Diario de un espestrofobico

El reloj

3 de octubre año 2000; 3:00 AM

Suena el reloj indicando la hora exacta en las que mis pesadillas cobran vida. Son los restos de un sueño inexacto que siempre me trae a la realidad. Te siento en la habitación, tú origen de mis temores, no sé quién eres o como te llames, más sin embargo siempre prometo encontrarte justo antes de despertar.

Despierto sobresaltado, con solo un recuerdo vago de aquella pesadilla que se repite una y otra vez cada noche; en mi mente solo quedan restos y trozos que no logró juntar; escucho tu voz llamándome desde la penumbra de la habitación, me meto bajo la cobija temblando, esperando a que solo pase esta hora miserable en la que mi tortura es infinita, los segundos corren tan despacio que casi parecen horas, un sudor frio recorre mi espina; te escucho respirar en mi cuello.

Atisba el alba, otra noche igual, en la que nisiquiera estoy seguro de cuanto tiempo dormí; ya será casi un año desde que todo esto comenzó. Me mude a este lugar buscando tranquilidad, pero solo encontré miedo; Aarón me llamo mi madre el día en el que nací, decía que era el nombre de mi padre, el cual jamás conocí, no lo culpó.

Tomó una ducha para refrescarme y encontrar la tranquilidad que siempre me es arrebatada al caer la noche, cada mañana hay fragmentos confusos en mi mente de aquel sueño que no consigo descifrar, un nombre se repite una y otra vez en mi mente, Aldana; trató de unir las piezas pero como siempre es inútil.

Hago a un lado mis pensamientos y peparo un desayuno rápido, se me hace tarde para el trabajo, un café muy cargado siempre me ayuda para entrar en sintonía, se ha esclarecido el día después de todo, siempre lo hace y como cada día en el que se repite esta situación, me escondo en la celda de mi vida con el miedo que el reloj siga marcando las 3:00 am, cada mañana decido olvidarlo todo, para tratar de llevar una vida normal, nadie puede enterarse jamás de esto, me destruiría. Después de todo que un médico tenga un trastorno nunca es lo más adecuado, cierro la puerta tras de mi. Es hora de comenzar el día.



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En el texto hay: asesinato, miedo, psicopatia

Editado: 10.09.2018

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