Diario de un Mercenario(capitulo 1)

Deros, El Masoquista

Deros, El Masoquista

 

Nunca fui creyente de ninguna religión, pero admito que he visto cosas que a cualquier persona le mostraría lo contrario. Pensar en ver un minotauro antes de entrar a este mundo, eran solo historias que daban mala espina antes de dormir.

A mí no me dan cachetadas de realidad, sino de irrealidad, siempre estoy aprendiendo que el mundo es más grande de lo que parece. Incluso en mi retiro el Sr. Barrios se encarga del trabajo de la sombra, me enseña culturas, pensamientos e ideas que me siguen tratando como niño.

A veces reflexiono que el mundo es interminable, que siempre habrá algo que me abra la mente, pero ¿eso es todo, una sed insaciable que nunca parara? ¿Qué jamás descubriré quién soy?

Perdonen son delirios de alguien que ya acabo de vivir una vida y que intenta arrancar otra, a veces dejo salir a flote mis sentimientos, pero eso es un diario. Un conjunto de explosiones de nostalgia y sentimientos, una bomba escrita en letras, pero eso somos todos, bombas que no se sabe cómo y cuando explotaran, tenemos un contador y no lo vemos o, como en la locura, un mal día nos hará tocar el botón rojo.

La curiosidad mató al gato, pero por lo menos no vivió como perro. Esto me lleva a la siguiente historia o recuerdo, “Deros, el masoquista”. La sombra siempre me dijo que a los demonios se los mira a la cara, se los presiona para que saquen el humano que llevan dentro y con ello sus errores.

Me habían contado historias sobre unos suicidios en el condado de “Mills Park”, todos eran raros, no tenían antecedentes de depresiones, ni traumas que lleven a tal punto. Me agarró curiosidad y decidí investigar por mi cuenta de que se trataba, hablando con gente de la zona, llegue a la información de que todos los involucrados habían ido al mismo bar unos días antes de su trágica muerte.

Eran demasiadas coincidencias como para ser casualidad, ya en ese momento mi curiosidad tomaba el control y se comenzaba a preguntar ¿qué tipo de mente podía llevar a cabo tal plan? ¿Sería una criatura nueva?

Todas tenían respuesta en el bar, pero ir llevaba el riesgo de ser el siguiente. Le pregunté a mi mentor antes de tomar una decisión, él me preguntó los detalles de las muertes y llegó a la conclusión que parecían ser posible solo dos cosas, un hipnotista o un demonio masoquista. Inmediatamente, el hipnotista me pareció muy obvio, así que comencé a pensar en la segunda opción y la pregunta que realicé fue ¿cómo ubico a un demonio masoquista? Me respondió con seguridad diciendo:

—Les atrae el dolor físico, si tienes uno en ese bar piensa que son de hablar mucho, mírales a los ojos y sabrás de inmediato que es un demonio, pero escúchame, si vas a ir mójate las manos con agua bendita al igual que a tu cuchillo o si no estarás desarmado ante un posible ataque.

Tome sus consejos al pie de la letra, si hay algo que aprendí es que la sombra conoce todo sobre este mundo lleno de oscuridad y muerte.

Entre al bar donde las intrigas habían comenzado. Era apagado como abandonado, luces que no ocupan todo el espacio, menos la barra que parecía ser donde estaba lo mejor del local. Me senté en la barra y comencé a mirar las personas a mi alrededor, no parecían sospechosas, había cuatro personas muy apagadas o borrachas, más el bar tender que era quien animaba un poco el lugar. Este se me acercó a atenderme y me preguntó: 

—¿Espera a alguien? Es que veo que tiene la mirada perdida.

Sonreí y le miré los ojos, noté algo distinto, como si en su mirada hubiera un mundo lleno de intrigas, le respondí antes que se diera cuenta de la situación: 

—No, vengo solo. Una pregunta ¿Cómo se llama? Perdón por el atrevimiento es que las personas suelen tener charlas con su bar tender.

 Él, sonriendo, de repente, con frialdad, contestó:

—Soy Deros, la gente habla mucho con los de mi profesión cuando se sienten solos.

Mis dudas comenzaron a tener respuestas, lo había encontrado, pero necesitaba la prueba final. Le pedí una cerveza y al traerla le agarré la mano, sentí como le quemaba la piel y sonreí con la maldad de haber descubierto un ser nuevo. Él, agarrándome la mano, gritó:

—¡Salgan todos ahora! Cerramos hasta nuevo aviso.

Salieron todos y él, riendo enojado por haber visto que lo encontré, dijo:

—Crees que no te conozco. El niño de la sombra, el próximo gran mercenario. Hablamos mucho de ti ahí abajo, te esperamos con ansias o ¿no quieres conocernos?

Sonreí con una frialdad que noté su cara de sufrimiento y miedo, le conteste:

—El niño de la sombra con que así me llaman, pensé que me pondrían un apodo mejor, pero veo que a los demonios no le da para mucho.

 Con rabia en sus ojos, él le pegó a la mesa y gritó:

—¡Niño insolente! ¿Te consideras capaz de enfrentarte a Deros el masoquista? Soy la pesadilla de todos, no vendrá un niño a decirme que no doy para mucho.

Agarre mi cuchillo y me saltó encima, lo apuñalé en el corazón, su cara se puso gris con venas negras que se notaban en sus ojos. En su último aliento dijo:

—Nos vemos en el infierno, hijo de la sombra.



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En el texto hay: diario, cuentos cortos, duelodolor

Editado: 15.09.2022

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