Diario de un guerrero y un herrero - Máleran 3 | libro 3.

Décimo Primer Capítulo - La belleza de la reluciente Esmeralda.

Nota de Makkia Vilril: Fecha quince de junio de mil novecientos treinta y dos. No puede ser que le guste el Di-Ho-Ku. Me ha dicho si no le puedo enseñar, eso no quiere decir que me deje ganar solamente para volver a ver aquella maravillosa sonrisa. Mi sed de ganadora supera a su sonrisa.

 

Tiempo:

5:38 am, 27 de abril de 1915.

Lugar:

Fabrica de luces violetas, Nación de Jalder, Continente Apsurer.

 

—Tenemos que tener listo nuestro plan —dijo Dalleo, desde su lugar, los tres se encontraban acostados mirando hacia el techo—,  no creo que mis huesos aguanten más de tres días, realmente siento que se están empezando a resquebrajar. 

—Señor Makoriu —dijo Ripper—, estamos armando un plan con Raslyl. Vamos a escapar por las rendijas, estoy seguro de que podemos hacerlo.

—¿Cómo están tan seguros? —dijo Dalleo soltando una risa burlona por lo descabellado que parecía el plan—, es imposible abrir las trabas de seguridad. Lo hemos revisado varios días durante estas últimas semanas, necesitamos fuerza sobrehumana para abrirla, y ni tú ni él —dijo Dalleo señalando a Raslyl que tenía el cuaderno en sus manos, sus ojos estaban tan centrados en la lectura yendo de derecha a izquierda que seguramente ni siquiera estaba prestando atención a la palabras de sus dos compañeros—. Y mucho menos yo, vamos a poder abrir esa maldita traba. 

—Estoy seguro de mis palabras Dalleo, por favor… Tiene que creer en mí —dijo Ripper. Dalleo revolvió sus pupilas reafirmando su postura de que no iban a poder abrir esas trabas al menos no con las llaves.

—Dormiré un poco más, ustedes dos deberían hacer lo mismo —expresó Dalleo dándose vuelta hacia la oscuridad, cerrando sus ojos en el acto.

Ripper rebusco en su bolsillo tomando algo del tamaño de una moneda pequeña, era el centro de lo que antes había sabido ser un maduro durazno. Dejo la semilla sobre el suelo enfrente de sus ojos, Ripper llevo sus dos manos a la cabeza y separo sus dedos tanto como pudieron sus músculos e intento concentrarse en hacer crecer la diminuta semilla, apretó la quijada y pudo ver como poco a poco un aura de color verde (que solamente él podía ver) se extendía alrededor de la semilla cubriéndola por completo, milímetro a milímetro la semilla comenzó a abrirse por uno de sus costados sacando una raíz del grosor de un pelo la minúscula raíz serpenteó alrededor de la semilla y la respiración de Ripper se agito de un momento al otro sintiendo un cansancio agotador, como si ya hubieran pasado las veinte horas de picar materiales en un abrir y cerrar de ojos, pero no… Apenas estaban por comenzar.

Las alarmas sonaron y como casi por arte de magia, Raslyl guardó el cuaderno y Ripper la semilla, mientras marchaban hacia afuera de la habitación vacía los soldados que los esperaban afuera ponían los grilletes y vendas, los ojos de Ripper quedaron totalmente nublados y camino con pequeños pasos escuchando solamente los quejidos, las cadenas y los insultos de los soldados.

¿Qué fue lo que hizo Makkia para desarrollar sus poderes tan rápido? Pensó Ripper dentro de su mente. ¿Por qué a su corta edad ya podía manipular la edad de las personas? Y yo apenas puedo hacer crecer una raíz que apenas se ve en una pequeña semilla de mierda, por Narelam… si no apuro, terminaremos muertos aquí abajo en las minas. Tenemos que conseguir la libertad cuanto antes, nadie sabe cuánto podrá aguantar Dalleo. Necesito entrenar más, ese candado tiene que romperse a como dé lugar, pensó Ripper. Una vez llegó hasta su puesto de trabajo y comenzó a picar tomando su herramienta y golpeando el material endurecido.

Pasadas las horas el herrero continuaba picando lo que hizo detenerlo fue un fuerte golpe que se produjo en el suelo a su lado. Al parecer alguien había caído al suelo y quien estaba de ese lado era Dalleo Makoriu, la persona que estaba en el suelo comenzó a toser y confirmaron las sospechas de Ripper, efectivamente, se trataba de Dalleo. El par de guardias que paseaban por su zona acudieron a él en un instante, insultándolo repetidas veces. Dalleo lo único que podía hacer era jadear de agotamiento o dolor, retorciéndose como una pequeña oruga, al no levantarse con los insultos, los dos soldados comenzaron a tirar patadas a las costillas del hombre, aunque no eran muy seguidas, se podía escuchar el fuerte sonido de los golpes que hacían que Ripper cerrara sus ojos (a pesar de que los tenía vendados) y apretase la quijada con fuerza. Cada golpe era como si de repente Ripper volviera a usar sus dones (o maldiciones como él los llamaba) sin que él lo pidiera, realmente odiaba aquel sentimiento de furia.

Uno de los soldados se llevó su mano a uno de los bolsillos sacando su característico látigo.

—Ahora veras —dijo uno de los soldados, el otro hombre uniformado rompió la sucia remera que llevaba puesta Dalleo dejando su espalda al descubierto. Arrastró a Dalleo hasta la pared que separaba a todos los mineros y con sus esposas lo colgó de la parte superior de la pared dejando sus pies arrastrados en la tierra, el hombre ya no podía mantenerse de pie. 

No puede ser, ¿Por qué espíritus son tan asquerosos? No puedo mas hay que salir de aquí cuanto antes, Ripper seguía oyendo como latigazo tras latigazo el hombre gritaba de dolor. No me puedo revelar contra los Soldados sería un desperdicio y seguramente nos terminarían ejecutando a los dos en un segundo, se decía Ripper dentro de su cabeza mientras volvía de sus pensamientos y escuchaba cómo castigaban a su compañero sin razón alguna, tras el décimo segundo latigazo el soldado dijo:



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En el texto hay: guerra, habilidades sobrehumanas

Editado: 18.03.2023

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