Diario de un guerrero y un herrero - Máleran 3 | libro 3.

Capítulo Final - El acuerdo de Bao y Ripper.

NOTA DEL AUTOR= El tiempo del capítulo anterior era 1964. Ya lo he corregido. Disfruten el capítulo.

Tiempo:

2:23 AM, 25 de octubre de 1968.

Lugar:

Mansión de la familia Ewery, Condado de Tyrkub, Continente Ranmer.

 

Vamos Niv, se dijo a ella misma en sus pensamientos intentando darse ánimos. Solamente son nueve guardias más.

Estaba parada sobre el filo de la pared que separaba el patio delantero de la mansión de los Ewery con el exterior, detrás de un árbol que sobresalía, la mujer se quitó los binoculares luego de mirar fijamente a sus objetivos, dos en la entrada, tres en el balcón, dos en el patio superior y otros dos que rodeaban la mansión continuamente con un periodo de aparición de tres minutos. Niv desenfundó su pistola y colocó el silenciador enroscándolo en el cañón del arma. Sacó un diminuto dispositivo (una caja con varios botones) presionó dos y se lanzó hacia el patio para completar su última misión como Serotiana del Condado de Tyrkub. Ahora es cuando realmente tienes que estar calmada, se dijo. Lo has hecho ciento setenta y cuatro veces, pensó Niv suspirando para sus adentros, con la leve diferencia que con las otras ciento setenta y cuatro no te ascenderían a subcomandante, soltó una leve mueca de felicidad con el simple hecho de formar parte de ese grupo selecto de alto rango. 

Corrió con velocidad por la oscuridad, y un par de reflectores se encendieron buscándola con esmero, evadió uno de ellos con suma facilidad sin percatarse de que el otro estaba a punto alumbrarla por la espalda, dio un salto de un par de metros hacia arriba saliendo de la vista del reflector. Cayó a un par de metros donde aquella luz acusadora no llegaba. Por poco, pensó suspirando. No puede ser que esté cometiendo estos errores de novata. Se giró estando a poco más de diez metros de los tres guardias con esmoquin, Niv llevaba el cabello castaño casi anaranjado, unos ojos negros y finos labios rápidamente desenfundó su pistola acertando los tres disparos al pecho de los guardias, cayeron al suelo y la entrada quedó descubierta, mentalmente contaba los segundos que quedaban para que los otros dos guardias que rodeaban la mansión aparecieran. Se posicionó cuerpo tierra y se arrastró por el césped recién cortado y mojado por los aspersores, lo hizo con rapidez, gracias a aquellas piernas con leve musculatura y fuerza. 

Llegó hasta la entrada, que estaba precedida por una escalera y un par de balaustradas de ambos costados y una puerta en medio (a ambos costados de la puerta había unas macetas con plantas) a duras penas agarró los tres cuerpos y arrastró ingresando en la mansión silenciosamente, se encontró con un largo salón con dos pasillos tanto del lado derecho como del izquierdo. Había estudiado cada rincón de la mansión durante aquellas últimas semanas previas al robo. Arrastró los cuerpos escondiéndolos en una puerta del pasillo derecho que daba al sector donde se guardaban los elementos de limpieza.

Se escondió dentro dejando la puerta entreabierta, si estaba segura de algo sería que los otros dos guardias aparecerían en cualquier momento, asomó el silenciador por la ranura que quedaba, apuntando hacia el oscuro pasillo. No tardaron ni dos segundos más y pudo ver a los otros dos guardias.

—Dile a Sanias y los otros dos que vuelvan a hacer guardia me molesta cuando se va a comer dejando su puesto —dijo uno de los guardias—, yo volveré a afuera —en ese momento Niv supo que podía seguir apegada a su plan, el guardia caminó por el pasillo sin percatarse del silenciador que salía de una de las habitaciones, Niv abrió la puerta y apuntó a su espalda apretando al gatillo en el acto. El guardia cayó a los brazos de Niv quien le costó recostarlo lentamente en el suelo, y lo arrastró a la habitación de la limpieza como a sus compañeros. Una vez hecho, corrió con rapidez por el largo salón que en medio tenia una larga mesa con un mantel negro y rojo, se subió a la mesa pegando un salto y aferrándose del candelabro que colgaba del techo comenzó a balancearse hacia un costado del salón mirando detenidamente a la balaustrada, se balanceo un par de veces más y saltó hacia el primer piso agarrándose del barandal, lo saltó y camino por el primer piso hacia el fondo del mismo salón donde había una puerta negra, la abrió y subió las escaleras rojas sin perder otro segundo, tuvo que subir un total de cinco pisos hasta encontrarse frente a la ultima puerta que debía de abrir para hallar su recompensa, una sala de un par de metros cuadrados se encontraba frente a Niv, en las cuatro paredes había cuadros apuntados con reflectores y en medio de la pequeña habitación una repisa con cristal (protegía tres cosas) un huevo con partes de oro y con dibujos de mándalas y glifos, un diminuto cofre negro que cabria en sus dos manos, y una espada con la hoja negra.  Niv tomó lo que venia a buscar, levantó la espada, realmente pesaba mucho apenas pudo levantarla con sus dos brazos y le exigió de una fuerza descomunal, la ató a su cinturón y se sintió con mucho menos peso de el que le pareció tomo el diminuto cofre negro y enrumbado y se lo guardó en su bolso, salió de la habitación y abrió la primera ventana que vio al comenzar a bajar por las escaleras. Saltó de ella cayendo ligeramente en el tejado. 

Por fin la Emperatriz Meyen Bogur podrá tomar ventaja en la Dinastía con esto, pensó Niv. Pero más importante aún con esto me ascenderán a subcomandante, pensó la mujer con una sonrisa corriendo a toda velocidad por el tejado perdiéndose en aquella noche.

 

—Más rápido, más rápido —exigía Raimundo Bandarlen a su segundo grupo de soldados de aquella mañana, el anciano de máscara de cuero proseguía muy de cerca su entrenamiento, aquel día se estaba encargando de los rifles. La gran mayoría de los soldados había aprendido rápidamente en aquellos tres años de entrenamiento, Raimundo había sacado el mayor potencial del segundo grupo de cuatro. La gran mayoría por no decir todos podía acertar en los carteles con siluetas de personas llegando a errar un par de tiros de quince. Sin duda ya estaban preparados para luchar contra los Serotianos, al menos los de menor rango. Todos los hombres y algunas mujeres mayores de veinte años y menores de setenta habían dejado sus labores en la Aldea del Chamán para concentrarse en aprender a manejar las armas necesarias para defender a su familia.



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En el texto hay: guerra, habilidades sobrehumanas

Editado: 18.03.2023

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