Eliana tenía casi 10 años siendo la administradora-gerente del lugar donde trabajaba, creo que ya les había comentado lo dedicada que era, pues su trabajo no solo iba de lo cotidiano sino que se adentraba a un nivel más personal.
Eli, está por llegar el señor que arreglará el techo de mi casa, lo atiendes por favor.
Era una de las frases que se podía escuchar de la voz del dueño del negocio, o quizás algo como Necesito que salgas y compres lo que te voy a ir diciendo porque mi mamá estará el fin de semana en la casa.
Era estar en casa en casa de los dueños hasta muy tarde de noche, puede que su carácter era difícil, pero en el fondo es una buena chica, solo que desde mi punto de vista la carga laboral que tenía era sumamente grande, tanto que físicamente llegó a un punto de colapso, era una acumulación de tantas situaciones, que podría ir contando y nunca terminaríamos.
Financieramente hablando la empresa no se encontraba en las mejores condiciones, el flujo de caja no era suficiente, por lo que tomar decisiones era difícil. A quien debemos pagale, Quién realmente esa prioridad, alcanzará para poder pagarle al personal, era las interrogantes que siempre pasaban por la mente de Eliana, en ese momento ella considero que que podría manejar la situación así que cuando el dueño pasaba por el local preguntando que tal iba todo la respuesta de ella era bien, todo en orden.
Todo esto llevo a que ella estuviera a punto de morir y no lo digo en sentido figurativo, estuvo a punto de sufrir un derrame cerebral por la cantidad de estrés que tenía, aquí es cuando nos hacemos la pregunta realmente valea pena sufrir por un trabajó? Darlo todo? Entregarte en cuerpo y alma? La respuesta para mí sería un rotundo NO, aunque más adelante quedará como una payasa después de contarles que ocurrió luego.
En fin, Eliana estuvo de reposo y durante ese momento su trabajo paso a mi cargo, y yo acepté porque era algo momentáneo, ella volvería a retomar su trabajo y yo el mío, y por una semana, quizás dos mi prioridad era mi trabajo contable y luego la parte administrativa - Gerencial.
Una semana y media había pasado de reposo de Eliana, y mientras hacía una conciliación bancaria recibo un mensaje directo que decía lo siguiente:
He decidió renunciar, de verdad te pido disculpas Evie
No sabía si sentirme traicionada, dolida molesta... Entendía las razones por las que se tenía que ir, lo sabía muy bien, pero también sabía que cuando se fuera me tocaría enfrentar toda la situación que se venía sola, enfrentar al dueño, explicarle la realidad de la situación de como estaba la empresa. No se de dónde proviene este pero siempre he sentido un temor enorme cuando decido enfrentarme a alguien con autoridad, no sé si es por el tema de sentirme juzgada o el temor a que me digan algo que me pueda lastimar.
Una de las primeras cosas que se me pasaron por la mente era que no quería hacer su trabajo, nunca me cansaré de decirlo pero si el trabajo contable es bastante tedioso y complejo, agregarle a eso algo adicional es mucha más carga laboral para una persona. En ese momento tenía fija mi idea y lo que no quería lógicamente nada me pudo preparar para todo lo que se venía encima.