Diario de una perdedora

#10. Un adiós

Abro los ojos, la luz neutra lastima un poco mi vista, parpadeo un par de veces, me incorporo, una mano sostiene el hombro, volteo asustada, los ojos azules que me miran con preocupación me sorprenden, me sonríe tratando de darme calma.

—Greta — susurra.

—¿Qué haces aquí?

—Vámonos.

—¿Qué?

—Vámonos a donde seas, seamos felices.

Kilian se levanta de la silla, mira hacia la puerta asegurándose que nadie entre, por mi lado me incorporo poco a poco puede que mi mente me juegue chueco y realmente sea una alucinación, arranco los tubos que se unen a mi muñeca, me acerco a él lentamente y toco su cabello dorado, es suave, el, gira la cabeza topando su mirada con la mía, una sonrisa sincera aparece en su rostro.

Me toma de la mano y me lleva fuera del cuarto, por alguna razón me siento toda una criminal una sonrisa traviesa aparece en mi rostro, después de que salimos del hospital nos subimos a un carro color azul, mientras el carro avanza en un susurro le digo que quiero ir con mis padres, que quiero ir y despedirme antes de irnos, el asiente, noto cosas que no había notado, una de ellas, los edificios que se alzan, después de un rato el cansancio toma su lugar dejándome en un sueño profundo.

—Greta — su voz suave me despierta.

Miro por la ventana, veo mi pequeña casa rodeada de rosas que eran blancas y ahora por el descuido se volvieron cafés, volteo a ver a Kilian quien mira la casa con curiosidad su mirada pasa de la casa a mí, con una sonrisa me alienta a ir, abro la puerta del coche y camino a mi casa, he pasado casi medio año en esa clínica se supone que volvería cuando llegara la graduación, volver a este lugar se siente raro y un poco incómodo, los últimos dos años se volvió una pesadilla.

Toco la puerta a la espera de alguien, después de unos cinco minutos sale mi padre atrás esta mi madre, los abrazo ambos que parecen confundidos por mi presencia, solo deseo que ellos se vuelvan amar, que sean mi soporte, nunca fui fan de la violencia, cuando los veía pelear entraba en pánico y lo peor que no había nadie a quien acudir.

—Volveré — susurro.

Puedo ver sus lágrimas asomándose, pero también lo fuertes que están siendo, no quieren que me vaya, camino hacia atrás hasta que nuestras manos se separan, con un adiós me marcho y camino al auto, Kilian aprieta mi rodilla, trago saliva para soportar el nudo que duele en mi garganta.

El carro avanza no sé a dónde vamos, pero por alguna razón siento que estoy dejando algo atrás, algo importante, miro hacia atrás puede ver una silueta parecida a mí, entrecierro los ojos para enfocar, la persona en cuestión tiene el brazo derecho alzado mientras lo agita a los lados, su rostro no lo puedo ver, aunque hay una sonrisa nostálgica en su rostro, inconscientemente levanto mi mano y me despido.

Sé que no es un adiós, es un “hasta luego”, tengo el presentimiento que nos volveremos a ver, mientras tanto regreso mi mirada al frente.




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