Diario de un guerrero y un herrero - Máleran 3 | libro 3.

Primer Capítulo - Cuando el deber llama.

Notas de Raslyl: No se quien es esa tal “como se llame” de las anteriores notas pero parece que de alguna manera hay algo o alguien que quisiera que obtuviéramos dicha información que se encuentra en este diario.

 

Tiempo:

6:11 am, 6 de agosto de 1944.

Lugar:

Poblado de Inchan, Condado de Matavcaba, Continente Ranmer:

 

Mull Sadar subio hasta el cuarto piso de su hogar en donde afuera de su habitacion matrimonial (que compartía con su esposa Bangan) allí tenía un pequeño palco no muy grande lo suficiente para que cupiera una estatua promedio de Narelam, sus dos manos iban ocupadas, en una llevaba un cuchillo mientras que, en la otra tenía a una gallina agarrada por el cuello, ya estoy muy viejo para subir tantas escaleras, creo que tendré que pensármelo mejor donde poner el altar a Narelam, pensó el anciano, su cabello era completamente blanco con ojos marrones oscuros y de piel morena, su cabello estaba largo hacia los costados mientras que en la parte superior apenas tenía unos pocos pelos y una verruga que sobresalía de su cuero cabelludo. El cabello que le caía por su costado izquierdo lo había cruzado a través de su calva y lo tenía prendido de lado derecho con un par de prensas que una de sus nietas le había regalado luego de haberle hecho aquel extraño peinado.

A duras penas logró agacharse frente a la figura de la deidad, dejando a la gallina y el cuchillo frente al altar.

—Buenos días Narelam —saludo Mull, haciendo una leve reverencia mientras comenzaba a prender unas cuantas velas que tenía alrededor—. Quiero que sepas que estaría muy agradecido si pudieras bendecir esta comida que estoy a punto de hacer, para que ninguno de mi familia sufra el colapso temporal. Gracias señor —como agradecimiento Mull estuvo orando durante al menos una hora seguida dentro de su cabeza algunas oraciones eran inventadas por él mismo otras se las había pasado su padre y así de generación en generación, una vez concluyó el anciano se levantó caminó hacia la puerta de su habitación y allí y lo estaban esperando dos de sus nietos, Ope, una niña de doce años y su hermano Lalguil.

Los dos se habían quedado dormidos al costado de la puerta sobre el suelo. Que raro siempre lo mismo con ustedes dos, se despiertan a la misma hora y deciden esperan hasta que terminó de rezar y allí están después… Durmiendo, pensó Mull con una leve sonrisa, bajó al tercer piso de su casa donde se encontraban un par de baños y las habitaciones de uno de su primer hijo y único varón Kenlepo y sus nietos, bajó al segundo piso allí se encontraban un par de cocinas a leña y las habitaciones de su segunda hija y única hija mujer, Lifa y de sus hijos (dos de ellos eran los que estaban en el cuarto piso) En el primer piso era para los armarios, ropa sucia y tendederos. En la planta baja tenían una gran mesa de madera, Bangan estaba terminando de poner vasos sobre la mesa, Mull pasó por detrás de ella dándole un beso en su mejilla. 

—Buenos días querido —dijo Bangan—, ¿Otra vez se han quedado dormidos los niños?

—Como no podía ser de otra manera —contesto su esposo—, ya vengo me he dado cuenta de que el cuchillo ya no tiene tanto filo, iré a afilarlo al negocio de Jake —Mull salió de su casa, el pueblo de Inchan era el mas pequeño del condado de Matavcaba, paso por cinco casas del mismo estilo (todas eran similares en mayor o menor medida) sus paredes estaban hechas de juncos tan unificados que apenas tenia orificios, en el caso del hogar de Mull era de color rojo, mientras que otras cosas con varios pisos, algunos de hasta cinco o seis eran de otros colores totalmente diferentes. Paso por la primera casa (estas estaban reunidas en un círculo) siendo el centro de aquel círculo su plaza del aquel sector, cada sector tenía alrededor de diez hogares que formaban un medio círculo desde la plaza salía un camino que llevaba hacia el centro del poblado, en el poblado había un total de diez sectores y todos los caminos se unían en el centro de Inchan. Su nieto más pequeño salió corriendo de su casa para alcanzar a Mull. 

—Abuelo, abuelo —iba gritando el niño mientras corría a toda velocidad y llegaba a donde se encontraba Mull, el pequeño se aferró a pierna y este lo alzó llevándolo consigo hasta el negocio de Jake. El afilador tenía una galería enorme con diferentes afiladoras de todos los tamaños, modelos y para diferentes herramientas.

Jake se encontraba afuera sentado en una silla mecedora viendo como comenzaban a pasar las carretas y pocos autos que circulaban por aquel sector del poblado, llevaba unos lentes oscuros aparentaba unos cincuenta o sesenta años, claramente era más joven que Mull, el señor Sadar ya casi estaba a punto de cumplir los ochenta y dos años de edad. 

—Oye Jake —dijo Mull a las afueras de la galería, este sol de mierda ya está empezando a hacerme sudar, pensó el hombre, corriéndose hacia la sombra que proporcionaba la galería— ¡Jake deja de dormir por Narelam! —En ese momento Jake levantó su vista o eso parecía haber hecho ya que Mull no notaba su mirada perdida en las personas que estaban transcurriendo por el frente de su galería.

—Lo siento, Mull, estaba desconcentrado pensando en cosas, no creas que estaba dormido —dijo el hombre desperezándose y levantándose de su silla—. ¿Qué es lo que necesitas?

—Quiero afilar a este pequeño —dijo el hombre mostrando la cuchilla, inmediatamente pasaron los tres a la galería y Jake tomó el cuchillo limarlo finamente con una de sus máquinas, sacando un poco de chispas. 



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En el texto hay: guerra, habilidades sobrehumanas

Editado: 18.03.2023

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