Diario de un guerrero y un herrero - Máleran 3 | libro 3.

Cuarto Capítulo - El cordón rojo.

Notas de Raslyl: Parece que las personas que han sido testigos de los milagros del amo Ripper lo están comenzando a seguir, ahora mismo nos dirigimos hacia Nación de Órohme donde últimamente ha habido varios ataques misteriosos el lady Kindre nos ha contratado por una gran suma de dinero, estoy convenciendo al amo Ripper de lo que puede hacer con esos veroziles.

Tiempo: 

Sin especificar.

Lugar:

Sin especificar.

—Mamá, ¿Dónde está mi uniforme? —preguntó Taran. 

—Es la quinta vez que te lo digo jovencito —expresó Calir rebuscando entre la cantidad inconmensurable de ropa que habían dejado Taran y su hermano menor. Al encontrar el uniforme de Taran esta se dirigió hacia su habitación sin encontrar a su hijo en ella, colocó el uniforme totalmente extendido sobre su cama sin ninguna arruga, salió de la pieza de su hijo y camino por el pasillo donde se encontraban las piezas de ella y de su esposo, de su hijo menor y la de Taran, tocó una de las cinco puertas cerradas y Taran grito:

—Ya voy, ya voy. ¿Qué es lo que quieres? —dijo el adolescente abriendo la puerta tenía la cabeza mojada y un peine le atravesaba a la mitad de la cabellera.

—Te he dejado el uniforme sobre la cama, ¿Qué tienes sobre la cabeza? —pregunto Calir mirando hacia arriba ya que su hijo la pasaba por al menos quince centímetros.

—Es mi nuevo peinado, necesito impresionar a Naroba ya que hoy la voy a invitar a salir —dijo Taran, desviando la mirada de la vista de su madre y volviéndose a concentrar en el espejo que ahora tenía frente a su rostro.

—Por Narelam Taran —dijo su madre revolviendo sus pupilas—, tú sí que sabes tratar a las mujeres. ¿Y quién es esta misteriosa Naroba? 

—Una compañera de la escuela —expresó Taran al ver que el muchacho se ponía colorado de la vergüenza pateó débilmente la puerta para volver a cerrarla y continuar con su perfecto (al menos para Taran) plan.

—¿Es la primera vez que le pides salir a esta chica? —pregunto Calir. Taran abrió nuevamente la puerta del baño, y se dirigió a su pieza para colocarse el uniforme.

—No, creo que ya es la séptima u octava vez —contestó su hijo.

—Taran… —dijo Calir soltando un bufido—, intenta no meterte en problemas —su hijo salió de la habitación, Calir acomodo su corbata negra con líneas blancas—, ¿Estamos de acuerdo? 

—Por Narelam ten un poco más de tranquilidad mama, esta todo bien —dijo el chico dando media vuelta y caminando por el pasillo de su casa, llegó hasta el comedor que era una habitación más grande que también compartía espacio con la cocina y el living de la mesa tomó un poco de pan que tuvo que cortar con las manos por falta de tiempo de buscar un cuchillo y se dirigió a la puerta de su hogar.

—Por favor, Taran, ten cuidado de camino a la escuela. Vuelve enseguida recuerda que tú y Yap tienen que limpiar el patio y la habitación del fondo para antes de que vuelva su padre — grito su madre saliendo de su casa al ver como Taran se alejaba en su bicicleta de color celeste. 

Si, si, si madre, pensó Taran pedaleando lo más rápido que podía paso por una calle por donde venían varios autos, los esquivo de uno en uno cuando los semáforos marcaron en rojo, sobrepasó a los cuatro automóviles que se encontraban parados y Taran oyó los bocinazos y maldiciones a los espíritus que los conductores le gritaban al adolescentes, sin darle importancia el chico continuó su camino por la vereda, miró su reloj de muñeca y vio que ya le quedaban cinco minutos para entrar en a la escuela, se metió por un camino de tierra el cual iba serpenteando entre dos casa abandonadas, derrapó en seco cruzándose al medio del camino con su mirada puesta en una desviación de aquel camino que estaba transitando a toda velocidad. Al final de esta desviación había una zanja precedida por una rampa formada por un cajón de madera, un par de tachos de basura y una tabla que funcionaba como la misma rampa. El chico estaba por arrancar la carrera hacia la rampa, pero se detuvo después de completar una circunferencia completa de sus pedales y dijo:

—Hoy no podrá ser querida rampa, estoy llegando tarde a clases —dijo reanudando nuevamente su camino a la escuela. Con lo justo Taran llegaba a su escuela, uno de sus profesores estaba en la entrada con las dos puertas entre abiertas, casi todos los niños estaban ingresando y el joven todavía tenía que dejar su bicicleta y ponerle el candado, chocó contra la pared que estaba al lado de las trabas de las otras bicicletas y dejó la suya en uno de los tantos lugares, mirando al profesor a los ojos, este lo estaba mirando con rostro de desaprobación total. Se volvió hacia la bicicleta y rápidamente sacó su candado del interior de su mochila haciéndolo girar para trabarlo, corrió por la fachada de la escuela, subiendo los escalones previos a la puerta.

—Señor Dokitroy está llegando tarde —dijo el profesor cerrando las puertas tras ver que pasaban Taran. La primera clase del muchacho consistió en releer una historia de un escritor bastante famoso de nombre Zasdor, la historia era acerca de un león, pero Taran comenzó irse por sus pensamientos dejando de lado la historia que el profesor les estaba haciendo leer. ¿Por qué Naroba me rechaza tanto? Creo que mi madre tiene razón, tal vez debería dejarlo ya, me terminaría metiendo en problemas, aunque intentarlo una última vez no creo que le haga daño a nadie, pero... ¿Cómo podría ser la mejor manera? Pensaba el chico.



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En el texto hay: guerra, habilidades sobrehumanas

Editado: 18.03.2023

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