Diario de un Sin Memoria | #3.

Número Cinco.

Hoy no puedo decir que es un día soleado. Llueve, va a ver tormentas muy fuertes y encima todo el ambiente se siente húmedo. Nunca antes me había sentido tan... Pesado, pesado conmigo mismo. Éso es lo que siento, y no me agrada para nada. No sé si es otro juego de mi mente o si vivo la vida real, pero pienso que me encuentro en el Infierno ahora mismo. Esta gran tormenta no para de luchar cotra la ciudad un poco más de una semana, las personas se encuentran asustadas y ya hay cuerpos sin vida fuera. En verdad, siento que estamos viviendo un apocalipsis. Veo las paredes de mi hogar y están llenas de agua y humedad, se sienten blandas y pegajosas. Creo que no me encuentro habituado en este lugar, sino que en una dimensión alterna totalmente diferente a ésta. Volví a escuchar aquellas voces dentro de mi cabeza, repetían cada vez la palabra "asesino" y otras insistían a que aprovechara este momento para ir a matar personas. Sentí incomodidad y mucho miedo, a la vez que agarraba una cuchilla de la cocina y rozaba su filo contra mi garganta. Ésa arma blanca estaba completamente quieta, para cerrar los ojos en el momento y comenzar a sollozar. Quería que las voces dejaran de hablar, de gritar. Yo comenzaba a aumentar la tonalidad de mi voz y hacía todo lo posible para que aguardaran silencio, aunque de pronto el lugar cambió toda su estructura: ahora me encontraba en una calle, solitario y sin luz. Lo único que habitaba allí era una pequeña lamparita encendida, que daba a iluminar una parada de autobus. Me dirigí hasta el lugar iluminado con un rostro de confusión, suspirando de alivio ya que no sentía la presencia de alguien más, pero... De alguna manera, creía que alguien más estaba allí conmigo.

— ¿Hola?. Sé que hay alguien conmigo en este preciso momento... —hablé de forma tranquila.— ...Si algún ser con vida se halla caminando por aquí cerca, quería saber si está perdido o perdida. —aguardé silencio.— ¿Necesitas ayuda?.

No tendría la certeza ni creencia de que hubiese cierto mutante divagando por aquél pasillo, sino que algún niño u otra persona que esté perdida. No quería poner mi fe en nada más, ya estoy harto de tantas torturas mentales que me dañaban la vida: moría poco a poco.




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