Léeme bajo tu soledad y los mandamientos de tu alma,
léeme dónde irgue el hombre para pensar.
Léase donde cruce el rayo del sol por la mañana,
dónde los niños se jactan de su inocencia,
léeme cuando no te queden más esperanzas,
en la tristeza y en cada promesa que se esconde en tus ojos.
Estoy en el silencio y el ruido de las cosas,
en los transeúntes que duermen en las calles,
y en la esperanza de un niño cuando los ojos le brillan.
Léase en cada habitación del mundo,
y en la vida y sus secretos,
léeme en cada letra que transmito,
Leé cada uno de mis pensamientos.