Desperté en el hospital con ciertos moretones en mis labios y garganta, lo sé porque desdé que abrí los ojos me han dolido bastante. No recuerdo nada de lo que pasó en estos últimos días, no sé si habrán testigos para explicarme lo sucedido. Suspiré con cierta levedad, rascándome la nuca y acariciando una de mis cienes. Observé el cuarto en el que estaba, se encontraba casi totalmente vacío, ¿acaso alguien le ha dicho a la enfermera que me da pánico tener muchas cosas alrededor?. ¿Será porque no tendré tantas cosas en mi hogar?. Creo que no importa ahora... No entendía cómo había parado en el hospital con más moretones en mi cuerpo, sé que tenía pesadillas pero no como para dejarme así en el hospital. Me senté en la camilla, apoyando los dos primeros dedos de mi mano derecha en aquél lado de las cienes mientras cerraba fuerte los ojos por el dolor de cabeza. Parecía ser muy fuerte, por éso lo sentía en todos los rincones. No había nadie en la habitación, el silencio inundaba en el ambiente y el espacio era inmenso. Todavía no suelo reconocer a la persona que me había salvado de lo que me pasó anteriormente, necesito saber qué me ha pasado en las altas horas de la noche. Necesitaba saber, quería saber lo que ocurrió. Tenía que mantener tiempo para poder superar mi enfermedad, si sabía esto capaz que podía ir a buscar ayuda más profesional de la que tenía actualmente.
— Oh... Parece que ya has despertado. —se oyó una voz desde la puerta.— ¿Sueles recordar algo de lo que pasó hace unas horas, hijo?.
Volteé a ver quién era, no lo conocía. Solamente es... Un extraño que vivía cerca de mi casa, y por suerte me salvó. Ante su pregunta, me negué con totalidad.
— Se nota que volviste a la normalidad: un chico con amnesia. —suspira profundo.— Me llamo Alphya, soy tu doctor. Te atendí desde que naciste, básicamente. He leído todo tu expediente, querido. Yo te salvé de lo que te pasó hace horas atrás, ¿cómo te sientes?.
Hubo un gran silencio después de lo que mencionó mi supuesto "doctor". Le aclaré que estaba bien mediante señas, ya que no podía hablar gracias a los moretones internos y externos que mi garganta sufrió. Éso hizo que mis cuerdas vocales no fuesen utilizadas correctamente, me enojaba bastante. Quería hablar para darle un sin fin de preguntas de todo lo que pasó a altas horas de la noche, pero lamentablemente no podía. Miré a mi contrario muy adolorido y con algo de curiosidad que me picó, necesitaba saber todo lo que me pasó la noche anterior.
— Sé lo que estás pensando: "¿Qué me pasó anoche?". Te iba ir a visitar porque tu psicoanalista me pidió que revisara cómo ibas con la amnesia, así que me di cuenta de que estabas durmiendo. —breve pausa.— No obstante, noté que gritabas y llorabas a todo pulmón: te estabas quedando sin aire. Derrumbé tu puerta y entré a tu hogar... —se apoyó en el borde de la puerta.— ...Corrí a tu cuarto y vi que salía un chorro de sangre por tu boca. Cuando te senté en tu recámara, comenzaron a habitar ciertos comportamientos de arcadas en tus gargantas y te desmayaste. —se cruzó de brazos.— Fue ahí que te subí a mi hombro y fui lo más rápido que pude hasta aquí... Tuviste suerte de que un doctor viviera cerca de tu casa.
Me alegré de que me hubiese salvado, no estaría más agradecido que en este momento. Puse una mano en mi garganta y sonreí, no sabía cómo agradecerle. El silencio volvió a inundar el ambiente junto con el lugar, yo me colocaba contra la pared y el doctor Alphya se acomodaba en su lugar para poder retirarse. Aunque antes, quiso mencionarme algo más:
— Bastian, descansa. Tienes que mejorarte para mañana, te haremos estudios en tu garganta a primera hora para observar qué tan graves fueron tus arcadas... —apoyó una mano en el borde de la puerta.— ...Espero que no te hayan dejado mudo, sería preocupante. —salió del cuarto.
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Editado: 14.09.2019