Diario de un Mercenario(capitulo 1)

El asesino de las montañas/El señor de los espejos

El asesino de las montañas

 

En el primer trabajo que acompañe a la sombra conocí a un señor llamado Raúl Regel o mejor conocido como “El asesino de las montañas”. Era un hombre callado, tímido, no hablaba mucho, usaba zapatos grandes y chaquetas de jean básicas. 

Me acerqué a él y se asustó, dijo que no le gustaban los niños, la sombra se rio al verlo y dijo:

—Tranquilo, ese niño tiene un futuro enorme, te presento al asesino de las montañas, sabes en sus tiempos la gente le tenía terror, no se acercaban a sus montañas.

El señor lo interrumpió y se sentó en la silla afuera de su cabaña, parecía avergonzado como si no se sintiera orgulloso de su pasado.

Me senté al lado de él mientras la sombra preparaba las cosas para ir de expedición por la montaña. Mirando el hermoso paisaje de la naturaleza, le pregunté:

—¿Fue lindo que la gente te tenga miedo? Me asusté con la sombra al principio, pero parece ser una buena persona. 

Él sonrió con pena y en medio de un silencio entristecedor dijo:

—Era hermoso, pero solitario, nunca pude volver a hablar con nadie. Si quieres seguir por este camino, entiende que al final solo hay soledad. 

Me quedé callado pensando si ese iba a ser mi final. Él vio mi cara llena de dudas y pensamientos que no me llevaban a ningún lado, me tocó el hombro y dijo:

—No le tengas miedo a la sombra, estuvo solo por mucho tiempo. Te quiere bastante, eso se nota. Hazme un favor, cada vez que lo veas, solo acércate y hazlo reír, no sabes la ayuda que le harás.

La sombra salió y me pidió que nos vayamos a recorrer la montaña, era un lindo día, así que pensé que era una buena idea, me levanté y me despedí del señor diciendo:

—Chau, Sr. Regel, sabe usted, no está solo, nos tiene a nosotros ¿Quiere venir a dar un paseo por la montaña?

Él sonrió y se levantó mientras le caía una lágrima diciendo:

—Sombra, tienes un buen niño acá, cuídalo, que no me entere de que lo tratas mal. El paseo por la montaña se los debo para otro día, ya bastante me alegraron la tarde.

En ese paseo por la montaña, entre bosques y animales que hacían un ambiente hermoso, la sombra me contó historias sobre “El asesino de las montañas”, resulta que al Sr. Regel se le murió la mujer e hija en un accidente provocado por unos adolescentes que entraron a su montaña a beber. Él entre duelo, penas y enojo se desquitó con toda persona que entraba a sus tierras hasta que la gente dejó de ir. Ahora el señor se desquita consigo mismo, torturándose mentalmente en una soledad fría que solo la sombra, y ahora yo, podíamos romper.

Me dio mucha pena la historia del Sr. Regel, desde ese entonces decidí ir por lo menos una vez al mes a visitarlo. La soledad es algo con lo que aprendes a lidiar, pero nunca aceptas que puede ser algo bueno.

Murió a los 2 años de esa visita, al funeral fuimos la sombra, la chica y obvio yo. Recuerdo noches en las que preparaba té y me daba consejos para ser un mejor mercenario. No diré que era mi amigo porque no me gusta usar esa palabra, pero sí era como un tío, tenía charlas con la sombra en las que parecían hermanos.

Qué niño inocente que era, Raúl Regel ya se había retirado, no era más “El asesino de las montañas”, fue de los primeros amigos de la sombra que conocí. No entendía cuánta razón tenía, si no fuera por el Sr. Barrios, yo estaría encerrado en mi cabaña esperando el final.

 

El señor de los Espejos

 

Luego de conocer a Raúl Regel el siguiente amigo de la sombra que conocí fue José Rojas o mejor conocido como “El señor de los Espejos”.

Fuimos al circo “Lieron Dier” y nos acercamos a la casa de los espejos, ahí escuché una voz alegre, te envolvía con solo escucharla, mi curiosidad salió a flote y quise acercarme a ver quien me estaba atrayendo con su voz. Le hablé a la sombra para que nos acerquemos y él sonriendo dijo: 

—Estate atento a todos sus movimientos, Te presento al señor de los espejos. 

Lo vi, un hombre guapo, encantador, vestido elegante, pero chistoso, una cara que emprendía confianza, sé notaba que estaba loco, pero, ya para entonces, había aprendido que toda locura era buena.

  La sombra lo saludo y el señor siguió gritando:

—¡Acérquense, acérquense! Déjeme presentarle un mundo nuevo, un mundo en el que puedan hablar consigo mismo. Acérquense o le tienen miedo al mundo de los reflejos. 

Él, al terminar su discurso, se acercó a nosotros y se presentó: 

—Hola, amigo de la sombra, soy el señor de los espejos ¿Te gustó mi discurso? Pareces ser el único, tranquilo, la gente le tiene miedo a su propio reflejo. 

Vio mi cara de asombro y me regaló un lente en el que el vidrio se movía para todos lados.

Entramos a la casa de los espejos y me sorprendí, el señor no tenía un reflejo igual, pasaba y se convertía en otra persona. Me llenaba de dudas con cada espejo, me preguntaba a cada rato ¿quién era en realidad este hombre? Llegamos a su oficina, un escritorio en el medio de una habitación con paredes llenas de espejos. En ese momento mis dudas explotaron, estaba viendo un hombre con miles de reflejos.



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En el texto hay: diario, cuentos cortos, duelodolor

Editado: 15.09.2022

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