Notas de Raslyl: Ya ha pasado mucho tiempo desde que el amo Ripper y yo dejamos nuestra tierra, aun no creo que hayamos hecho aquel viaje. Al amo Ripper le ha afectado mucho más que a mí, pero estoy seguro de que aquellas dos personas nos han dejado aquí con un propósito y esta bitácora es una prueba de ello, solo necesito convencer al amo de comenzar a tomar las lecciones de esta chica y tiempo para que aprenda. Creo que podemos hacer algo bueno con esto.
Tiempo:
5:05 am, 26 de agosto de 1944.
Lugar:
Cuartel principal, Condado de Matavcaba, Continente Ranmer.
Mull abrió la ducha y el agua comenzó a caer por su rostro y largo cabello gris, se comenzó a teñir de un gris más oscuro a medida que se iba mojando, suspiró débilmente y vio que Effru iba a la ducha de al lado. Ya han pasado más de dos semanas o tal vez menos, el hecho de que ni siquiera tenga tiempo para ver el reloj hace más complicado esto. ¿Cuántas semanas pasarán para que nos asignen a nuestras compañías? ¿Cuándo dejaremos de tener tanto trabajo duro? ¿Y por el amor a Narelam cuando me dejara de molestar el tipo de arriba con que deje de rezar todas las malditas noches? Cada dia que pasa me esta empezando a caer peor, pensaba Mull Sadar mientras colocaba shampoo por todo su cuerpo y volvía a mojarlo para cerrar la ducha y secarse, se dirigió a su cama para colocarse su uniforme que consistía en una camisa verde oscura sobre una musculosa blanca, unos pantalones marrones que para ser sinceros a mitad de mañana sentías que te derretias y una botas que tenían una cantidad inmensa de cordones que cruzaban en todas direcciones físicamente posibles.
—Haber si mañana te callas de una vez —dijo el chico de ojo blanco y negro, bajo de su cama y se dirigio hacia fuera de la barraca—, espero no tener que repetirtelo anciano.
—Oye, no le faltes el respeto al señor Sadar —grito Effru, el otro chico que aparentaba tener unos treinta o más años (por lo menos diez más que Effru) se giró y se acercó a Effru frente a frente no parecía una pelea justa pues, a Effru lo superaban por al menos veinte centímetros tanto de alto como de ancho. En ese momento entró el Comandante de la barraca y el chico de ojo negro y blanco se acerco a Effru susurrando:
—Solamente quiero que deje de hacer eso —volvió a levantar su voz girando con una sonrisa totalmente falsa hacia el Comandante Rebium—, lo siento Comandante solo estábamos conversando.
—Mas les vale, la próxima vez no preguntare, directamente los sancionare —contestó el Comandante. Todos salieron en fila de dos y se unieron con las demás personas de las otras barracas, claramente no todos corrían al mismo tiempo,ya que sería muy complicado, así que se separaban en grupos de cien personas. Shakelim se unió a Effru y Mull, caminando con ellos hasta la salida del cuartel que se pasaba por una gran puerta negra con varios caminos por el que transitaban personas, motos, camiones y autos, llevando y trayendo, suministros: como comida, armas, herramientas y demás.
Una vez se encontraban al principio de lo que era habitualmente su camino para correr el Comandante Rebium dijo:
—Yo iré esta chata manejada por mi ayudante —el Comandante señaló a una chata bastante arruinada pero que probablemente serviría mucho para subir la montaña por la que los cadetes tenían que ascender y luego bajar—. Hoy haremos más que otras semanas un total de doce kilómetros en una hora, si no llegan a cumplirlo en una hora no tendrán comida, si no lo hacen en dos, deberán limpiar los baños una vez vuelvan a las barracas.
Todos los cadetes comenzaron a correr como si estuvieran en medio de una carrera para ver quién llegaba primero, Mull no quiso adelantarse sabía que aquellos viejos huesos podría funcionar el primer kilómetro pero después bajaría su estado, debía de conservar fuerzas si quería terminar en una hora el recorrido.
Los grupos comenzaron a disiparse entre los más rápidos, los que llevaban una marcha constante, los que querían guardar energías y los que ya eran lentos, Mull se había quedado en grupo reducido en el tercer grupo de los que querían guardar energías a su lado iban Shakelim y Effru.
—¿Por qué no van más adelante? —preguntó Mull mirando a los dos chicos.
—De ninguna manera lo abandonare señor Sadar —dijo Effru corriendo a su lado.
—Yo tampoco lo haré señor —confesó Shakelim—, aun si quisiera abandonarlo, no podría, ya que me cansaría y terminaría por debajo de los más lentos, ¡Que buen plan ha formulado señor Sadar! —elogió la chica de ojos verdes.
—Veo que eres muy observadora —contesto Mull—, ¿Cómo lograste darte cuenta niña?
—Solamente he estado prestando atención y he podido ver que tiene mucha más velocidad que esa —dijo con una amplia sonrisa la muchacha mientras se concentraba en mantener su respiración calmada. En ese momento alguien empujó a Shakelim quien trastabilló y casi cayó al suelo.
—A un lado —dijo el muchacho de ojo negro y blanco. Ya me canso, has aqui llegue, penso Mull soltando un suspiro, adelantándose un par de pasos más que sus dos compañeros y pateando una de las piernas del muchacho que los estaba molestando, este cayó al suelo en el acto. Se levanto poniéndose a cuatro patas y escupiendo tierra y un poco de sangre que había salido de su labio inferior por el golpe con una piedra, se giró rápidamente y levanto en el acto caminando lentamente hasta estar al frente de Mull, al menos el señor Sadar era lo bastante alto para verse un poco imponente frente a su compañero de litera (siendo el anciano unos centímetros mas pequeño) sin decir una palabra el muchacho de ojo blanco y negro lanzo un puño tan rápido que golpeo en la mejilla de Mull haciendo que el hombre cayera al suelo, Shakelim y Effru apenas reaccionaron cando el hombre ya estaba en el acostado en el suelo, Effru cerro sus puños y tiro un par de golpes, los cuales su rival evadió con suma facilidad, Mull se levanto nuevamente y acaricio la zona de su rostro donde había recibido el impacto.