Lo encontré caminando solo después de salir de la universidad. Mi primera oportunidad de asesinar y el primer desafortunado de mi lista fue Bruno Guzmán. Un chico adinerado que tiene la posibilidad de viajar a cualquier parte que desee y comprarse lo que se le antoje. Se cree superior a los demás y con derecho a mandar a todo el mundo. Tiene el cabello castaño, tez morena, ojos marrones, estatura alta y cuerpo atlético.
Mi padre en sus últimos días de vida había utilizado sedantes muy potentes que lo dejaban dormido en unos cuantos segundos, se los aplicaba por medio de inyecciones ¡BINGO! De allí salió mi idea para dormir por un rato a mis víctimas, mejor dicho agresores. La única víctima en esta historia soy yo.
El maldito ricachón iba escuchando música con sus auriculares importados. Lo sorprendí por detrás y lo agarré del cuello con un brazo, en una posición que parecía que lo estaba estrangulando. Mi estrategia era dejarlo sin aire para que estuviera aturdido. Cuando cayó al piso de rodillas buscando un poco de oxígeno y recuperando el aliento, aproveché la oportunidad para agarrarlo del cabello y clavar la jeringa en su cuello. Vi como sus ojos se iban cerrando de a poco hasta que se quedó dormido. Lo metí en el baúl del auto y lo llevé hasta mi venganza, mejor dicho su tormento.
Mi madre murió hace 6 meses asique tengo la casa sola para mí. La muerte de ella no me causó mucho dolor porque siempre quiso que fuera como los demás, incluso cuando estaba muriendo me pidió que volviera al buen camino, que fuera un hombre de bien y provecho ¿Acaso piensas que no soy un hombre de bien madre? ¿Quién está librando a la sociedad de estos malditos discriminadores? YO, ¿Eso no está bien? ¿Qué les quite un peso de encima a las personas no es de provecho? TENDRÍAN QUE AGRADECERME, DARME UNA MEDALLA DE HONOR Y POSIBLEMENTE ALABARME… Mi padre me entendería, él siempre me entendió.
Cuando llegué a mi casa abrí el baúl del auto y saqué al riquillo. Lo lleve a rastras por todo el patio, le até las manos y los pies. Lo dejé en la habitación, en donde él conocería a tres amigables personas que van a acompañarlo durante todo este proceso; “el dolor”; “la desesperación” y la muerte”. Lo arrodillé y coloqué su barbilla en la barra inferior, fui empujando el casco con el tornillo hasta que su cabeza quedó atrapada por la primera pieza mencionada. Todavía no voy a ejercer fuerza, ni siquiera voy a despertarlo, solo voy a escribir en mi diario mientras despierta.
Para esta gloriosa primera muerte estoy utilizando un instrumento muy básico de construcción. Con mis habilidades e imaginación no fue difícil recrear esta belleza. La simple pronunciación de su nombre despertaba las pesadillas de los principales enemigos de los electores en Alemania. Consta de un tornillo que está conectado a un caso, cuando el tornillo baja el casco también lo hace, por lo tanto si el tornillo sube el casco también. La cabeza de la víctima se encuentra colocada en el casco, pero a su vez su barbilla está sostenida por una barra en la parte inferior. El nombre de esta gloriosa belleza es “Rompe cráneos”.
Estoy realmente orgulloso de mí mismo, no me podría haber quedado mejor. Esta perfectamente bien construido. Mi padre estaría orgulloso de mí. Salgo de mi concentración porque escucho un grito. Esa es la señal. Ha despertado y por fin voy a poder reclamar justicia.
Voy hasta dónde está mi víctima, lo miró y me doy cuenta de que está pálido, confundido y alterado. Apenas me ve suelta una grosería, le agradece a Dios y me pide que lo desate. Al parecer piensa que lo voy a rescatar. Su cara expresa ira y molestia cuando aprieto un poco más el tornillo para no permitirle hablar, me mira con desesperación y es ahí cuando le digo:
-¿No te sirve tu dinero ahora cierto?
Empezó a llorar, yo sabía que detrás de ese chico atleta que me golpeaba para quedar bien con los demás, que compraba a sus amigos con dinero y que alardeaba a los 4 vientos sus viajes por todo el mundo, no era más que un marica y un cobarde. En cambio yo siempre mostré mis verdaderos sentimientos e intenciones hacia ellos, siempre supieron que los iba a matar, así que no sé cuál es la sorpresa. Después de todo, este momento algún día tenía que llegar.
-¿Qué se siente estar del otro lado ricachón? ¿Qué se siente sentirse humillado e incapaz de defenderse?
Lo vi intentado reflexionar, como si estuviera recordando cada momento de su vida. Me importo una mierda verlo así. A mí me vieron tantas veces destruido, sangrando y suplicando. Yo les pedía que me dejaran en paz, mientras lloraba por el dolor de los golpes y la impotencia que sentía. A pesar de todo jamás tuvieron piedad de mí. Yo tampoco voy a tener piedad por ellos. Sin más contemplaciones di toda una vuelta al tornillo. Comenzó a quejarse por el dolor que le causa la presión que yo estaba ejerciendo y se me ocurrió proponerle lo siguiente: