Dieciocho
19 de mayo del 2003
He dejado a Eduardo dos días en el mismo lugar, sin agua, sin comida y sin luz. Hoy voy a bajar a verlo, tal vez a divertirme un poco con él… al fin y al cabo lo más seguro es que este inconsciente, alejado de la realidad gracias a su estúpido pensar de que si duerme no va a oler la sangre que emana de él o no podrá escuchar su corazón latir. Hay que ir a recordarle que está aquí y que no podrá salir a menos que yo lo diga.
Pero no te preocupes, mi vida. Nada le pasará por ahora.