Diciembre 28, 19...
He tratado de seguir con mi vida. Porque luego de noches interminables de insomnio, me he prometido, entre lágrimas, procurarme una vida.
No buscaré tener una vida feliz. Con tener una vida, me conformo.
"Con tener una vida, me conformo, Gulf", repite mi lobo.
Así que, por mi propio bien, evito seguir el olor de Mew, evito su casa y aquel viejo camino.
Con la llegada de la Luna Llena temí perder el control y ceder a los instintos. Pero ha empezado hace algunas noches y he logrado contenerme.
Las marcas en mis tobillos y muñecas son un fiel testigo. Porque me conozco bien. Y aún cuando había jurado, a la luz del día, que no iría tras él, me bastó con sentir el primer rayo de Luna Llena sobre mi piel, para saber que no podría cumplir.
Siempre odié esas cadenas viejas y herrumbradas selladas al suelo y a la cama. Porque son un recordatorio constante de que no soy humano. Al menos no tan humano, como los humanos.
Pero estas dos noches pasadas, esas cadenas han hecho muy bien su trabajo.
Ahora apenas puedo escribir y temo que mis tobillos se han empezado a infectar. Todo mi cuerpo parece estar resentido, por las cadenas y porque ya se había acostumbrado a liberarse en su forma salvaje durante la Luna Llena.
"Te odio, Gulf", me dice mi lobo interior.
Me odia porque lo he vuelto a encadenar.
Pero mi corazón está satisfecho porque estoy cumpliendo mi promesa de no ver a Mew nunca más.