Diario de un guerrero y un herrero - Máleran 3 | libro 3.

Décimo Capítulo - El futuro es hoy.

Notas de Makkia Vilril: Fecha, diez de junio de mil cuatrocientos treinta y dos. Aun lo sigo encontrando encantador, pero no me puedo acercar a él de más está decir que tengo que aprender un poco más de su idioma para conversar con él.

Tiempo:

12:13 am, 14 de abril de 1915.

 

Lugar:

Condado de Hijilifi, Continente Ranmer.

 

Ripper podía sentir cómo su cuerpo se había vuelto una especie de masa incorpórea que volaba por, ¿El cielo? Miró a su alrededor y solamente podía ver destellos violetas a donde quisiera que volteara bajo su cabeza y pudo ver que no tenía cuerpo ni brazos solamente era como si tuviera el borde de los mismos marcado con un violeta brillante y la palma de su mano, rodillas, pecho y demás partes del cuerpo que tenía dentro del borde del violeta brillante eran como microscópicos granos de arena de un violeta más apagado y oscuro. Escuchó una gran sonido silbante como si acabase de pasar un avión a toda velocidad al lado de su oído (si es que en ese momento tenía uno) escuchó algo resquebrajándose como si fueran piedras inmensas moviéndose o como si se estuviera abriendo un pasadizo secreto detrás de una puerta de piedra. 

“Abrió” los ojos y se encontró cayendo un par de metros al suelo su cara, pecho y piernas golpearon contra el duro y áspero suelo. No parecía ser un suelo de verdad, Ripper se agarró la cabeza ya que el primer síntoma fue un agotador dolor en sus sien, como si hubiera tenido un resaca de un segundo al otro. Se levantó y sentó apoyando su mentón sobre las dos rodillas que tenía a esa altura por tener las piernas retraídas, miró hacia los costados y la piedra sobre la que estaban ya no se encontraba en su lugar se volteo rápidamente y tampoco estaba Bonadea. 

Por Narelam, ¿Qué espíritus ha pasado? Pensó, ¿Me habré desmayado? No estaba el galpón donde se encontraban sus cosas, en lugar de eso había un sinfín de casas, y estaba parado sobre algo duro como una piedra gigante. 

—Amo Ripper, amo Ripper —el joven Raslyl corría desesperado hacia Ripper.

—¡Raslyl! —grito Ripper a pesar de que ya se encontraba a su lado—, ¿Dónde estamos? 

—No lo sé, pero cada vez tengo más miedo, ¿Dónde está Bonadea? —consultó Raslyl mirando al cielo nocturno inundado con una inmensa nube.

—Ella desapareció después de darme un catalejo —dijo agarrando su frente intentando recordar lo que había pasado hacía instantes.

—Ve también me dio un catalejo de color…

—Dorado —dijeron los dos al mismo tiempo.

—No puede ser —expresó Ripper—, ¿Nos han embrujado? ¿Estamos atrapados dentro de algún sueño? 

—Tal vez es una pesadilla —exclamó Raslyl apuntando con su dedo hacia el cielo nocturno que parecía estarse despejando y las nubes estaban siendo reemplazadas por incontables estrellas blancas y brillantes. Ripper giro su rostro hacia arriba y pudo ver una inmensa torre que se perdía en las alturas, la misma tenía como varios niveles que de forma ascendente iban siendo más angostos que el anterior, claro allí solamente podían apreciar dos, como si alguien hubiera levantados la tierra y hubiera hecho varios pisos circulares apilados uno encima del otro siendo su predecesor más pequeño que el que se encontraba debajo, dejando una especie de aro de piedra alrededor del nivel más pequeño. 

—Por los espíritus, ¿Qué espíritus es eso? —preguntó Raslyl, caminaron totalmente desorientados, por la calle de asfalto, una luz se encontraba a pocos pasos de la calle, los caminaron hacia la luz, admirando con curiosidad el farol que tenían enfrente. Raslyl se subió al tubo con ayuda de sus piernas hasta llegar al punto más alto donde se encontraba la lámpara que producía aquella luminosidad—, amo Ripper, no tiene una vela. ¿Qué espíritus es esta magia? Hay una especie de pelota brillante en medio. 

—No toques nada Raslyl —dijo Ripper desde abajo haciendo encerrando sus palabras entre sus dos manos haciendo como si fueran un megáfono—, pueden ser que tengan alguna enfermedad o peor aun que sea una extraña prueba del Dios Narelam. 

—Es que me da curiosidad amo Ripper —dijo el muchacho acercando su mano a la luz del faro tomó la bombilla de la lámpara y el calor hizo que la apretase soltando un grito, Raslyl cayó al suelo con varios pedazos de vidrio clavados en su mano la luz se había extinguido—, por Narelam que dolor.

—Raslyl, te dije que no tocaras eso —dijo Ripper, mientras estaba ayudando a levantar a su pupilo. Tres uniformados aparecieron, vestían con mallas de metal en todo su cuerpo, cargaban con un par de rifles y un casco cada uno en su casco y hombro derecho llevaban un escudo que ni Ripper ni Raslyl pudieron ver.

—Buenas noches —dijeron los tres soldados rodeando a Ripper y Raslyl.

—¿Qué hacen tan tarde? —consultó uno de ellos. 

—Estábamos volviendo a casa —contestó Ripper rápidamente—, si claro ya nos íbamos a casa.

—Los llevaremos nosotros —dijo el mismo soldado, mirando su ropa—, ¿Dónde viven? 

—A las afueras del pueblo de Darran, señor Soldado del Sector Tres —explicó Ripper.

—¿Disculpa? —dijo el soldado—, ¿Estás tomándome el pelo? 

—Para nada señor, es la verdad —contestó Ripper con rostro de extrañeza.



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En el texto hay: guerra, habilidades sobrehumanas

Editado: 18.03.2023

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