muchas veces me cuestioné esta particular fiesta, cuando era pequeño y veía dibujos animados “Salvar la Navidad” significaba salvar al famoso Santa Claus y los preciados regalos; nadie nunca entendió el verdadero significado navideño. Esto no se trataba de Papá Noel, se trataba del nacimiento de Jesús, el hijo de Dios. Se trataba de estar alegre, ver lo que tenías y conformarte con ellos, nada más. ¿Pero yo que tenía? ¿Por qué yo debería estar alegre?

Veo que  Jonathan no compartía muchas páginas referidas a mis sentimientos, solo transcribió los asesinatos. De esta forma, cualquiera podría verme como un monstruo, pero no es cierto, yo no soy un monstruo. ¿Qué culpa tengo yo de haber nacido siquiera? No pueden culparme por eso ni por nada sucedido en mi pasado. Tengo sentimientos, sí es lo que se estaban preguntando. Ustedes no saben la historia de mi vida, pero a lo largo del libro voy a contarles muchas cosas interesantes sobre mí.

Siempre paso Navidad solo, estoy alegre de que este año no sea así, tengo la compañía de Jonathan, sé que él no quiere mi compañía, pero a mí sí me agrada. Es un joven intrépido, aunque un poco torpe comparado a mí, de todas formas a comparación de cualquier basura humana es inteligente.

Antes era distinto, yo respetaba mucho a Dios; hoy en día sé que si existe no lo aprecio, me dejó de lado y jamás me brindó su apoyo; en cambio, el Diablo siempre fue mi aliado, no voy a decir que escuché voces o cosas extrañas, porque no fue así, pero si hubo una vez en la que tuve un sueño terrible pero tranquilizante, me encontraba yo de pie ante la chimenea con mi piyama puesto miraba el fuego arder, pero de pronto el fuego tomaba formas, bailes exuberantes y provocativos, seres extraños que se reunían en círculo y tocaban instrumentos raros pero la melodía era la más armoniosa que jamás hubiera escuchado. Lo comprendí al instante, estaba viendo al infierno mismo, el Diablo me había dado una pequeña vista de lo que me esperaba, entrar con los grandes como un rey, quien necesita ese fastidioso “paraíso” donde lo importante es un hombre que dice que hacer cuando y donde, en el infierno tendría libertad. Sé que suena muy cruel, pero si lo ven desde mi punto de vista y si creen realmente en el cielo y el infierno, déjenme decirles que es más gratificante ser el mejor de los peores y no el peor de los mejores.

De todas formas, el malhechor que hoy morirá no será en sacrificio al desolado, sino una gratificación totalmente mía. Solo para mí.

Voy a comentarles brevemente como han transcurrido estos días. El día lunes vi en el noticiero a los padres de Jonathan llorar desesperados. Su madre dice que hace mucho no se comunicaba con él porque es un muchacho muy reservado y poco afectuoso, pero que siempre recuerda llamarla cada cierto tiempo; sin embargo en la madrugada del día que vino a mi casa les envió un mensaje muy extraño: “Si no regreso investiguen a **************”, el texto estaba borroso en la parte del nombre, por eso los asteriscos. Debería haber recibido un óscar cuando la policía toco el timbre de mi casa, una historia un tanto poco creíble a mi gusto fue la que les conté a esos inexpertos y holgazanes buenos para nada:

*Les relato en forma explícita lo que pasó

- ¿Cómo dice oficial? ¿Mi nombre en el texto de un joven desaparecido?

-Exacto, tendrá que acompañarnos a la comisaria.

-Con mucho gusto, no tengo nada que esconder o como dice el dicho “el que nada debe nada esconde”.

Me subieron por segunda vez en mi vida a una patrulla y al llegar fue el mismo proceso, solo que yo no estaba arrestado, aunque de todas formas me colocaron en esa habitación de interrogatorios, solo que no llevaba esposas puestas. Me interrogó un oficial regordete y joven llamado “Gordon”, me recordó al jefe Gorgori de los Simpson.

-¿Qué tiene que decir sobre esto señor Montenegro?

-Es una historia un poco corta y estúpida oficial, pero de todas formas pienso contársela. En primer lugar sí conozco a ese muchacho, pero no de vista, de hecho jamás lo he visto en mi vida. Verá, yo me encontraba vendiendo una casa en Malargüe, porque soy vendedor de bienes raíces, de un momento a otro mi teléfono comenzó a sonar, era mi secretaria diciéndome que ese muchacho y un oficial que antes era comisario llamado Cruz me estaban buscando. Al parecer Jonathan vivía en mi antigua casa y había descubierto algo que yo había perdido hace mucho tiempo, un libro con una colección llena de mariposas disecadas. Mi secretaria le pasó mi dirección y quedo en ir la mañana siguiente a mi casa, pero nunca estuvo por ahí; supuse que no era motivo de madrugar un libro de mariposas, asique no le presté atención.