Quizás el pensar que me había puesto los cuernos como “lo peor” fuera un poco tonto por mi parte, podría haber cosas peores, como que se hubiese tomado un bote de pastillas, o algo así.
Por fin, ella, se lo dijo a su madre y a su hermano, reunidos todos en el salón.
Según me contó, entre sollozos, su hermano se fue bastante asqueado, mirándola mal, ella pensaba que no la volvería a hablar. Y su madre comenzó a llorar preguntándose en voz alta que, “que había hecho mal”, mientras desviaba la mirada para no cruzarla con los ojos de su hija.
Una reacción exagerada por parte de ambos a mi parecer.
Ella por su parte se puso a llorar, vista la reacción, me resulta bastante normal, que me llamara por teléfono contándome lo que había ocurrido.
Tras la pelea de ayer, y una larga conversación tornada a pelea de hoy, debido a que ella me echaba a mi la culpa de todos sus problemas, por haber insinuado el decírselo a su familia reiteradas veces, me dijo que me odiaba, y varias lindezas que no gustaría oír a nadie. Claro que yo la había animado, pero seguro que ayer no era el mejor momento dados sus ánimos, y quizás hasta se lo planteará a su familia de una manera brusca, y con actitud negativa.
También podría ser que hubiesen reaccionado así porque simplemente no comprenden la condición de su hija.
Su madre decidió mudarse a casa de su nuevo novio, era una mujer algo extraña que cada varios meses tenía un nuevo novio, del que según ella estaba enamoradísima, y era el amor de su vida, capaz de dejar todo por el señor de turno que se le hubiera puesto delante, yo pienso que tenía miedo, no miedo a la confesión de su hija, miedo a quedarse sola, una mujer ya algo mayor,quizás más de treinta y tantos, con dos hijos a su cargo, con un trabajo mediocre, pero que le daba para vivir, solo pensaba en encontrar a su príncipe azul, era bonito de algún modo, pero triste de algún otro.
Tras la confesión de su hija decidió irse con él, y con sus hijos a vivir a otra provincia, a la que yo no podría acceder sin dinero para llegar hasta allí.
Así pues no habría más remedio.
Con la única posibilidad de hablar por teléfono y sin ganas de volver a hablar en bastante tiempo, bueno, alguna vez tenía que pasar. Tras colgar violentamente sabía lo que estaba pasando.