Diario De Un Asesino Serial

01/05/2006 DIARIO PÁGINA 50 “DIEGO JUAREZ”

Mi vida depende del dolor de otros. No me importa esperar una semana. En ese tiempo puedo seguir sigiloso a mi presa, hasta que descubro cuando es el momento adecuado para poder acabar con ellos. Esperar y esperar. Seguir y esperar. Esperar hasta el mejor momento. Hasta que por fin salgo de mi escondite y los ataco salvajemente. Duermen su última siesta, el tiempo que tardo en llegar a mi casa es un tiempo de gloria para ellos. Luego, cuando el momento glorioso acaba, llega el sufrimiento, para luego finalizar con la agonía eterna, que es la que proviene del inframundo, donde todos pagan sus pecados.

A veces las ganas de matar se apoderan tanto de mí, que temo por mí mismo. La ira y la agonía, son mejores que la miseria misma. Me fascina tomar la vida de aquellos que no quieren perderla. Estoy haciendo justicia. No le temo a nada de lo que destruyo.

Enciendo el televisor porque me encanta ver el pánico que desato en las personas “Policías desconcertados, desaparece otro sanrafaelino y no hay señales de un pedido de rescate ¿A qué monstruo se está enfrentando nuestra tranquila ciudad?” Nada me da más satisfacción, que ver a esos idiotas policías romperse la cabeza por tratar de descubrir quién soy. Me llaman monstruo, y en ese adjetivo están totalmente equivocados. No soy un monstruo, yo cazo monstruos.

Soy un cazador y vivo para cazar. No a cualquiera, eso sería totalmente enfermo, no todos somos iguales o por lo menos no todos me han hecho daño. Cazo a personas que hacen daño, que no tienen remordimientos. Gente que se dedica a destruir, a humillar, gente que se cree superior y está acostumbrada a poner por debajo de ellos a los demás. Ese tipo de personas, son las que yo me encargo de hacer desaparecer del mundo.

Mis pensamientos se ven interrumpidos por una nueva noticia “En unos segundos hablaremos con Adriana Farías la esposa de Rodrigo Farías, uno de los tantos secuestrados”. Mejor apago esta maldita cosa, no quiero escuchar hipocresías y mucho menos mentiras. Porque puedo imaginarme, todas las falacias que van a decirse en ese programa. “Era tan bueno, nunca le hacía daño a nadie”, a nadie que no fuera yo. “Mi hijo necesita tanto de él, ya no sé qué responderle cuando me pregunta ¿Mamá dónde está papá? ¿Por qué no ha vuelto?” muy fácil, podrías responderle lo siguiente. Tu padre era un desgraciado, un desalmado al cual no le importan los sentimientos ajenos. Por eso un señor que estaba cansado de todo y de todos ideo un plan en el cual iba a vengarse de todos lo que una vez se burlaron de él, desgraciadamente tu padre era un ser, el cual carecía de cualquier inteligencia por lo tanto siguió el mal camino. Hace una semana el hombre justiciero lo interceptó, lo durmió con un sedante, lo metió en el baúl de su Mustang Torino, lo humilló, lo engañó para que se bebiera su propia orina y finalmente lo cocinó en un toro de la época de los Dioses Griegos. Nada que un niño no pueda comprender.

Bueno Diario, cambiemos de tema, vayamos a lo que a ambos nos importa. La muerte de hoy. El método que voy a utilizar, te lo voy a describir luego, cuando ya tenga al maldito dormido y preparado para el peor dolor que pueda imaginar.

Estaba leyendo uno de mis libros favoritos, el cual se llama “Enciclopedia de Asesinos Seriales”, y descubrí que me parezco a un asesino muy reconocido de Ucrania. Su nombre es “Anatoli Onoprienko”. Este sujeto asesinó a cincuenta y dos personas y confesó que no se arrepentía de ninguno de sus crímenes; reconoció haber asesinado a cuarenta y dos adultos y diez niños. Gracias a él, se realizó la segunda investigación más grande y complicada de la historia de Ucrania. Onoprienko era un ladrón con inusitada brutalidad y violencia. Siempre seguía un mismo ritual y esta es la parte a la que quería llegar: elegía casas aisladas, mataba a los hombres con un arma de fuego y a las mujeres y los niños con un cuchillo. Es un hombre de treinta y nueve años de edad, estatura media, aspecto de deportista, racional y educado. Eso me hizo pensar, pensé demasiado y pude encontrar mis similitudes con él. Los dos somos personas comunes y corrientes; cada uno tiene un pasado que le daría escalofríos a cualquiera; no nos cansamos de los métodos que aplicamos y ninguno de los dos se arrepiente de lo que hicimos. Con nosotros jamás nadie tuvo compasión, nosotros no vamos a tener compasión con nadie.

Estoy de camino a un supermercado, no hace falta que conduzca tan rápido. Sé en qué momento exacto tengo que llegar. Este chico ha sido difícil de seguir. No sale nunca de su casa. Literalmente, parece ermitaño. Salvo por una cosa, día por medio va al supermercado a comprar alimentos. Siempre se le ocurre, llegar unos quince minutos antes de que cierre. Creo que tiene miedo, estar tanto tiempo encerrado en su casa sin motivo aparente, es algo enfermo. Luego voy a preguntárselo.

Ya estoy en casa, tranquilo, sentado y relajado. Esperando ansioso el momento en que este desgraciado se le ocurra despertarse. Mientras tanto voy a contarte mi confiable Diario, que fue lo que me llevó a vengarme de este malnacido. Su forma de ser jamás me gusto. Es una persona con la que no se puede entablar una conversación. Su nombre es “Diego Juárez”, yo lo llamo el hippie. Tiene el pelo largo y negro, piel morena, ojos marrones, estatura media y cuerpo delgado. Un típico radicalista, seguidor del Che Guevara, defiende a los indígenas y parece que forma parte de ellos.



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En el texto hay: asesino serial, torturas, venganza

Editado: 15.07.2018

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