Capitulo 4
Cuando era más pequeña, puede que alrededor de 14 puede que 13 años, había ocasiones en las que discutía con mi mamá, no era una cosa grave pero para alguien de esa edad supongo que algo tan absurdo como asistir a una fiesta de colegio es demasiado importante, el gran evento el compartir con tus compañeros, la dicha de poder ver los chicos más llamativos y populares.
- Por qué no puedo ir, todos mis amigos irán, voy a venir temprano.- Todos mis amigos van a estar, será la única que no irá que horror.
- Ya te dije que no vas. - Nunca la había visto tan seria como ahora, ni siquiera hice algo malo.
- Algunos amigos van a venir a buscar un dinero, como les voy a decir que no iré.
- No me importa, no vas y punto.
Efectivamente y como era de esperarse mis amigos pasaron por mí casa, no les di la cara tenia vergüenza de la situación, mi tía se ofreció a darles el dinero y explicarles que estaba enferma por lo que no podría ir a la fiesta. Una mentira más una mentira menos...
- Lucia: No viniste, te estás perdiendo de muchas cosas, sabes quien vino.... Mariano, y se ve tan lindo.
Así como ese, otros mensajes llegaban a mi teléfono de quien en su momento eran mis compañeros de clase. Indagando el motivo de mi ausencia, creo que sabían que estaba mintiendo y que no estaba enferma.
Estaba avergonzada de que pensaran que era (en términos de juventud) una sometida, alguien que no dejarían salir a la esquina sin supervisión... El fin del mundo para alguien de 14 años.
Lo grave de la situación no fue la humillación descomunal sino lo que ocurrido luego; es algo difuso en mi mente, la cantidad de veces que llego a ocurrir eso, pero sería exagerado decir diez, probablemente menos de cinco, pero más de una....
El punto es que acostada en mi cama llorando como una Magdalena, la rabia surgió, ira, molestia de que no me dejaran ir.... Apreté mis manos fuertemente clavando mis uñas, los dedos de mis pies se recogieron, comprimiendo a la nada, o simplemente pegarlos a la pared y tener el impulso de golpear pero no hacerlo, solo patalear, y por ultimo rasguñar mis brazos, como si quisiera que saliera sangre, toda la frustración no lo pagaba con alguien, en ese momento lo hacía conmigo misma.
Quería hacerme daño y hasta hoy no logro comprender el porqué, que ganaba haciendo eso, liberar esa ira que sentía puede ser, pero ¿a qué costo?
¿Lastimándome para llamar la atención? No lo creo... Mi madre no es el del tipo compresiva sino impulsiva, con seguridad se, que si en ese instante me hubiera descubierto, no estaría sentada a mi lado preguntando que estoy haciendo, al contrario buscaría algo para pegarme, pensando que es solo una pataleta de una niña que no ha obtenido lo que deseaba.
“ah quieres llorar, vas a llorar con ganas.” Típica frase de madre que está preparada para darte con todo.
Sería algo que ella diría sin lugar a dudas. Tampoco es como si mi madre fuera un ogro que me maltrataba 24/7, al contrario creo que mi hermano y yo fuimos niños bastante tranquilos, pero en definitiva lo haría si la situación lo a medita, es de esas madres que con solo una mirada basta para inmovilizarte o que te sientas mal por haberla decepcionado. Trucos mentales lo llamo hoy en día.
En la actualidad no suelo hacer lo de rasguñar mis brazos, sin embargo aun persiste lo de apretar mis manos cuando estoy ansiosa. Es como un tic, algo que hago por inercia, es dañino sobre todo cuando mis uñas están largas, pero vamos sigo siendo una chica, a que mujer no le encanta tener uñas largas como una gata... Vale quizás esa es una exageración pero sé que entendieron mi punto.
Este año en mi trabajo, me regalaron una pelota anti estrés para mi cumpleaños.
- ¿Te gusta?
- Si es muy linda, muchísimas gracias. Amarrilla con una carita de sorpresa, es perfecta.
Lloré, me pareció tan jodidamente dulce que tuvieran en cuenta lo que me pasa, que trataran de ayudarme con un problema que me afecta pero de cual no me gusta mucho hablar para no incomodar.
- De nada amor, se que lo vas a necesitar; probablemente dure dos días, pero igual sabes que te lo dimos con mucho cariño.
Mi compañera de trabajo tenía razón, no me duro mucho, tampoco fueron los dos días que menciono, pero si menos de un mes, igual lo disfrute, me ayudo en el tiempo que duro, incluso lo bautizamos.
Como cosa rara en mi, nótese mi sarcasmo, no recuerdo su nombre, no es como si realmente no me importo o me dio igual, les recuerdo que el modo de trabajar de mi mente es.... Diferente.
Toda la situación de mi juventud y lo de lastimarme, no se lo comente a mi Doctora cuando fui a consulta, y esta vez no fue por temor o algo similar, fue algo de "no ser prioridad" la prioridad era calmar mi ansiedad, no tener ataques de pánico en la calle, así que el tema de posibles autolesiones leves era irrelevante en ese momento.
Siento que me equivoque, que debí mencionarlo... si alguno tiene una mente como la mía, digamos "olvidadiza" anoten lo que quieran decir, puede que en la primera sesión no lo digan, pero en la segunda, tercera, cuarta, en alguna pueden sacar el tema, cualquier cosas por más minina que crean que pueda ser, exprésenla, se supone que la terapia es para ayudarlos, pero eso no se puede lograr si callamos lo que nos ha pasado.